jueves, 17 de septiembre de 2009

DISPARAD CONTRA LA ILUSTRACION


Por: Rafael Argullol



En los últimos tiempos, algunos de los mejores profesores abandonan precipitadamente la Universidad acogiéndose a jubilaciones anticipadas. Con pocas excepciones, las causas acaban concretándose en dos: el desinterés intelectual de los estudiantes y la progresiva asfixia burocrática de la vida universitaria. La mayoría de los profesores aludidos son gentes que en su juventud apostaron por aquel ideal humanista e ilustrado que aconsejaba recurrir a la educación para mejorar a la sociedad y que ahora se baten en retirada, abatidos algunos y otros aparentemente aliviados ante la perspectiva de buscar refugio en opciones menos utópicas.


El primero de los factores es objeto de numerosos comentarios desde hace dos o tres lustros. Un amigo lo resumía con contundencia al considerar que los estudiantes universitarios eran el grupo con menos interés cultural de nuestra sociedad, y eso explicaba que no leyeran la prensa escrita, a no ser que fuera gratuita, que no acudieran a libros ajenos a las bibliografías obligatorias o que no asistieran a conferencias si no eran premiadas con créditos útiles para aprobar cursos. Aunque podría matizarse la afirmación de mi amigo, en términos generales responde a una realidad antipática pero cierta, por más que todos los implicados en el circuito de la enseñanza reconozcan que no se trata de la mayor o menor inteligencia o sensibilidad de los universitarios actuales con respecto a generaciones precedentes, sino de otra cosa.


Esta "otra cosa" es lo que ha desgastado irreparablemente a los profesores que optan por marcharse a casa. Éstos no se han sentido ofendidos tanto por la ignorancia como por el desinterés. Es decir, lo degradante no ha sido comprobar que la mayoría de estudiantes desconocen el teorema de Pitágoras -como sucede- o ignoran si Cristo pertenece al Nuevo o al Antiguo Testamento -como también sucede-, sino advertir que esos desconocimientos no representaban problema alguno para los ignorantes, los cuales, adiestrados en la impunidad ante la ignorancia, no creían en absoluto en el peso favorable que el conocimiento podía aportar a sus futuras existencias.


Naturalmente, esto es lo descorazonador para los veteranos ilustrados, quienes, tras los ojos ausentes -más soñolientos que soñadores- de sus jóvenes pupilos, advierten la abulia general de la sociedad frente a las antiguas promesas de la sabiduría. Los cachorros se limitan a poner provocativamente en escena lo que les han transmitido sus mayores, y si éstos, arrodillados en el altar del novorriquismo y la codicia, han proclamado que lo importante es la utilidad, y no la verdad, ¿para qué preferir el conocimiento, que es un camino largo y complejo, al utilitarismo de la posesión inmediata? Sería pedir milagros creer que la generación estudiantil actual no estuviera contagiada del clima antiilustrado que domina nuestra época, bien perceptible en los foros públicos, sobre todo los políticos. Ni bien ni verdad ni belleza, las antiguallas ilustradas, sino únicamente uso: la vida es uso de lo que uno tiene a su alrededor.


Esta atmósfera antiilustrada ha penetrado con fuerza también en el organismo supuestamente ilustrado y, con frecuencia, anacrónico de la Universidad. Ahí podríamos identificar la otra causa del descontento de algunos de los profesores que optan por el retiro, originando, en el caso de los mejores, una auténtica sangría intelectual para la Universidad pública, cuyo coste social nadie está evaluando. A este respecto, la renovación universitaria ha sido sumamente contradictoria en estos últimos decenios. De un lado ha existido una notable voluntad de adaptación a las nuevas circunstancias históricas, con particular énfasis en ciertas tecnologías e investigaciones de vanguardia como la biogenética; de otro lado, sin embargo, las viejas castas universitarias, rancios restos feudales del pasado, han sido sustituidos por nuevas castas burocráticas, que predican una hipotética eficacia que muchas veces roza peligrosamente el desprecio por la vertiente científica y cultural de la Universidad. En los mejores casos, por consiguiente, los centros universitarios se aproximan al funcionamiento empresarial eficaz, y en los peores, a una suerte de academia de tramposos.


Lógicamente, ni unos ni otros resultan satisfactorios para el profesor que quería adaptar el credo ilustrado al presente. Si la Universidad pública se articula sólo con intereses empresariales, está condenada a aceptar la ley de la oferta y la demanda hasta extremos insoportables desde el punto de vista científico. Los estudios clásicos o las matemáticas nunca suscitarán demandas masivas ni estarán en condiciones de competir con las carreras más utilitarias. Pero el día en que el consumo de tecnología no suscite ya ninguna curiosidad por los principios teóricos que posibilitaron el desarrollo de la técnica y la Universidad se pliegue a esa evidencia, lo más coherente será rendirse definitivamente y olvidarse de que en algún momento existió algo parecido a un deseo de verdad.


Mientras esto no suceda, al menos definitivamente, el riesgo de una Universidad excesivamente burocratizada es el triunfo de los tramposos. No me refiero, desde luego, a los tramposos ventajistas que siempre ha habido, sino a los tramposos que caen en su propia trampa. La Universidad actual, con sus mecanismos de promoción y selectividad, parece invitar a la caída. En consecuencia, los jóvenes profesores, sin duda los mejor preparados de la historia reciente y los que hubiesen podido dar un giro prometedor a nuestra Universidad, se ven atrapados en una telaraña burocrática que ofrece pocas escapatorias. Los más honestos observan con desesperanza la superioridad de la astucia administrativa sobre la calidad científica e intentan hacer sus investigaciones y escribir sus libros a contracorriente, a espaldas casi del medio académico. Los oportunistas, en cambio, lo tienen más fácil: saben que su futura estabilidad depende de una buena lectura de los boletines oficiales, de una buena selección de revistas de impacto donde escribir artículos que casi nadie leerá y de un buen criterio para asumir los cargos adecuados en los momentos adecuados. Todo eso puntúa, aun a costa de alejar de la creación intelectual y de la búsqueda científica. Pero, ¿verdaderamente tiene alguna importancia esto último en la Universidad antiilustrada que muchos se empeñan en proclamar como moderna y eficaz?


Los veteranos profesores de formación humanista que últimamente abandonan las aulas creen que sí. Por eso se retiran. No obstante, es dudoso que su gesto tenga repercusión alguna. Para tenerla debería encontrar alguna resonancia en el entorno en que se produce. No es así. Nuestra Universidad, como nuestra escuela, es un mero reflejo. La sociedad en la que vivimos no sólo no tiene intención de compartir los ideales ilustrados, juzgados ilusorios e inservibles, sino que dispara contra ellos siempre que puede. Desde el escaño, desde la pantalla, desde el estudio, desde donde sea. El pensamiento ilustrado no ha demostrado que proporcionara la felicidad. Y esto se paga.


Rafael Argullol es escritor y catedrático de Estética en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.El País, 7 de septiembre 2009


lunes, 17 de agosto de 2009

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO


Por : Alfredo Calderón Serrano correo: acalderon@puce.edu.ec


1. RESUMEN DE: “HISTORIA DEL FUTURO: LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO” TAICHI SAKAIYA


Que busco en este libro:

Actualmente veo a mi alrededor una nueva generación que está permanente conectada a las redes sociales, sea éste un celular, un computador, o un “ipod”. Esto me ha hecho pensar que se está incubando una forma de pensar, de sentir e incluso de expresarte por lo menos en este lado del mundo. ¿Se está acabando la era industrial?. ¿Existen nuevos paradigmas que se están incubando en las construcciones individuales de las personas y de la sociedad en su conjunto? ¿Estamos ya en una era postindustrial?.

Por otro lado, desde mi profesión (ingeniero de sistemas), hablamos constantemente de la palabra “conocimiento”, sea indirectamente o directamente, conciente o inconcientemente, tomando la forma de “propiedad intelectual” versus “software libre”, y se observa que existe una “guerra” (no violenta físicamente) justamente en si el “conocimiento” desarrollado en un “software” debe ser compartido o no. ¿Es que acaso esta nueva era postindustrial el cimiento será el “conocimiento”? y si esta noción es correcta, ¿ya entramos a un debate que configure los cimientos de esta nueva sociedad, teniendo como “chivo expiatorio” los programas computacionales?. Con esta idea me adentro en el presento libro, esperando que el mismo me de respuestas a estas inquietudes.

Pequeña Biografía de Sakaiya

Nació en 1935 en Japón, se graduó en Economía en la Universidad de Tokio y de inmediato ingresó al Ministerio de Comercio e Industrias del Japón (MITI). Allí trabajó en planificación. A debido cumplir diversas funciones en el extranjero. Autor de mas de treinta libros, economista, ensayista, traductor y novelista, está considerado como uno de los intelectuales más influyentes en Japón.

Nota de la Edición Inglesa:

Es un libro escrito en japonés, por ello la dificultad estriba en traducir a diversos idiomas manteniendo los conceptos vertidos, escojo un párrafo en donde se ve claramente esta apreciación del traductor:

“… el desafío del traductor consiste en hallar vocablos que puedan sugerir igual número de elementos complementarios en igual número de situaciones diversas.” De ahí los siguientes términos:

Chi: Que constituye el componente “conocimiento”.
Chika: “Valor del conocimiento”, acuñado por Sakaiya para el título del libro.
Chijin: “Persona conocida, es decir un conocido”.
Chino: “Capacidad del conocimiento”, es decir “intelecto”.
Chisi: “Diente del conocimiento”, es decir “muela del juicio”.
Chie: “Bendiciones del conocimiento”, es decir “sabiduría”.
Chishiki: “Procesado por el conocimiento”, es decir “inteligencia”.

“Chi” en el contexto de este libro puede significar “conocimiento” y “sabiduría” o “inteligencia” y “refinamiento” y “chika” puede aludir al valor percibido de cualquiera de estas variantes del “chi”.

Nota a la edición castellana

La edición castellana se basa en la versión inglesa y aclaran igualmente dos términos:

Knowledge - value: (chika), es decir “valor basado en el conocimiento que se ha invertido en un producto” se ha vertido como “valor – conocimiento”.

Knowledge value society: Una sociedad donde predominan productos cuyo principal valor se basa en el conocimiento que se ha volcado en su elaboración (más que en el costo).



Capitulo I
¿Qué Clase de Nueva Sociedad?

