Por: Yolanda Vega
Los puntos en los cuales se me ocurre se puede problematizar sobre la ética son varios:
1. ¿Pública o privada? ¿Teórica o práctica? ¿Presente o futura?
Tradicionalmente la ética es la parte de la filosofía que reflexiona sobre si las acciones humanas individuales y colectivas son buenas o malas. En función al bien personal, al bien común, a la metafísica y desde la contemporaneidad, a los juegos de lenguaje. De modo que en la actualidad se plantea que cada ética es subjetiva, particular, dado que no existe una común naturaleza humana, ni un único concepto de bien. En contraposición la metafísica platónica sostiene que el bien es uno, único, universal, general y eterno. Y lo que se puntualiza en la siguiente cita, que, para Aristóteles: “La ética y la política constituyen el saber práctico, que es concebido —en oposición a Platón — como diferente e independiente tanto del saber teórico, propio de la filosofía primera o teología, la física y la matemática, como del saber productivo [poiético], que integran las distintas técnicas o artes . Mientras que la teoría es un saber acerca de “los entes cuyos principios no pueden ser de otro modo”, o sea, los principios universales, necesarios y eternos de las realidades naturales y celestes, que no dependen del hombre y que éste puede aspirar únicamente a contemplar y comprender , la ética es un saber de la prâxis, la “acción”, más precisamente, de la acción en la que se realiza el bien humano, y ésta —como el hacer de la técnica— pertenece al campo de lo individual y contingente, de “las cosas que pueden ser de otro modo” y que dependen esencialmente del hombre en cuanto agente libre. Ambos saberes son racionales —depende de la “parte científica [tò epistemonikón] del alma racional” el primero y de la “parte calculadora” o deliberativa [tò logistikón] el segundo—, por lo mismo, ambos persiguen la verdad, mas la diferencia de sus objetos exige reconocer diferentes modos de ésta: la verdad teórica y la verdad práctica ”
Entonces, en Aristóteles, la ética es un saber racional, persigue la verdad y más bien una verdad práctica, antes que teórica o productiva, referida, implicada, dirigida a la acción en la que se realiza el bien humano en el campo de lo contingente es decir de lo que puede ser de otro modo y depende del hombre como agente libre. Pero la ética no es un principio teórico universal, sino un saber, una verdad práctica, contingente, que podría ser de otro modo.
2. Lo ambiental
En la actualidad también se amplía el ámbito de lo ético hacia más allá, a todo lo vivo, es decir a los animales, las plantas, lo orgánico y lo no orgánico como el aire, los gases, las piedras, el sistema planetario en general. Pero la ética sigue siendo una cuestión humana. Y se reflexiona de la responsabilidad humana sobre sus acciones y como éstas afectan el entorno. Si no existe nada general, universal sería un sinsentido pensar la ética como universal. Y me pregunto si ¿el planeta no es general a la especie?, ¿no es lo que todos los humanos tienen en común, algo que, se ven inevitablemente forzados a compartir, con todas las consecuencias de esta convivencia? Con consciencia de ello o sin ella. Siendo de su agrado o no. Es decir por el grado al que ha llegado la contaminación, los humanos deben repensar, retomar la dimensión ética de sus actos. El hecho es que si no se siente responsabilidad, no se establece una relación con el tema y mucho menos se toma la decisión de involucrarse. Pasa esto no solo con el calentamiento global sino con otros temas más inmediatos como la pobreza y la exclusión. Si no se dimensiona la propia responsabilidad, los grupos humanos y los individuos no se involucran, no intervienen y los problemas no se “visibilizan” y parecen no existir. Parecen no ser problemas sino “normalidad”.