Al inicio, Sakaiya, se pregunta si es una nueva fase de lo conocido o un paradigma totalmente nuevo, es decir, que existen dos formas de ver, la primera no es más que una sociedad tecnológicamente avanzada, es decir una continuación de la revolución tecnológica o una segunda visión, y es que estamos en una trasformación inédita del mundo que actualmente conocemos. La primera visión proviene de investigadores científicos, o de compañías y organismos que trabajan sobre los elementos técnicos de la empresa comercial, es decir especialistas que no poseen un marco de visión general, los segundos que prevén cambios más fundamentales suelen ser economistas o sociólogos consagrados a la investigación. El autor se ubica en el segundo grupo.

A pesar de que la era industrial comenzó con la máquina a vapor, el crecimiento vertiginoso comenzó con posterioridad a la segunda guerra mundial, pone como ejemplo Japón que creció a una tasa promedio anual del 10% por espacio de 30 años. Por ello compara el pensamiento del japonés promedio antes y después de la guerra y nota que a existido un cambio tanto en la ética como en la estética de los japoneses.

De este crecimiento básicamente fue producto del petróleo barato y de las políticas del mismo Japón al tener pocos recursos, tener que buscarlos afuera pagando en efectivo al costo mas barato: “Siempre aparece alguien que vende al precio mas bajo de su costo”, por ello alguna vez los calificaron de “animales económicos”, pero es el precio que tenían que pagar por tener un crecimiento económico tan grande.

El primer “supuesto” vertido por Sakaiya es el del “Impulso Empático”, de acuerdo a sus palabras este consiste:

“… los seres humanos, sin importar su entorno cultural o histórico, desarrollen una ética y estética que favorece la plena explotación de los recursos abundantes y la economización de los bienes escasos”.

“El instinto que mueve a los hombres a considerar viril y apropiado afrontar la escasez de un bien necesario eliminando los obstáculos en la línea de aprovisionamiento, creando substitutos o buscando nuevas fuentes, también los lleva a desarrollar un impulso empático hacia el medio ambiente, el cual los convence de abstenerse de usar los bienes escasos y de aprovechar los abundantes. En la práctica este impulso empático origina un pensamiento y una conducta que trasciende el mero principio económico de que lo abundante debe ser barato y lo escaso debe ser caro. En otras palabras, llega un punto en que la estética y la ética trascienden la lógica del mercado.”

Los ejemplos de este cambio de ética y estética se los puede observar comparando los manuales de preguerra en donde se ponderaba a los individuos que eran ahorrativos y cuidaban las máquinas y pertenencias irremplazables, los de postguerra se caracterizan por endiosar a los directivos que han racionalizado los procesos industriales para que necesiten menos manos.

Los principios para la postguerra para incrementar la producción fueron cuatro:

Limitación en la variedad de productos, estandarización, economía de escala.
La expansión del tamaño de las plantas y los equipos de manufacturación y transporte.
Aumentar la producción por obrero, se podía elevar aumentando su velocidad en una operación. (El tamaño tenía prioridad sobre la velocidad).
Sustituir al hombre por una máquina o un recurso: “Sustituir la mano de obra escasa por recursos materiales abundantes”.

Un ejemplo de esta lógica fue la aparición de la comida instantánea.

Esta lógica fue en el sentir que : “Consumimos mayor cantidad de recursos y trabajemos menos”, un ejemplo de ello eran los diseños futuristas de las ciudades en donde las casas aparecían cerradas con grandes ventanales, es decir se necesitaban gran cantidad de energía para proveer de ventilación las casas. La conducta por lo general era: “Arroja sin consumir, gastar en lujosos envases, gastar en carros grandes”

En ese tiempo esto era correcto, decoroso y atractivo.

Abundaban los productos ya que los recursos se pensaban que eran ilimitados. La mano de obra escasea por ello hay que cuidarla. Existieron muchos avances técnicos con nuevos “sistemas de gestión” para concretarlos. Todo esto partió de la repentina abundancia del petróleo.

¿Como podemos definir la revolución industrial? , para Sakaiya fue: “el drástico y acelerado incremento de la capacidad humana para producir, procesar y transformar manufactura.

Antes de la revolución industrial, la gente no creía que el consumo a ultranza fuera posible: “A fines del siglo XVIII, la ascética filosófica medieval que rechazaba la codicia y buscaba la belleza en la contención y la represión del deseo estaba abandonando la idea”.

“Tanto el capitalismo como el socialismo parten del supuesto de que el crecimiento económico es un bien, ¿pero que clase de crecimiento económico queremos?. ¿Qué pueden consumir los japoneses de hoy que no pudieran consumir los anteriores?.”

Realizo un paréntesis en este punto para comentar la crisis económica actual (2008-2009), en la que vemos que son los países “industrializados” los que poseen ésta crisis (regándola por todo el planeta) y me realizo una nueva pregunta: ¿Es una crisis de escasez?, obviamente no, entonces, ¿esta crisis fue provocada por la abundancia?, sería muy simplista afirmarlo, pero lo que si podemos decir, es que el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, queriendo responder a la primera pregunta de Sakaiya.

Para responder la segunda pregunta, Sakaiya, presenta, que en mi parecer es su segundo “supuesto”, el cual consiste que los seres humanos tenemos tres tipos de consumo físico:

Consumimos la labor de otros.
Consumimos espacio.
Consumimos cosas materiales.

Ahora medimos el “crecimiento económico” por las cosas que consumimos. La noción es: “Aumentar la prosperidad material es el modo de alcanzar la felicidad”. Consideramos “racional” todo lo que contribuya a aumentar la producción, lo contrario lo miramos con desdén”.

Hoy en día el ciudadano común se ha dado cuenta que los recursos son finitos, el “impulso empático” nos lleva a pensar de que se requiere “contención”, es decir, existe un cambio en la concepción de la eticidad, ahora es mal visto el “desperdicio”.

Antes la calidad y la calidad eran inseparables, ahora “ligero, delgado, bajo y pequeño” o “esbelta y eficiente” es la estética postmoderna, al contario de “más grande y más amplia”. Ahora es de buen gusto mantener algo que está bien hecho. Y aquí, Sakaiya presenta de acuerdo a mi parecer, su tercer “supuesto”, y es que la estética, de acuerdo a él, trabaja en relación con la economía, ya que es una fuerza que opera en estrecha relación con el conjunto de la civilización.

La idea moderna, especialmente de Estados Unidos, de que, “más es mejor”, se ha derrumbado, hoy día la Investigación y Desarrollo gira alrededor de:

Modos de ahorrar energía.
Productos más adaptables y multifuncionales.
Difusión de información.

Es decir, cambiaron las necesidades, trayendo la diversificación de los productos, deseos más específicos y diversos.

En este punto, Sakaiya no quiere pronosticar el ocaso de la sociedad industrial, sino descubrir la sociedad que la seguirá.

Para llevar esta tarea es necesario tomar en cuenta que:
Las observaciones de la sociedad industrial son poco útiles.
Falta de conceptos.
Se necesita un nuevo marco conceptual.
Se necesita un nuevo vocabulario y un nuevo marco teórico.

A continuación describo de manera textual su cuarto “supuesto” y el más importante:

“… si deseamos saber que clase de mundo nos aguarda, conviene responder la pregunta ¿Qué bien o artículo existirá en abundancia a partir de ahora? La respuesta a esa pregunta nos revelará mucho sobre la sociedad venidera.

El bien que existirá en abundancia es el saber, en un sentido amplio que incluye las acepciones “conocimiento” e “información”.

La acumulación de saber aumenta a medida que el conocimiento y la experiencia humana crecen y se propagan por los sistemas educativos y las redes de información y comunicación que hemos desarrollado, y el modo en que la gente percibe y discierne estos datos continuamente adapta y reforma lo que denominamos saber. Sin embargo, de pronto hemos llegado a una etapa donde, debido a constantes hallazgos en tecnología informática y de comunicaciones, existen medios para almacenar, procesar y propagar el saber en una escala muchísimo mas basta que antes. En los últimos años, con los ordenadores personales y la tecnología de comunicaciones para enlazarlos, hubo una explosión en la cantidad de información que manipulamos en el hogar y en el trabajo.”

Para Sakaiya, el “saber”, será el bien que existirá en mayor abundancia. Es decir que el “consumo del saber” (en su acepción mas amplia) será lo que configure al la sociedad del futuro. Los productos que se venderán mejor serán los que revelen que el comprador es una persona “que sabe”.

En esta propuesta, Sakaiya nos presenta su quinto “supuesto”:

“Dichos productos, que manifestarán el acceso de su propietario al mejor conocimiento, información y saber acumulado, poseen un valor basado en el conocimiento, el cual, por razones de concisión, denominaremos “valor – conocimiento”. Sostengo que ingresaremos en una nueva etapa de la civilización donde el valor – conocimiento será la fuerza impulsora, y por ello he denominado esta nueva fase de la época de la sociedad del conocimiento.”

Presenta dos preguntas:

¿Cómo explicaremos el valor del saber como componente de la manufacturación de un producto?

¿Qué es exactamente el valor – conocimiento?.

Habrá productos que gocen de una imagen de excelencia, es decir, la marca tiene valor – conocimiento, y por ello su costo será mayor (a pesar que la energía dedicado a realizar su confección podrá ser menor o igual que una genérica). Se requiere cierto saber en quien adquiere un producto que refleja el saber acumulado de sus fabricantes. Y este saber no será la excepción como en otras sociedades, sino la regla. Este cambio ya empezó en los años 80.

Cambios que producirá:

· Abandonará la producción estandarizada.
· Diversificación en las líneas de producción.
· Auge de un producto o innovación será cada vez más breve.
· Mantenimiento de costos bajos.
· El valor – conocimiento, al igual que el petróleo, se trasformará en un bien desechable.
· Operaciones de escala pequeña.
· Domine la imaginación del público.
· Cambios drásticos en los costos, domina la moda y el cambio tecnológico.
· Entorno duro y despiadado.
· Tender a unir la mano de obra con los medios de producción (se distingue de la sociedad industrial).
· Herramientas a costos bajos.
· Se abandona el incremento de la escala, el volumen y la velocidad, se busca la diversificación, eficiencia, y la integración de funciones múltiples.
· El medio de producción mas importante es la mente humana. El trabajador es el medio de producción.
· Sociedad muy subjetiva.

La creación de valor – conocimiento se está transformando en el motor del crecimiento económico y la rentabilidad.

Capitulo II
Factores Disgregadores

Las dos crisis petroleras de los años setenta presentó la idea de que la energía, los recursos y los productos agrícolas son limitados. Los problemas ambientales contribuyeron a llamar la atención sobre los límites del consumo material.

El “impulso empático”, que insta al hombre a hallar atractiva la idea de consumir lo abundante y economizar lo escaso hizo que ahora desearan “ligero/delgado/bajo/pequeño” y las compañías procuraron aumentar la variedad y la inteligencia en sus líneas de productos.

Tanto en el nivel técnico como artístico, el impulso de consumir cada vez más energía se ha extinguido para ceder el impulso por cumplir necesidades internas, psicológicas.

El hombre posee una historia documentada de seis mil años, podremos, comenta Sakaiya, que si examinamos esta documentación histórica en busca de los factores que acompañan las transiciones culturales significativas, lograremos un bosquejo de la sociedad venidera. Se trata de buscar los factores disgregadores que subvierten el orden establecido, y de esta manera proponer algunas conjeturas fundamentadas sobre el futuro.

“Si logramos elaborar un modelo de estas interacciones y los procesos por los cuales evolucionan, e introducimos en el modelo diversos factores disgregadores de la actualidad, obtendremos claras señales de lo que nos aguarda.”

Manifiesta que su método es endeble, pero vale la pena el esfuerzo.

La expresión “etapas de desarrollo” implica una actitud típica del hombre moderno (industrial), ya que parte del supuesto que la historia es un “progreso” y que la sociedad avanza constantemente en su evolución. Por ejemplo la temprana edad media es la “Edad Oscura” por cuanto no es un periodo de “desarrollo progresista”. Se juzga este periodo sobre las normas éticas y nociones de buen gusto del hombre moderno.

Pero para el hombre de la Edad Media el estado anterior era la “edad oscura del paganismo”. Abandonó las técnicas científicas y el espíritu racional de la era clásica, porque aspiraba a un “estado más avanzado” que concordaba con el “propósito superior” de la existencia tal como la percibía.

Para Sakaiya esto es importante por cuanto nos encontramos en un punto parecido, es decir, desdeñar lo objetivo, lo racional, para pasar a lo subjetivo, por ejemplo el fundamentalismo islámico y la iglesia medieval comparten un impulso análogo.

Sakaiya buscará los cambios paradigmáticos en las sociedades, sin importarle el momento exacto en que una época alcanza su cumbre.

Propone como punto de partida el momento en que la civilización y la sociedad cobran cierta estabilidad, es decir cuando comenzó la agricultura (la llamará etapa primaria).

La escases de recursos y tecnología y las relaciones con los enemigos externos fijaron las pautas según las cuales operaban las culturas de la etapa primaria, esto condujo a la formación de ciudades estado y la necesidad de conservar grandes suministros de semilla reforzó la autoridad de los monarcas. Relaciones comerciales no existían entre dentro de la comunidad sino entre comunidades. Por lo tanto existía escases, el “impulso empático” persuadió a las personas de esta época de que interesarse en cosas de este mundo era vulgar e incluso maligno y que dedicar el tiempo (bien abundante) a la contemplación espiritual era un acto de gran belleza moral. Parece ser que el hombre de esta época captaba una belleza más noble en las abstracciones especulativas y los símbolos que en un realismo apoyado en el mundo material.

Me detengo en esta parte para indicar que Sakaiya ha presentado un nuevo bien, “el tiempo”. El cual será importante más adelante, para predecir el futuro de la sociedad en este nuevo cambio de paradigma actual.

Luego presentará la revolución agrícola (causante la tecnología) como productora de bienes materiales en abundancia. Y detallará algunas historias de la Edad Antigua.

En esta parte, Sakaiya, presenta su sexto y séptimo “supuestos”: El modo como los miembros de una sociedad definen la belleza y la responsabilidad ética constituye el cimiento de los paradigmas sociales que otorgan identidad a dicha sociedad. Aclara que la percepción social de la belleza y la verdad moral no es resultado del azar ni las maquinaciones propagandísticas de determinados grupos o individuos, sino de los elementos que denomina “factores disgregadores”.

Factores:


La tecnología, parte de una frase: “Como la civilización alcanzó un nivel tan elevado, también avanzó la tecnología”, parecería que es un efecto del avance de la civilización. Esto lo refuta, ejemplo la máquina a vapor o muchos descubrimientos al azar. Pero un avance tecnológico puede generar un exceso de un artículo mientras alienta la escases de otro (ejemplo el disco de acetato). El impulso empático instará al hombre a redefinir sus necesidades y a cambiar sus hábitos de consumo.
Suministro de recursos: Abarca otras variables tales como el medio ambiente, el clima y los rasgos naturales de un paisaje. Es improbable que un avance tecnológico garantice el suministro del agua o del petróleo, por ejemplo.
La población: Se pensaba que “donde hay alimentos, la población crece”, pero Japón y Europa Occidental son ejemplos contrarios.
Otros: Que actúan a solas o en conciertos, pero el principal es el “entorno étnico”, el tipo de relación (hostil o cordial con determinado grado de intensidad) que existen entre los pueblos que viven en la periferia de una gran civilización y los que viven en el centro. La presencia de una “raza” poderosa y hostil en las vecindades exige enormes gastos de recursos y de tiempo, obliga a un pueblo a cambiar de modo de pensar, y genera un estado de tensión.
La Organización: Los cambios organizacionales que pueden evolucionar durante un periodo en que la tecnología misma permanece inmutable tienen el potencial para inducir una trasformación en una sociedad o su forma de civilización (innovación dentro de una empresa por ejemplo). La división de trabajo como premisa operativa.

Luego afirma que el “Arte” es el principal indicador del cambio en una sociedad por cuanto ahí confluyen las percepciones de las personas que componen esa sociedad.

Por último en este capítulo expone lo siguiente:

“…el examen atento de lo que sucedió después del colapso de la civilización antigua, tan parecida a nuestra sociedad industrial moderna, es el mejor medio para comprender lo que nos aguarda. Por indirecto que parezca este enfoque, no lo considero un esfuerzo vano. Pues si examinamos el modo en que otra civilización, la medieval, desechó todo un sistema de preferencias y de ética que ensalzaba la abundancia de bienes materiales y desarrolló todo un conjunto de paradigmas, podemos hallar allí indicios de cómo una civilización muy avanzada puede ser muy diferente de la moderna civilización que hemos conocido”


Capítulo III
¿Nos aguarda una edad media de alta tecnología?

Para Sakaiya, la raza humana actualmente, jamás ha gozado de una riqueza y seguridad tan generalizada como la que hallamos en países industrializados avanzados. La vida cotidiana está inmersa en bienes materiales, las comunicaciones, viajes y tareas se han facilitado muchísimo, gracias a comodidades y sistemas modernos. Aunque existen problemas modernos tales como la polución industrial, la contaminación, frecuentes accidentes y desastres y el estrés provocado por la adaptación a la civilización moderna. Quienes viven en países industrializados gozan de una longevidad sin precedentes en la historia humana.

Debemos, dice Sakaiya, ubicar el momento histórico que mas se asemeje al nuestro, inevitablemente señalaremos esa hora oscura en que la civilización materialista y el espíritu científico y racional del mundo antiguo sufrió un descalabro que allanó el camino de la civilización medieval.

Se apoya en Tuclídides quien dijo: “la historia del futuro, mientras la naturaleza humana continúe guiándola, se desplegará en líneas similares aunque las condiciones específicas a las cuales deba responder esa naturaleza sean diferentes”.

Si examinamos la cultura medieval en términos de los valores de la época, veremos que fue de grandes avances donde se abandonan los valores materialistas para enfilar a una cultura “mejor”, una cultura regida por Dios.

Si los gustos y la ética de nuestra generación y la siguiente difieren de los que fueron de la sociedad industrial, la sociedad que surja como consecuencia de nuestras nociones de progreso quizá posea ideologías y paradigmas divergentes respecto a su predecesora.

Ahora que hizo que de una cultura altamente avanzada en tecnología como la “antigua” pasen a una cultura “antimaterialista”, se pregunta Sakaiya. Da varias respuestas, y recuerda que en todos los casos, sea el cristianismo entrando al mundo romano, del budismo ingresando a China, o del Islam difundiéndose por la Mesopotamia o Persia, muchos ciudadanos de intachables orígenes dentro de las culturas avanzadas manifestaron la inclinación de convertirse, existiendo en ellos una inclinación de abandonar esa civilización antigua que había producido una brillante tecnología y una abundancia material. Lo que surgió en ese momento fue “el alma que busca la salvación espiritual, no riquezas materiales”.

Sintetiza en una sola frase aquello que define la Edad Media: “falta de bienes, exceso de tiempo”. Como el nivel económico era bajo, muchos dan por sentado que “siendo hombres pobres, no tenían tiempo para sí mismos”; pero este supuesto no refleja más que la vulgaridad de la tendencia materialista de la sociedad industrial. Muestra con cifras que la cantidad de días de ocio aumentó y las horas de trabajo se redujeron. Por ejemplo en Roma los días festivos sumaban 184 días al año, la cantidad de trabajo sumaba menos de 1500 horas, 300 menos que los países industrializados de hoy. Y la cifra se reduce entrando más a la Edad Media.

Trabajar con ahínco mientras otros descansaban, no solo era un acto de mezquindad, sino en algunos casos, un delito.

Las figuras respetadas en la Edad Media era gente como Pedro el Ermitaño y San Francisco de Asís. Ambos cultivaban la pureza espiritual de la pobreza honesta y la abstinencia, en una vida no entorpecida por la productividad económica.

Pero esto no significa que en esta edad produjera solo santos. La mayoría de la gente deseaba mayor riqueza material, sin embargo carecía de la diligencia y el razonamiento lógico de las observaciones y los conceptos científicos, además les hubiera parecido ridículo reducir su tiempo libre y alterar sus valores tan solo por adquirir riquezas.

Cuenta algunas anécdotas, tanto de China como de Occidente, por ejemplo lo de la bella Sepia, perteneciente a la nobleza francesa, quien juró no quitarse la ropa interior hasta que su esposo regresara de las Cruzadas. La gente de esta época alababa sin reservas este acto, y no cambiarse la ropa interior durante años se transformó en moda. Para los antiguos romanos, los cuales amaban los baños, esta práctica abría sido intolerable.