3. La responsabilidad racional
Entonces está el tema de la responsabilidad, de sentir o no responsabilidad. De pensar o no, que de algún modo algo está en relación con uno y con su grupo. Pero en una relación particularizada por unos contenidos específicos y en este terreno, se juegan nociones culturales en el lugar de valores o antivalores. ¿Cómo se produce la acción ética? ¿Qué la origina, la produce o la determina? En Kant el imperativo categórico producto de la pura racionalidad humana es una obligatoriedad impuesta que por mandato genera consciencia ética. Lo ordena la “Ley fundamental de la razón práctica pura: Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal.” De modo que la ética se crea por mandato racional y en base a la libertad humana, pero por mandato y (auto) imposición racional. Kant plantea la moralidad como una imposición, una obligatoriedad, un resultado de la racionalidad inherente, cultivable en el ser humano por su humanidad misma, por su calidad de humano, equiparando posibilidad de razonamiento a humanidad. Todo ser racional es un fin en sí mismo y no un medio para cualquier otra cosa. El ser humano tiene un valor absoluto y no puede ser utilizado como instrumento para otra meta así que existe la obligación moral de respetar a los otros, los cuales todos tienen dignidad. Y de este modo la ética pasa de ser actividad contingente a necesaria, lo que fundamenta precisamente la universalidad de la obligación moral. Y sigue manteniendo la implicación política, pública de la ética. Ahora, si lo humano fuese razón y solamente razón y nada más que razón, perfecto, los actos éticos se sostendrían coherentemente de esta súper racionalidad uniforme y universalizada.
4. La responsabilidad irracional
“Quienes prefieren los cuentos de hadas, hacen oídos sordos cuando se les habla de la tendencia nativa del hombre a la maldad, a la agresión, a la destrucción y también por ende, a la crueldad. Y esto no es todo, en la página 47 del texto francés: El hombre intenta satisfacer su necesidad de agresión a expensas de su prójimo, de explotar su trabajo sin compensación, de utilizarlo sexualmente sin su consentimiento, de apropiarse de sus bienes, de humillarlo, de infligirle sufrimientos, de martirizarlo y de matarlo.”
La cita que tomo de Lacan, refiriéndose a “El Malestar en la Cultura” de Freud, habla del ser humano que no es una ideal racionalidad, y a partir de ahí, bondad, generosidad y sentido ético, sino como se ve, se escucha y se constata desde la práctica y la teoría psicoanalítica: lo bastante más pulsional de lo humano. El psicoanálisis trabaja con lo que de humano, precisamente entra en conflicto con el mandato ético de la racionalidad (superyoica) y hace síntomas. Y este ser humano, que será llamado ser- hablante posteriormente por Lacan, hace síntomas precisamente por unas dimensiones éticas en conflicto.
Usualmente al espacio analítico el analizante llega con una demanda de felicidad. Y a diferencia de la concepción aristotélica, para el psicoanálisis no hay disciplina de la felicidad. Y sí hay una instalación de una situación ética. Ética desde la posición de analista y en el desarrollo de actos éticos que abrirán, crearán, posibilitarán espacios de sujeto, una vez más retomando la idea de sujeto inscrito en una cultura que lo ha precedido y frente a la cual, ha creado conflicto, ha instalado malestar.
El ser humano de Freud no es pura racionalidad, si es represión primordial, fundamental y su “eterno” retorno, sí es pulsión de vida en tensión con pulsión de muerte o de destrucción. Y es desde Lacan, que en el ser- hablante una dimensión conflictiva de Deseo adquiere un lugar muy importante y particularmente humano. Pues se trata de un Deseo caracterizado por el enfrentamiento, la tensión, el malestar permanente generado entre principio de realidad y principio de placer, forjado desde un deseo infantil reprimido y unos límites culturales,
“La pregunta sobre el bien cabalga entre el principio del placer y el principio de realidad. A partir de una concepción tal no hay posibilidad alguna de escapar a un conflicto, cuando hemos desplazado regularmente su centro”
Deseo metonímico urgente frente a la contingencia misma inevitable de los aplazamientos, y ante eso la respuesta freudiana de la sublimación:
“Una sola cosa alude a una posibilidad feliz de satisfacción de la tendencia, la noción de sublimación” . Solución no siempre exitosa ni satisfactoria para la pulsión porque “-realizar su deseo se plantea siempre necesariamente desde una perspectiva de condición absoluta” . Se plantea pero no se resuelve de esta manera.