En las sociedades medievales, con pocos bienes y mucho tiempo, economizar se consideraba un acto moralmente positivo y decoroso. La producción, procesamiento o distribución de bienes materiales no se consideraba importante. El afán de incrementar la abundancia material nunca significó tanto como para constituirse en paradigma rector. Cuando el hombre medieval con su indiferencia por las cosas materiales, consagraba su abundante tiempo a la contemplación, generaba fantasías ociosas y conceptos abstractos.

En tales condiciones, la mente del hombre se vuelca a la religión, donde prevalece el misticismo y el rechazo de lo mundano. Las religiones son esencialmente subjetivas, al menos en su origen. Sin embargo a medida que obtiene mas devotos, cobran su sesgo social y se vuelven mas organizadas, adquiriendo el poder para imponer y reprimir. Esto genera la imposición de sus subjetividades o dogmas, mientras se repudian o reprimen las perspectivas opuestas, por lo que en esta época se rechazó el “intelectualismo”.

¿Pero porqué finalizó la Edad Media?, se pregunta Sakaiya, por ello parte del siguiente planteamiento:

Para la sociedad antigua y la sociedad industrial moderna, la abundancia material es la fuente de la felicidad humana, en consecuencia, la gente constituyó sistemas, organizaciones y paradigmas sociales concordantes con el cumplimiento de estos fines.

Para la sociedad medieval, no tenían la noción de que la abundancia material era fuente de alegría, belleza y felicidad, ni pensaban que poner dicha abundancia al alcance de toda la sociedad constituye un objetivo justo y moral. La gente de la Edad Media, tanto en Oriente como en Occidente, destacaba la importancia de la fe en una visión comunal cuyos supuestos surgían de especulaciones totalmente subjetivas que se establecían y organizaban mediante la religión.

Pero regresemos a la pregunta, ¿Cuál fue la causa del colapso de esta sociedad medieval?. Sakaiya responde que: “Un incremento de la oferta de bienes materiales que la sociedad misma no había buscado a sabiendas”.

En esta parte Sakaiya analiza varios ejemplos históricos, y se apoya en varios pensadores modernos para reafirmar su aseveración.

Y luego continúa:

“El impulso empático urgió al hombre a usar lo que era abundante, y se montó la escena para un cambio de valores”.

¿Pero que hizo aumentar la productividad de esta sociedad medieval? Se han propuesto varias teorías: Cambio climático, popularización de las hachas y sierras de hierro, entre otros. Pero lo cierto es que existieron factores disgregadores, cambios en población, recursos y tecnología.

En cuanto al arte, ha perdido vigencia desde casi un siglo el racionalismo materialista que procura expresar las cosas objetivamente.

Luego analiza una época que la bautiza como “Protomoderna” y luego entra de lleno al “Postmodernismo”.

Este rechazo al racionalismo materialista, que inició con el arte, pasó a ser social, alrededor de los sesenta con “Mary Quant” y los “Beatles”, súbitamente la indumentaria comenzó a regirse por una forma de subjetividad social, que aunque fuera producto de la moda, ya no se regía por los criterios industriales del confort y la sencillez.

En la construcción a partir de los ochenta, donde los arquitectos comenzaron a diseñar el exterior con miras a expresar sus “convicciones”.

La realidad de la cultura, se aleja cada vez mas de la funcionalidad y la eficiencia.

La creciente marea de fundamentalismo islámico puede ser vista como una expresión de escepticismo hacia el espíritu racionalista de la modernidad.

El reconocimiento de que los recursos son limitados cobró fuerza a partir de los sesenta, las cuestiones de los límites de crecimiento se relacionaban más con el medio ambiente que con los recursos.

El primer informe del Club de Roma, “los límites del crecimiento”, publicado en 1970, sostiene que los daños causados por la polución, tendrá repercusiones en todo el planeta. La crisis petrolera que se produjo en ese tiempo y luego la de 1979, otorgó enorme credibilidad al informe.

Conjuntamente vinieron los grandes cambios demográficos: Africanos, Latinoamericanos.

Si la nación-estado moderna, o estado racial, surgió de una sociedad industrial que divide a la humanidad en categorías funcionales (rasgos físicos o idiomas), el posible colapso de este concepto puede constituir un elemento decisivo en el ocaso de la sociedad industrial que lo concibió.

Con los temas ambientales y de refugiados (o migrantes), han ido surgiendo nuevos pensamientos de los habitantes de los países avanzados, en una añoranza de “riquezas espirituales” y de mejor “calidad de vida”.

Hago un paréntesis en este punto, para realizarme una pregunta a mi mismo, y es que mi presencia en esta maestría no responde tal vez en una búsqueda de “subjetividad”.

Realiza una crítica a los ecologistas, diciendo que a la final sigue siendo un problema de distribución de los recursos que se la puede medir, pero preocupaciones como la elegancia, satisfacción sicológica, son imposibles de cuantificar.

Los cambios en los deseos de la gente no se lo pueden situar con el incremento de en la oferta y el consumo de bienes materiales, sino, insiste Sakaiya, en el contexto de un cambio ético y estético.

Otro elemento disgregados es la tecnología, le da mayor fuerza es a la tecnologías de las comunicaciones informáticas, y esto está creando un mundo donde habrá mucho tiempo para el ocio. Ello influirá muchísimo no solo sobre la vida cotidiana de la gente, sino sobre ciertos aspectos de la demanda.

A partir de ahora, a medida que la gente se acostumbre a la miniaturización y reducción de los precios de los ordenadores y a los avances de software, se acelerarán los ahorros en recursos y en energía.

Y la tercera repercusión de la tecnología es en la reducción de costos en la diversificación de productos. Pero la proliferación de productos eleva el costo facturación y distribución, y la distribución eleva a un más por los productos que pasan de moda. Sin embargo hay que hacerlo por la creciente propensión del consumidor a escoger productos acordes con su gusto individual. Los computadores se utilizan para bajar el costo de la diversificación a causa de esta predilección de los consumidores.

Hasta aquí había pensado que la competividad forzaba a dar mayores beneficios a costos menores, sin embargo, presenta que la “individualidad” del consumidor es el que obliga, teniendo “pingues” ganancias. Por ello muchos alegan que la diversificación es un fenómeno temporal e insalubre.

Es decir que es una inversión del concepto del “mérito de escala” que hasta solo una década una verdad eterna de sensatez económica.

Pero la tendencia a priorizar la “selectividad” y la “calidad” por encima de la cantidad es una corriente que se asienta en nuestra sociedad. En otras palabras la perspectiva ética de la sociedad industrial, que alentaba a los hombres a “fabricar más” mediante la estandarización y la producción masiva está perdiendo terreno. Es decir, existe un énfasis en los valores subjetivos.

Aunque el consumidor no sea conciente, esta subjetividad es parte de la conciencia social que se forma en cada miembro mediante la información que recibe sobre la moda y “lo que hacen los demás”.

Esto socava el poder de las grandes compañías, cuyo predominio era un artículo de “fe” desde la revolución industrial.

Antes una empresa que produce diez mil artículos, no podía competir contra una que producía un millón de artículos. Hoy el mercado está muy segmentado. Pero grandes o pequeñas, nunca serán estables sus ganancias.

Ahora, combinados el mayor tiempo para el ocio con la mayor capacidad de absorción de conocimiento y saber (juicio informado basado en la comparación de situaciones) promoverá la formación de varias formas de “subjetividad social” e induciendo la rápida mutación de dicha subjetividad.

Por ello para Sakaiya la sociedad venidera será:

Tenderá a consumir gran cantidad de tiempo y saber.
Menor interés en la cantidad de bienes materiales.
Utilizará su tiempo para asimilar conocimiento.
Mucha diversificación.
Subjetividad social en mutación constante que obligará con frecuencia a optar con rapidez.
Aparecimiento de una nueva forma de valor: “valor conocimiento”, por optar por un bien que demuestre que el consumidor es “inteligente” y que está “bien informado”. (Ethos de los grupos a los cuales creen pertenecer ciertos individuos).
Los productos de mayor venta serán los que contengan mucho valor-conocimiento, y éste constituirá la mayor fuente de crecimiento económico y rentabilidad empresarial.
El diseño, la imagen de la marca, la alta tecnología, o la capacidad de un producto para generar funciones específicas, poseerá cada ves mayor peso en el precio de los bienes y servicios.

Capítulo IV
La esencia de la sociedad del conocimiento

El ver la sociedad actual como una “sociedad ultaindustrial”, parte supuestos que le impiden abordar de otro modo el cambio que estamos experimentando.

“Quienes analizan únicamente el aspecto de la innovación tecnológica no avizoran las demás fuerzas que actúan dentro de un vasto proceso del cual el cambio tecnológico sólo constituye una parte. Dichos observadores, con una perspectiva tan limitada, jamás se habrían atrevido a imaginar que la revolución de la cultura popular de los años setenta podría combinarse con la percepción de un ámbito de recursos finitos de los setenta para generar una atmósfera donde disminuiría el afán de adquirir “más” según pautas físicas cuantificables, al tiempo que se realizaría la búsqueda del valor producido con el conocimiento.”

“En esencia, los desarrollos y la popularización de la tecnología de las comunicaciones informáticas que estallaron durante los años ochenta fueron resultados de progresos paulatinos que, al cambiar de rumbo en respuesta a los deseos de la gente, se difundieron explosivamente en áreas inesperadas. Lo que impulsó este desarrollo fue un cambio ético y estético que derivó de la gradual percepción de que los recursos materiales eran finitos y limitados.”

“… La mayoría de las innovaciones tecnológicas de hoy procuran incrementar la variable de valor conocimiento en los productos y en la sociedad, mientras se reduce la dependencia de los bienes materiales al desplegar mayor diversificación y base informativa. La verdadera aportación de estas innovaciones consiste en alentar el incremento de la oferta de valor conocimiento creativo”

Anteriormente teníamos variables como “producto interno bruto”, pero hoy hablamos de “imagen”, “calidad del diseño”, “espacio urbano que posee todas las comodidades”, estas se evalúan en forma relativa y subjetiva.

Los cambios producidos especialmente en los Estados Unidos desde 1980 no se pude calificar de meras innovaciones tecnológicas o modas efímeras. Están señalando una trasformación fundamental que acontece dos siglos después de la revolución industrial, y que podría describirse como la revolución del conocimiento.

Dejemos de satanizar a los “marketineros” que nos obligan a comprar algo que realmente no queremos, respondemos a una ética y una estética de una época, de acuerdo a Sakaiya.