La condición de absoluta, nos puede llevar a un “extremo, central” en Nietzsche, a una voluntad absoluta a ser completamente satisfecha y de inmediato opuesta radicalmente a la (civilizada en su sentido judeo cristiano) moral de los esclavos. Ética nietzscheana en la cual nadie tiene un valor en sí mismo, salvo aquellos especiales con el valor inherente a sí mismo producido por sí mismo o por sus propios actos. Ética total, completa, absolutamente privada. Pero ética propia generada por su voluntad de poder, esto es construida, ganada y reclamada para volver a tener influencia en el mundo público en acciones cuestionables desde la ética tradicional, y admirables desde la autoreferencialidad ética. Autoreferencialidad que remite a fantasías de auto engendramiento simbólico, fantásticas para la época de Nietzsche, pero que en la actualidad no son tan fantásticas. A través del avance tecnológico se ven no tan lejanas las posibilidades reales de auto referencia, de auto-engendramiento físico, mental, emocional. Próximas a las psicosis. Cercanas a la post modernidad. Y al discurso y a la realidad práctica científica que pone en crisis la ética tradicional basada en la convivencia común.
Si el camino de Kant llevó en la práctica a la declaración de universalización de los derechos humanos, (aunque más allá de la declaración y la universalización por decreto, subsisten y crecen otras realidades de desigualdad, exclusión y explotación), el camino de Nietzsche condujo a la Segunda Guerra Mundial, a la masacre y al Holocausto.
El lugar del Deseo siempre creará malestar en una dimensión privada que al fundirse en o confundirse con mundo público, produce una extensión del malestar a dimensiones públicas en las que puede o no manifestarse, pero que siempre ya estuvieron ahí.
La responsabilidad se adquiere con viejas nociones como renuncia de sí y consideración o respeto a los otros, viejas nociones transmitidas y cultivadas en los dos espacios de nuevo, en el lugar de intersección de privado y público, diferencias cada vez más tenues, más difusas y borradas.
Pensar la cuestión ética en ese espacio en común, nos devuelve a la necesidad de pensar algún sentido original de comunidad.
Y si bien la pregunta que plantea la ética del psicoanálisis será: ¿Has actuado en conformidad con tu deseo? hay que ubicarla en su contexto, siendo el inmediato el espacio de análisis cuyas consecuencias, área de acción o influencia, sin embargo, no se limita a ese espacio porque el sujeto habla de sí en relación a sus otros y trae los conflictos de su Deseo en tanto problematizado en los deseos de los otros, Lacan señala que cabe también recordar la distancia que hay entre la organización de los deseos y la organización de las necesidades ya que “la dimensión del bien levanta una muralla poderosa en la vía de nuestro deseo”
5. Intento de conclusión
En Kant y Hegel, se postula la solución ideal del racionalismo, asumiendo erróneamente la base y disposición racional natural o divina pero común a todo ser humano.
En las aplicaciones y los desarrollos de los herederos de Nietzsche se evidencia la imposibilidad de la solución ideal perfecta suprahumana, más allá de lo humano, más allá del bien y el mal. A menos que el camino sea el priorizar y extremar el predominio de lo privado, el uno del individuo, al precio de hacer desaparecer la dimensión de intercambio con un otro, de olvidar o ignorar que el uno está en relación a otro y a otros. De modo que si no hay relaciones inter subjetivas, primarán obviamente las éticas individuales particulares.
Freud plantea al inicio del psiquismo un estado mítico de satisfacción, en el cual el aún-no-yo está fusionado con la cosa materna, con el yo de la madre que no está diferenciado del yo del niño. Es decir, el precio de la satisfacción total, del bienestar absoluto es el no aparecimiento del yo. La muerte psíquica. Este extremo habla de la imposibilidad de autonomía completa de lo humano. Lo humano se caracteriza precisamente por que no hay UN ser humano, porque la sociedad está compuesta de varios, de muchos, diferentes al “yo”, porque cada uno se origina psíquica y físicamente en otros. La cuestión ética pretendida como privada, solo de uno, sería imposible entonces. O se trataría sencillamente de una perversión: de un discurso que se dirige a los otros como si todos fuesen sinceros al hablar de lo mismo pero en el último término, no se habla de lo mismo, quien ofrece los “valores” sabe que se refiere a otro sentido, al que es particular, privado y conveniente exclusivamente para sí mismo y que dejará a los otros en situación de haber sido engañados, utilizados.