Luego Sakaiya empieza se pregunta: ¿Cómo será la sociedad del conocimiento?

Antes de responder esta pregunta analiza la naturaleza esencial de la variable valor conocimiento cuya importancia la pretende demostrar. Esta nace de percepciones subjetivas (de un grupo de personas o la sociedad en general). Y está sometida a cambios acelerados e inconstantes. Compara el precio del acero con el de una corbata, el primero permanece casi constante, el segundo, dependiendo de la moda tiene un valor alto al inicio y luego baja, sería un milagro que suba, ya que su valor conocimiento se ha reducido a cero. Este mismo principio se puede aplicar a la tecnología y la información. Por ejemplo el VHS, esta tecnología ya no posee ningún valor conocimiento. En definitiva el valor conocimiento es como una estrella fugaz.

Entonces encontramos la primera regla, la cual será que la economía se muy inestable. Ahora la sociedad es mucho más dinámica que la sociedad industrial.

¿Pero como se puede determinar un precio sin relación con el coste?, muy simple “el precio apropiado” a ojos de los consumidores. Es muy común hoy en día que en una encuesta de mercadeo le pregunten “¿Cuánto estaría dispuesto a pagar?”, otros factores podrían ser: costo de productos similares, los comentarios en los medios masivos, la reputación del producto, también el azar pues el valor conocimiento es de naturaleza transitoria, pero el factor crítico es el costo de las decisiones. Cuando un consumidor opta u cosa por otra, no se puede decir que no tenga mas dinero, sino mas bien que el tiempo y la reputación ha cobrado mas importancia que el dinero en sociedades opulentas. Por ejemplo en la compra de un terno y es más evidente cuando se consume entretenimiento, se renuncia a otra posibilidad y supone un costo en la decisión.

Pone el ejemplo que un chico desea retirarse del colegio, entonces los padres le motivan con la compra de una motocicleta, ya que el costo financiero está contrapesado por el costo psicológico de la decisión de “no enviarlo”. El costo de la decisión tiene un valor negativo. El “costo de la decisión”, cobrará gran relevancia en futuros análisis microeconómicos, vaticina Sakaiya.

La segunda característica será el valor conocimiento descartable, esto se dará por las “variaciones” de un producto que se venderá como “algo mejor”, habrá por lo tanto, mayor diversificación y se reducirá aun más del lote de producción de cada producto, el ritmo del cambio tecnológico se acelerará y la longevidad de las modas será cada ves mas breve. La sociedad del conocimiento se llevará a extremos radicales, en donde se intentará mejorar la imagen de los productos presentándolos como producto de un gran intelecto, know-how y saber. Habrá exceso de utilería intelectual.

En una sociedad del conocimiento, aumentan los gastos en investigación, desarrollo y diseño consagrados al valor conocimiento, pero éste cobra un peso creciente en la estructura de precios debido a la ampliación del valor subjetivo independiente que poseen dichos elementos. Por ello no comprenderemos a la sociedad del conocimiento si la equiparamos con una simple tendencia hacia el software o en contra de las cosas materiales en cuanto tales. Por ello cambiaremos de los valores objetivos simbióticos a los valores subjetivos independientes afirma Sakaiya. Pone el ejemplo de la publicidad, en donde en la era industrial buscaba la reducción de costos debido a méritos de escala y en la era del conocimiento incrementará los precios o valor debido a formación de subjetividad social.

Otras características:

Unión del trabajo, capital y medios de producción.
Sociedad centrada en la “corriente media” urbana.
Organizaciones de las “sociedad anónima” a lo personalizado.
Nuevas cualidades en los jefes:

Capacidad de pronosticar que tecnología crecerá y cual se pondrá de moda.
Capacidad de tomar decisiones para ejecutar el pronóstico.
Rápida ejecución de la decisión.
Capacidad de propiciar el ambiente necesario para generar información útil e ideas que conduzcan a la creación de valor conocimiento.

En la sociedad industrial lo que mas importaba era la capacidad de gestión burocrática, en la del conocimiento será la capacidad de avizorar nuevos horizontes y estar “bien plantado en tierra”.

Colapsará el mecanismo de precios.
Cambiarán los criterios para seleccionar lugar de trabajo.
Involuntaria redistribución internacional de la riqueza, por cuanto los enormes requerimientos de capital que involucran las finanzas internacionales y las deudas nacionales han ingresado en “el reino de la abstracción”.
Será el fin de los “estados materialistas raciales” y se establecerán zonas ideológicas difusas que reúne un punto de vista social común (resurgimiento de nacionalismos).



Capítulo VI
La revolución del conocimiento y la derrota del socialismo

Para Sakaiya, la caída del socialismo se debe a que se basa en los supuestos de la sociedad industrial y no puede sobrevivir en donde la revolución del conocimiento se ha vuelto predominante.

“El socialismo tal como se concibió originalmente —es decir, el marxismo—parte del supuesto de que si el hombre tiene suficiente información y se halla en una situación donde puede hacer juicios lúcidos, realiza opciones objetivas y racionales en lo concerniente a las medidas económicas que resultaran más ventajosas. El Homo Economicus de Marx es capaz de actuar sobre la base racional del materialismo. Los socialistas creían en la economía planificada y el gobierno unipartidario, porque aceptaban la premisa de que el hombre puede tomar decisiones racionales y “científicas” en cuestiones económicas.”

“Se podría solicitar a un especialista capaz, por ejemplo, que diseñara un único y perfecto coche estándar que se conformaría a las necesidades de una familia de cuatro personas que disponen de un ingreso anual de cincuenta mil dólares. Si aceptamos la premisa de que el proceso es básicamente racional, tendría que existir una sola solución correcta e ideal para el problema, una solución que incluyera el tamaño, los accesorios y el estilo adecuados para la situación.”

Esto sería extensivo para la indumentaria, la vivienda, el ocio y los servicios médicos.

Esta idea no solo fue abrazada por países socialistas, sino también por burócratas tanto de Alemania (años treinta) y por Japón (años cuarenta). Se realizaron por ejemplo vehículos estandarizados para una familia “tipo”.

Esto lleva a crear “especialistas” que pueden determinar “objetivamente” el estándar y estilo de vida “adecuados” para cada persona.

La esencia de esta perspectiva podría resumirse en estas palabras:

“Sé que debería funcionar, pero un experto afronta grandes dificultades para decidir cuál es el producto perfecto para cada grupo o individuo. Y no hay modo de que alguien determine cuál es la asignación óptima ni el estilo de vida perfecto para cada individuo. No tenemos suficiente información para intentarlo, ni gente suficiente para procesar la información, aunque lográramos compilarla”.


Esto no es una negación de la filosofía socialista; sino la dificultad de su concreción.

Se ha culpado a la incompetencia de las organizaciones y de la gente, o al caos generado por la presión extranjera, o a su dirigencia. En 1960 Nikita Kruschev, secretario general del Partido Comunista soviético y crítico de Stalin, declaró que:

“Dentro de veinticinco años, en 1985, el ingreso per cápita de la Unión Soviética superará el de Estados Unidos, la más avanzada de las economías capitalistas”



Cuando en 1960 Nikita Kruschev, secretario general del Partido Comunista soviético y acerbo crítico de Stalin, declaró que:

“Dentro de veinticinco años, en 1985, el ingreso per cápita de la Unión Soviética superará el de Estados Unidos, la más avanzada de las economías capitalistas”

Pero estas son excusas, para Sakaiya el socialismo adolece de dos falsos supuestos, veámoslo en sus propias palabras:

“El socialismo, que a primera vista parece una teoría tan precisa y abarcadora, adolece de dos supuestos falsos que lo condenan al fracaso. Primero, su materialismo; segundo, su hipótesis de que el hombre es un ser económico capaz de determinar objetivamente lo que más le conviene.


“Desde fines de los años sesenta, los países avanzados de Occidente comenzaron a valorar la subjetividad por encima de la objetividad, y a atribuir más importancia a la satisfacción que podía brindar un producto que a su estricta conveniencia funcional. Esta tendencia, que afecta los estilos de vida y la cultura y se conoce como postmodernismo, está hoy bastante difundida.”

“La difusión de una estética postmoderna, ha minado teórica y prácticamente la objetividad absoluta y el materialismo que constituían la base del socialismo. La razón por la cual los soviéticos y los dirigentes del bloque oriental se oponían tanto a permitir cualquier manifestación de cultura postmoderna, debió haber sido su captación instintiva de la amenaza que ello planteaba.”

“A fines de la década de 1980, el fenómeno que reflejaba más claramente el impacto del desarrollo tecnológico y la menguante oferta de recursos disponibles —en otras palabras, la revolución del conocimiento— había alcanzado un desarrollo tan intenso en Occidente que ni la Unión Soviética ni los países del bloque oriental —ni siquiera, en parte, China— pudieron cerrarse a su influencia. Cuando las transmisiones satelitales y los videocasetes llevaron noticias sobre la revolución del conocimiento, la Cortina de Hierro dejó de funcionar como barrera.”

“En los países avanzados de Occidente, caracterizados por un mayor nivel económico y una mayor difusión de la tecnología, la revolución del conocimiento ha progresado mucho más y su impacto ha sido más polifacético. Si no ha llevado a los países occidentales al borde de la destrucción, como ocurrió en el Este, no es porque la revolución del conocimiento haya provocado menos cambios en los países occidentales, pues en rigor ha provocado muchos más, sino porque los sistemas de economía libre de Occidente poseían la flexibilidad para afrontarlos.”

“Pero todos estos cambios no detendrán la revolución del conocimiento, que es la tendencia social dominante. La escasez de capital y recursos activará el impulso empático del hombre, y la gran derrota de esa filosofía industrial extrema denominada socialismo, contribuirá a liberar la mente de la gente de los supuestos y axiomas que por tanto tiempo fueron caros a la sociedad industrial, desatando la imaginación para crear nuevas soluciones y conceptos.”

FIN

Nota: No se ha resumido el capítulo 5 por cuanto analiza a la sociedad japonesa, la cual no fue de mi interés.

2. Estado de la situación actual


De la lectura de este libro no encontré una diferenciación clara entre información y conocimiento, es más, son muchas veces sinónimos. Por ello busqué una epistemología para poder diferenciarla: “Sociedad del conocimiento o Sociedad de la Información”. Creo que Sally Burch nos puede ayudar con su artículo justamente aclarando el manejo de estos conceptos:

Sally Burch

Periodista independiente británica, residente en Ecuador desde 1983. Es directora ejecutiva de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI). Ha publicado numerosos escritos sobre el tema de comunicación y nuevas tecnologías. Co-autora de los libros: Movimientos Sociales en la Red (ALAI, 2001) y “Se cayó el sistema”: Enredos de la Sociedad de la Información (ALAI, 2003). Entre 1990 y 1993, lideró la implementación del primer nodo de correo electrónico en Ecuador (Ecuanex). En 1993-95 fue coordinadora mundial del Programa de Apoyo a las Redes de Mujeres de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC), iniciativa pionera en motivar a las mujeres a apropiarse del uso de Internet para la IV Conferencia Mundial de la Mujer de la ONU. En 2001-2003 actuó como co-coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Contenidos y Temas de Sociedad Civil en el marco de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información de la ONU. Es licenciada en literatura de la Universidad de Warwick (Inglaterra) y tiene un diploma en periodismo de la Universidad Concordia (Montreal, Canadá).


Sociedad de la información / Sociedad del conocimiento

¿Vivimos en una época de cambios o un cambio de época? ¿Cómo caracterizar a las profundas transformaciones que vienen con la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Se trata de una nueva etapa de la sociedad industrial o estamos entrando en una nueva era? “Aldea global”, “era tecnotrónica”, “sociedad postindustrial”, “era -o sociedad- de la información” y “sociedad del conocimiento” son algunos de los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender el alcance de estos cambios. Pero mientras el debate prosigue en el ámbito teórico, la realidad corre por delante y los medios de comunicación eligen los nombres que hemos de usar.

Cualquier término que usemos, en el fondo, es un atajo que nos permite hacer referencia a un fenómeno -actual o futuro-, sin tener que describirlo cada vez; pero el término escogido no define, de por sí, un contenido. El contenido emerge de los usos en un contexto social dado, que a su vez influyen en las percepciones y expectativas ya que cada término lleva consigo un pasado y un sentido (o sentidos), con su respectivo bagaje ideológico. Era de esperarse, entonces, que cualquier término que se quiera emplear para designar la sociedad en la que vivimos, o a la cual aspiramos, sea objeto de una disputa de sentidos, tras la que se enfrentan diferentes proyectos de sociedad.

En el marco de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información -CMSI-, hay dos términos que han ocupado el escenario: sociedad de la información y sociedad del conocimiento, con sus respectivas variantes. Pero, si bien el marco impuso el uso del primero, desde un inicio provocó disconformidad y ningún término ha logrado un consenso.


Historia de los términos
Sociedad de la información


En la última década, la expresión “sociedad de la información” se ha consagrado sin lugar a dudas como el término hegemónico, no necesariamente porque exprese una claridad teórica, sino por el bautizo que recibió en las políticas oficiales de los países más desarrollados, además de la coronación que significó honrarlo con una Cumbre Mundial.

Los antecedentes del término, sin embargo, datan de décadas anteriores. En 1973, el sociólogo estadounidense Daniel Bell introdujo la noción de la “sociedad de la información” en su libro El advenimiento de la sociedad post-industrial, donde formula que el eje principal de ésta será el conocimiento teórico y advierte que los servicios basados en el conocimiento habrán de convertirse en la estructura central de la nueva economía y de una sociedad apuntalada en la información, donde las ideologías resultarán sobrando.

Esta expresión reaparece con fuerza en los años 90, en el contexto del desarrollo de Internet y de las TIC. A partir de 1995, fue incluida en la agenda de las reuniones del G7 (luego G8, donde se juntan los jefes de Estado o gobierno de las naciones más poderosas del planeta). Se ha abordado en foros de la Comunidad Europea y de la OCDE (los treinta países más desarrollados del mundo) y ha sido adoptada por el gobierno de los Estados Unidos, así como por varias agencias de las Naciones Unidas y por el Grupo Banco Mundial. Todo ello con gran eco mediático. A partir de 1998, fue elegida, primero en la Unión Internacional de Telecomunicaciones y luego en la ONU, como el nombre de la Cumbre Mundial a realizarse en 2003 y 2005.

En este contexto, el concepto de “Sociedad de la Información”, como construcción política e ideológica, se ha desarrollado de la mano de la globalización neoliberal, cuya principal meta ha sido acelerar la instauración de un mercado mundial abierto y “autoregulado”. Esta política ha contado con la estrecha colaboración de organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para que los países débiles abandonen las regulaciones nacionales o medidas proteccionistas que “desalentarían” la inversión; todo ello con el conocido resultado de la escandalosa profundización de las brechas entre ricos y pobres en el mundo.

En efecto, para fines de siglo, cuando la mayoría de los países desarrollados ya habían adoptado políticas de desarrollo de la infraestructura de las TIC, se produce el auge espectacular del mercado de acciones de la industria de la comunicación. Pero los mercados del Norte comienzan a saturarse. Entonces, se intensifican las presiones hacia los países en desarrollo para que dejen la vía libre a la inversión de las empresas de telecomunicaciones e informática, en busca de nuevos mercados para absorber sus excedentes de ganancias. Es en este contexto que se convoca la CMSI; panorama que se modifica, sin embargo, una vez que estalla la burbuja bursátil a partir del año 2000. No obstante esta realidad y el rol clave que las tecnologías de la comunicación han desempeñado en la aceleración de la globalización económica, su imagen pública está más asociada a los aspectos más “amigables” de la globalización, como Internet, telefonía celular e internacional, TV por satélite, etc. Así, la sociedad de la información ha asumido la función de “embajadora de buena voluntad” de la globalización, cuyos “beneficios” podrían estar al alcance de todos/as, si solamente se pudiera estrechar la “brecha digital”

Sociedad del conocimiento

La noción de “sociedad del conocimiento” (knowledge society) surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”.

La UNESCO, en particular, ha adoptado el término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”, dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación únicamente con la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información), escribe: “La sociedad de la Información es la piedra angular de las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información”, a mi parecer, está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”, mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. El concepto de “sociedades del conocimiento” es preferible al de la “sociedad de la información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando. (...) el conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad”.

Un matiz en este debate, que solo concierne a los idiomas latinos, es la distinción entre sociedad del “conocimiento” o del “saber” (ambos traducen el término inglés “knowledge society”). La noción de “saberes” implica certezas más precisas o prácticas, mientras que conocimiento abarca una comprensión más global o analítica. André Gorz considera que los conocimientos se refieren a “contenidos formalizados, objetivados, que no pueden, por definición, pertenecer a las personas... El saber está hecho de experiencias y de prácticas que se volvieron evidencias intuitivas y costumbres”. Para Gorz, la “inteligencia” cubre toda la gama de capacidades que permite combinar saberes con conocimientos. Sugiere, entonces, que “knowledge society” se traduzca por “sociedad de la inteligencia”.
En todo caso, por lo general, en este contexto se utiliza indistintamente sociedad del conocimiento o del saber, si bien en español conocimiento parece ser más usual.

Definiciones actuales: el estado del Arte


Es preciso diferenciar aquí aquellas definiciones que apuntan a caracterizar una realidad existente o emergente de aquellas que expresan una visión -o anhelo- de una sociedad potencial. Las dos son relevantes: las primeras por su aporte al análisis, las segundas porque orientan políticas y acciones.


En la primera categoría nos referiremos a Manuel Castells por ser uno de los investigadores que más ha desarrollado el tema, además de ser una autoridad reconocida en la materia. Castells prefiere el término “sociedad informacional” antes que “sociedad de la información” (haciendo la comparación con la diferencia entre industria e industrial). Él señala que si bien el conocimiento y la información son elementos decisivos en todos los modos de desarrollo, “el término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico”.


Más adelante precisa: “Lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el carácter central del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese conocimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos”. Y acota: “La difusión de la tecnología amplifica infinitamente su poder cuando sus usuarios se la apropian y la redefinen. Las nuevas tecnologías de la información no son sólo herramientas que aplicar, sino procesos que desarrollar. (...) Por primera vez en la historia, la mente humana es una fuerza productiva directa, no sólo un elemento decisivo del sistema de producción”.


En cuanto a la sociedad del conocimiento, en una publicación posterior señala: “se trata de una sociedad en la que las condiciones de generación de conocimiento y procesamiento de información han sido sustancialmente alteradas por una revolución tecnológica centrada en el procesamiento de información, en la generación del conocimiento y en las tecnologías de la información”.


Yves Courrier, refiriéndose a Castells, diferencia los dos términos de esta forma: “sociedad de la información” pone el énfasis en el contenido del trabajo (el proceso de captar, procesar y comunicar las informaciones necesarias), y “sociedad del conocimiento” en los agentes económicos, que deben poseer cualificaciones superiores para el ejercicio de su trabajo.


Con respecto a las visiones, se destacan los documentos que resultaron de la CMSI, por surgir de un proceso mundial. La Declaración de Principios de Ginebra, adoptada por los gobiernos -con significativos aportes de la sociedad civil-, expresa en su primer artículo:


“Nosotros (...) declaramos nuestro deseo y compromiso comunes de construir una Sociedad de la Información centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y respetando plenamente y defendiendo la Declaración Universal de Derechos Humanos.”


Por su parte, la Declaración de la Sociedad Civil extiende su visión sobre varios párrafos, pero lo esencial dice:


“Nos comprometemos a constituir sociedades de la información y la comunicación centradas en la gente, incluyentes y equitativas. Sociedades en las que todas y todos puedan crear, utilizar, compartir y diseminar libremente la información y el conocimiento, así como acceder a éstos, con el fin de que particulares, comunidades y pueblos sean habilitados y habilitadas para mejorar su calidad de vida y llevar a la práctica su pleno potencial”. A continuación, esta Declaración añade los principios de justicia social, política y económica, y de la plena participación y habilitación de los pueblos; destaca los objetivos de desarrollo sostenible, democracia e igualdad de género; y evoca sociedades en donde el desarrollo se enmarque en los derechos humanos fundamentales y esté orientado a lograr una distribución más equitativa de los recursos."