En psicoanálisis lacaniano hablando de los significantes, no hay primero sin segundo. Un significante amo, original se vuelve tal el momento de encadenamiento con un segundo significante. Sin el segundo, el primero no es tal, no hay uno si no recibe la acción significante del dos, en un movimiento retroactivo.
En un mundo imposible cien por ciento privado, ¿qué necesidad habría de cuestión ética? O en otros términos, es posible hablar de sujeto, de existencia psíquica en el mundo privado. Forzando las ideas, ¿Puedo plantear la subjetivación como un acto ético? ¿O es anterior? Ahora bien, lo social, el agrupamiento, lo comunitario, la cultura precede, antecede al aparecimiento del sujeto, del uno. Todo humano nace dentro de un marco cultural previo, anterior a sí mismo, formado por las vidas, las acciones, los pensamientos, los deseos de sus ancestros, sus predecesores con los contenidos, historia y cargas culturales que tengan. En este marco va a inscribirse el nuevo “ente”, a devenir Ser únicamente por la influencia que la relación con los otros, sus otros, le señale, voluntaria o involuntaria, consciente o inconscientemente. Y como parte de esta influencia, inevitablemente, una dimensión ética.
Si la ética es una valorización pensada hacia lo bueno o lo malo, en función nuevamente de convivencia posible, lo humano no escapa a esa dimensión.
Si el humano llegase a ser autosuficiente, ¿para qué necesitaría dimensiones política y ética? Si solo existiese uno en el mundo, un ser humano, entonces no existiría ni en pensamiento dimensiones éticas y políticas. Lo cual sabemos es un absurdo. Pero, ¿existiría pensamiento? Es decir, más allá del bien y el mal, está la soledad, el más completo asilamiento en la más absoluta y completa independencia, al extremo de la muerte psíquica. En donde sí, en realidad, la ética ya no tiene espacio, ni hace falta que lo tenga.
En otros términos, y extremando el argumento, ¿hasta dónde es político el acto de subjetivación planteado en la teoría psicoanalítica? y luego ¿sería posible, tendría sentido diferenciar actos de subjetivación entre éticos y no-éticos en mayor o menor medida ?
Yo estoy de acuerdo, pero Ud. sí profeta, yo sí le sigo!!!
ResponderEliminarCreo que la ética para bien funciona dentro de lo racional, pera vinculada con la libertad, que es la capacidad de escoger el bien de entre el bien y el mal; ese bien o mal de que hablamos cómo o con respecto a qué o a quines lo referenciamos?. Indudablemente dentro de lo racional (capacidad de pensar y razonar)el bien lo empezamos a desear para cada uno de nosotros mismos y más alla de ésto también desear el bien para los demás (ética), dentro de la lógica de la interacción humana yo no puedo estar bien si mi alrededor están mal, para llegar a aquello es necesario romper la barrera del Yo y del confinamiento de su propio ego. El gran desafío a experimentar y a sentir el efecto de una causa nos hace descubrir en qué lado nos sentimos mejor; no existiera la ética sin la opción del mal y si así lo fuera no habría libertad, esa libertad que no está ni en un espacio ni en un tiempo, simplemente está esperando ser descubierta y conquistada dentro de cada uno de nosotros, tal vez la libetad empieza cuando hayamos alcanzado a visualizar la línea que divide entre la sombra y la luz. Que hubiera sido de la vida sin los antagonismos:El bien y el mal, Luz -obscuridad, abajo- arriba, frío-caliente, felicidad- tristeza,etc.
ResponderEliminarCreo la ética no podemos aplicarla como regla, como condición dentro de una comunidad, pero sí podemos practicarla sin necesidad de hablar, sino con el ejemplo en el actuar. Continuará