Debates en curso
Una de las metas de la convocatoria de la primera fase de la CMSI era justamente la de desarrollar una visión común de la sociedad de la información. Aunque buena parte de las delegaciones gubernamentales y del sector privado le dieron poca importancia a este aspecto, para muchas organizaciones de la sociedad civil se trataba de un aspecto clave, pues allí tenía lugar la disputa de sentidos, poniéndose en evidencia la confrontación de proyectos de sociedad.
De hecho, todo el proceso ha estado cruzado por -al menos- dos enfoques distintos, que a grandes rasgos se pueden resumir de la siguiente manera:


Para el primer enfoque, hablar de sociedad de la información se refiere a un nuevo paradigma de desarrollo que asigna a la tecnología un rol causal en el ordenamiento social, ubicándola como motor del desarrollo económico.


Para los países en desarrollo, este discurso implica que la transición hacia la sociedad de la información es esencialmente una cuestión de tiempo y de decisión política para crear las “condiciones habilitadoras” adecuadas. Algo parecido sucedería con relación a los sectores sociales afectados por la brecha digital, a los cuales habría que incluir mediante programas de acceso universal.


Al colocar a la tecnología en el centro de este modelo, la industria de telecomunicaciones aparece como la llamada a liderar su desarrollo; mientras que la industria productora de servicios y contenidos digitales asume una influencia inédita.


El segundo enfoque, que impugnó a este primero en el proceso de la Cumbre, sostiene que la nueva etapa del desarrollo humano en la cual estamos entrando se caracteriza por el predominio que han alcanzado la información, la comunicación y el conocimiento en la economía y en el conjunto de las actividades humanas. Según este enfoque, la tecnología es el soporte que ha desencadenado una aceleración de este proceso; pero no es un factor neutro, ni su rumbo es inexorable, puesto que el propio desarrollo tecnológico es orientado por juegos de intereses.


Siguiendo esta perspectiva, las políticas para el desarrollo de la sociedad de la información deben centrarse en los seres humanos, deben concebirse en función de sus necesidades y dentro de un marco de derechos humanos y justicia social. Los países en desarrollo y los actores sociales deberían tener un rol clave en la orientación de dicho proceso y de las decisiones.


En otras palabras, para este segundo enfoque, lo fundamental no es “información” sino “sociedad”. Mientras la primera hace referencia a datos, canales de transmisión y espacios de almacenamiento, la segunda habla de seres humanos, de culturas, de formas de organización y comunicación. La información se determina en función de la sociedad y no a la inversa.


Por ello, la Campaña por los Derechos a la Comunicación en la Sociedad de la Información -CRIS- señala en el documento sobre la CMSI “La Pregunta para la Sociedad Civil de cara a la CMSI” señala:


“Si la sociedad civil va a adoptar y rescatar la noción de una sociedad de la información, debe regresar a estas nociones básicas, planteando las preguntas correctas: ¿Quién genera y posee la información y el conocimiento? ¿De qué manera está valorizado?


¿De qué manera es difundido y distribuido el conocimiento? ¿Quiénes son los guardianes? ¿Qué limita y facilita el uso del conocimiento por parte de la gente para lograr sus metas? ¿Quién está mejor y peor posicionado para aprovechar este conocimiento?”


Formulaciones alternativas en debate
Dado el predominio adquirido por el término “sociedad de la información”, las formulaciones alternativas tienden a tomarla como referente para demarcarse. Una primera objeción tiene que ver con la palabra “sociedad” en singular, como si se tratara de una sociedad mundial uniforme. Se propone como alternativa hablar de “sociedades” (en plural) de la información o del conocimiento. Varios documentos de la UNESCO se refieren a “sociedades del conocimiento” (o del saber). Esta idea fue recogida por actores de la sociedad civil que participaron en la Cumbre y que adoptaron el término “sociedades” en sus documentos de consenso.


En cuanto a “información”, el argumento que aportó Antonio Pasquali (2002) tuvo bastante eco en la sociedad civil en la Cumbre: “Informar connota por lo esencial mensajes unidireccionales causativos y ordenadores con tendencia a modificar el comportamiento de un perceptor pasivo; Comunicar, la interrelación de mensajes relacionales, dialogales y socializantes entre interlocutores igualmente habilitados para una libre y simultánea recepción/emisión. Si la Información tiende a disociar y jerarquizar los polos de la relación, la Comunicación tiende a asociarlos; sólo la Comunicación puede dar nacimiento a estructuras sociales” (énfasis del autor).
Y de hecho, los documentos de consenso de la sociedad civil adoptaron la fórmula “sociedades de la información y la comunicación”, para demarcarse de la visión tecnocéntrica presente en el discurso oficial, sin perder la referencia al tema de la Cumbre. Se podría considerar que esta opción fue un gesto importante en el contexto de la CMSI, pero no deja de ser una formulación pesada para el uso corriente.


En cuanto al debate en torno a “sociedad del conocimiento”, quienes lo defienden consideran que evoca justamente una visión más integral y un proceso esencialmente humano. Otros, sin embargo, la objetan por la asociación con el concepto dominante, que reduce el conocimiento a su función económica (la noción, por ejemplo, del “knowledge management” en las empresas, que apunta esencialmente a cómo recabar y sacar provecho de los conocimientos de sus empleados); o que valora solamente el tipo de conocimiento supuestamente objetivo, científico y digitalizable en desmedro de aquellos que no lo son.


Una variante interesante, que surgió en el marco de los debates en torno a la CMSI, si bien tuvo poco eco en el proceso, es la de “sociedad(es) del saber compartido” o “de los saberes compartidos”.


Fue propuesta, entre otros, por Adama Samassékou (en ese entonces presidente del buró de la CMSI), quien dijo de la sociedad de la información: “Es importante comprender qué cubre este concepto: no se trata de una información que se difunde y se comparte sino más bien de una sociedad en la que se quiere comunicar de otra manera y compartir un saber. Se trata, pues, de una sociedad del saber compartido y del conocimiento”.


Definiciones alternas
El concepto de “sociedad de la información”, nacido bajo los preceptos de la globalización neoliberal, sobrentiende que en adelante serán las “revoluciones tecnológicas”, las que determinen el rumbo del desarrollo; los conflictos sociales serían cosa del pasado. Por lo mismo, este concepto no es el más adecuado para calificar las nuevas tendencias de las sociedades, ni mucho menos para describir un proyecto contrahegemónico de sociedad.


Nuestro planteamiento es que, más allá de debatir lo apropiado de tal o cual término, lo fundamental es impugnar y deslegitimar cualquier término o definición que refuerce esta concepción tecnocéntrica de la sociedad.


No pretendemos aquí proponer una fórmula alternativa, sino, más bien, presentar algunos criterios para alimentar el debate.


Primero, acogemos la noción de que cualquier referencia a “sociedades” debe hacerse en plural, reconociendo la heterogeneidad y diversidad de las sociedades humanas. Ello implica también reafirmar el interés de que cada sociedad se apropie de las tecnologías para sus prioridades particulares de desarrollo y no que deba adaptarse a ellas para poder ser parte de una supuesta sociedad de la información predefinida.


Segundo, afirmamos que cualquier definición que use el término “sociedad” no puede describir una realidad circunscrita a Internet o a las TIC. Internet puede ser un nuevo escenario de interacción social, pero esta interacción está estrechamente integrada al mundo físico y los dos ámbitos se transforman mutuamente.


Por último, apostamos por un proyecto de sociedad donde la información sea un bien público, no una mercancía, la comunicación un proceso participativo e interactivo, el conocimiento una construcción social compartida, no una propiedad privada, y las tecnologías un soporte para todo ello, sin que se conviertan en un fin en sí.


3. Otros análisis


En este punto recomiendo ver las siguientes videos:
http://www.youtube.com/watch?v=CzYzVXxbAoA

Y “la paradoja de la sociedad del conocimiento”, interesante entrevista a Hiroshi Tasaka, filósofo, ingeniero y profesor de las Universidad de Tama, fundador del SophiaBank, banco de capital intelectual en la red.

http://www.youtube.com/watch?v=alf-WIE___M&hl=es

4. ANALISIS CORTO DE: “HISTORIA DEL FUTURO: LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO” TAICHI SAKAIYA





Del libro se desprenden dos ideas claras: “Sociedad” y “Conocimiento”, ahora si las intersecamos encontramos otras dos ideas, estas son: “Sociedad del Conocimiento” y “Conocimiento de la Sociedad”. Estas cuatro ideas las voy a desarrollar desde el punto de vista de Sakaiya:

1. Sociedad


La sociedad es monolítica, es una sola, un conglomerado de gente. Trata de visualizarla como uniforme en su historia, que a pesar de las diferentes culturas han atravesado etapas parecidas empujadas por las diferentes etapas que han atravesado “el planeta tierra”. Su punto de unión es el que el bautiza como “el impulso empático”, este cambia la percepción de las personas en su “ética y estética”, pero no de forma rápida en el tiempo, sino en varias generaciones.

Su método de análisis de la sociedad radica en ubicar que es lo que abunda en determinada época y encontraremos respuestas a su comportamiento, en su “producción”, en su “sentir”.

Para él “la naturaleza humana” es posible de predecir su comportamiento y por lo tanto su historia basado en los “supuestos“ que los propone.

Esto da a entender que la historia humana es lineal y no hay como hacer nada para cambiarla, “sentémonos a esperar lo que viene”. Para ello se apoya en Teclídides quien dijo: “la historia del futuro, mientras la naturaleza humana continúe guiándola, se desplegará en líneas similares aunque las condiciones específicas a las cuales deba responder esa naturaleza sean diferentes”.

Trata de alejarse de un tecno centrismo al recalcar que la tecnología es un factor disgregador más, ya que se necesita de varios para que se realice un cambio de sociedad.

Para él la sociedad es “consumista”, pero no en el sentido peyorativo que le damos actualmente (este párrafo daría le daría la razón en nuestro cambio actual de describir lo que es bueno y malo), sino más bien, todo lo que hace un ser humano para él es consumo: energía, tiempo, espacio.

Denota claramente su “ideología política”, que indudablemente es “liberal”, continuamente realiza críticas al socialismo y es más le dedica el último capítulo.


2. Conocimiento


Ubica como sinónimo algunas palabras como información, conocimiento e incluso saberes. Pero en ves de aclarar causa confusión en el lector. Ya que nunca la define más si afirma lo siguiente:

“La acumulación de saber aumenta a medida que el conocimiento y la experiencia humana crecen y se propagan por los sistemas educativos y las redes de información y comunicación que hemos desarrollado, y el modo en que la gente percibe y discierne estos datos continuamente adapta y reforma lo que denominamos saber.”

Podríamos discernir de este párrafo, es que el conocimiento, para Sakaiya, posee dos componentes, y estos son intrínsicos y extrínsecos, concientes e inconcientes que provienes de la “percepción”.

Acuña un interesante concepto llamado “valor conocimiento”, y es que le damos de manera subjetiva a un objeto o servicio.

“El conocimiento es lo que abunda en la sociedad actual”, afirma Sakaiya, pero otros estarían de acuerdo en cambiarla por “información”. El debate epistémico se encuentra abierto en mi opinión.

3. Sociedad del conocimiento.

El libro se relaciona casi enteramente bajo esta relación. Ya que el visualiza el futuro en donde abunda el conocimiento y por lo tanto empujado por el “impulso empático” la sociedad creará sus propios paradigmas, su ética y estética bajo estas premisas.

Ahora conectando a lo que buscaba al inicio en este libro, a pesar de no estar de acuerdo en muchas aseveraciones de Sakaiya, si me respondió a cierta pregunta que tenía al inicio de su lectura, y esta es muy simple, si el conocimiento es lo que abunda, el debate está abierto si es mercancía o no. Pensadores como Richard Stallman, desde el software, plantea que no lo es, y empresas como Microsoft insiste que si lo es, bajo la figura de “propiedad intelectual”. No voy a responder esta cuestión, a pesar que ya tengo una posición.


4. Conocimiento de la sociedad

Esta relación no la desarrolla Sakaiya en su libro, da a entender de una manera “subjetiva” para utilizar un término muy utilizado por el autor, que si la historia del hombre es lineal, por lo tanto el conocimiento es acumulativo para él, mas es solo una interpretación, puedo estar errado.

Por otro lado el término me gusta, por cuanto da a entender que la relación que tiene la sociedad con el conocimiento es para resolver lo que desea una determinada sociedad, es decir cada sociedad debe construir su propio conocimiento y no a la inversa.

martes, 2 de junio de 2009

¿Vecinos o ciudadanos?: la identidad del Reino y la Audiencia de Quito a finales del período colonial.

Carlos Paladines
CCE.- Mayo del 2009

"En este momento, me parece, señores, que tengo dentro de mis manos a todo el globo; y lo examino, yo lo revuelvo por todas partes, yo observo sus innumerables posiciones, y en todo él no encuentro horizonte más risueño, clima más benigno, campos más verdes y fecundos, cielo más claro y sereno que el de Quito,..."

INTRODUCCIÓN

En el No. 2 de Primicias de la Cultura de Quito -1792-, bajo el titular: “Avisos interesantes”, se publica una nota suscrita por Pedro Lucas Larrea.

La voy a citar in extenso por el valor que tiene para el propósito de examinar la visión que de Quito, de la Audiencia de Quito, tuvo el movimiento ilustrado. La carta es una especie de cantera de la cual extraeré el material necesario para reconstruir ese rico proceso que desarrolló el movimiento ilustrado para imaginar, entender y construir la identidad de la Audiencia.

El epicentro de dicha concepción y construcción lo sintetizo en la pregunta: ¿Vecinos o ciudadanos de Quito?, disyuntiva o paradoja que desde el punto de vista de la lógica formal se presenta como contraria o excluyente de uno de los dos polos, pero que desde una lógica histórica o dialéctica integra o incluye a ambos elementos: la ‘vecindad’ y la ‘ciudadanía’, sin desconocer la diversidad de su lógica política y hasta de sus tensiones y enfrentamientos, los mismos que se asumieron en un proceso histórico que consiguió, años más tarde, el fin de trescientos y más años de dominación y el inicio de una nueva forma de vida: la republicana y democrática, unidad ésta, de orden superior.

Dice Pedro Lucas Larrea: “Señor doctor don Eugenio Espejo. Muy señor mío y dueño de mi singular estimación: La complacencia con que he leído siempre las bellas producciones de su admirable Ingenio, me hizo que traslade el Discurso dirigido a Quito con el pensamiento ventajoso de la erección de una Sociedad Patriótica. Esta copia la remití a mis hermanos los Ex jesuitas quienes me responden las cláusulas siguientes: “Ahora estamos ambos traduciendo en italiano la bella Historia de Quito, que en tres tomos ha escrito en español nuestro paisano Don Juan Velasco. Ambrosio traduce la parte de la historia natural de plantas, animales, pájaros, minerales, etc. Y yo la parte de la historia civil y política: y no pensamos en el día, sino en imprimir dicha Historia en italiano, si se puede, que será muy celebrada. (…)

Verdaderamente es pieza admirable, y digna de que la vea todo el Mundo. Su autor muestra en ella su gran talento, su vasta erudición y sus grandes y ventajosas ideas en beneficio de la Patria: Pensamos enviarla a Roma a Ayllón, a Faenza, a Velasco, para que la inserte en la admirable Historia que escribe de Quito en español, y a otras partes, dicho Discurso, para que hagan concepto del sobresaliente ingenio de nuestro compatriota Espejo. (…)Todos los autores que cita Espejo, los hemos leído acá con horror, por las enormes imposturas, falsedades, y denigratísimos dibujos de toda la América, y los Americanos; principalmente el maligno, y fanático Prusiano Monsieur Paw, quien dice tantas bestialidades de los Americanos. Contra todos ellos han escrito admirablemente Don Francisco Xavier Clavijero, en su excelente Historia de México; un Chileno Molina, en la Historia de Chile; y nuestro Don Juan Velasco en la cita de Quito”.

EL ESCENARIO Y LOS ACTORES

La carta de Pedro Lucas y de su hermano Ambrosio Larrea se formuló en una circunstancia especial: la expatriación de que eran víctimas ambos y alrededor de 300 jesuitas; y toma en cuenta al menos a cinco actores: al ‘padre de la historiografía’ ecuatoriana: Juan de Velasco; al ‘padre de la filosofía’ en el Ecuador: Eugenio Espejo, a los hermanos Larrea en su calidad de de representantes de cientos de emigrantes o desterrados; a los miembros de la Sociedad de Amigos del País, y al pueblo de los barrios de la Capital, todos ellos actores envueltos en un escenario que actúa como base de sus planteamientos pero a su vez como meta o referente: la identidad del Reino y la Audiencia de Quito a finales del periodo colonial.

Por supuesto, no descenderé a pormenores sobre la apasionante, compleja y rica historia de la construcción de la identidad de nuestro pueblo, en aquel tiempo; trataré de ceñirme a los momentos fundamentales de su despliegue. Iniciaré el análisis por los actores para luego centrar la atención en el escenario y, posteriormente, en el proceso que condujo al movimiento ilustrado a desarrollar los mensajes y planteamientos básicos sobre el Reino y la Audiencia de Quito, aspectos todos ellos que ponen de manifiesto una experiencia humana e histórica de construcción de identidad extraordinaria o sublime, que en alguna medida aún nos interpela en el presente o al menos llama a su admiración.

Comenzaré por Juan de Velasco. A mediados del XVIII, germinó en la Audiencia la crónica y la narración histórica, en un reducido pero selecto grupo. Se puede constatar una serie de trabajos, algunos aún inéditos, como informes de autoridades, historias generales y particulares, narraciones y crónicas, en los que predomina la descripción física y geográfica, pero también la relación de instituciones, personalidades, obispos, presidentes de la audiencia y acontecimientos que gravitaron o sobresalieron a lo largo del devenir de aquel tiempo.

Sintetizó este movimiento y lo condujo a sus más altos logros, Juan de Velasco, en Faenza, con su Historia del Reino de Quito. A través de este y otros trabajos, el ‘fundador o padre de la historia’, coadyuvó a la toma de conciencia del hombre americano y al desarrollo del conocimiento e identidad de nuestro pueblo. Por sus páginas, en forma pormenorizada, es posible encontrar un amplio registro de infor­maciones y rasgos de identidad.

En esta obra hay un legado que es del caso resaltar: estamos ante los primeros brotes de una ‘conciencia o identidad de lo propio’, construida a través de la literatura; ante los primeros gérmenes de una ‘conciencia histórica’; ante el redescubrimiento no solo de la Audiencia de Quito sino del Reino de Quito, desde una nueva óptica, hasta entonces desconocida. Iniciábamos así la conformación de una individualidad que se percibía distinta de los otros virreinatos y hundía raíces en tiempos anteriores al descubrimiento o conquista de nuestros pueblos. Era el investigador que mostraba como se había conformado el Reino y la Audiencia y los grados de intensidad, rupturas y permanencia de dicho proceso.

Pero Juan de Velasco no solo produjo materiales importan­tes para el proceso de autoconocimiento y autovaloración del Reino y la Audien­cia de Quito; rol importante jugó en la construcción de un discurso reivin­dicatorio de América y de los americanos a través de la crítica a las versiones denigrativas de América. Juan de Velasco consideró a tales ‘doctrinas’ expresamente como ‘calumnias’, parte de la ‘leyenda negra de América’. Las versiones que circulaban por Europa y encontraron adeptos incluso en América sobre la defectuosa e inmadura naturaleza no sólo de la geografía americana sino también de su flora, de su fauna y hasta de sus hombres y de los pueblos indígenas, dio pie a Velasco para salir, a través del testimonio de hechos y documentos en defensa de su tierra y de su pueblo. Se hacía indispensable refutar calumnias, falsedades y errores que algunos escritores europeos habían puesto a circular. Cornelio de Paw decìa: “Plantas, animales y hombres son más pequeños y de degeneración continua; la tierra está bañada de aguas muertas y por ello es casi estéril; las plantas, en su mayor parte, son venenosas; el aire es malsano y frío. Los hombres no pueden diferenciarse de las bestias más en la forma, pues su racionalidad es mínima”.

No se ha valorado suficientemente la contribución que para la conformación de una conciencia quiteña tuvieron las descripciones geográficas e históricas, pero no cabe duda de que ese atar la reflexión a la singularidad o escenario de tipo geográfico como también al dato, circunstancia o hecho histórico, despertaba sentimientos patrios, enriquecía la comprensión de lo local, transformaba a las personas en vecinos, y, a largo plazo, hasta comprometió al mismo ejercicio de la libertad política, La nostalgia del Reino y la Audiencia.

En esta compleja tarea de admirar y valorar lo propio, especialmente su espacio y su historia, pero desde una situación de destierro o alejamiento del suelo patrio, jugaron un rol especial los jesuitas del ‘extrañamiento’ –expresión con que se los bautizó en una obra que recogió lo mejor de su producción-. Ellos cargaron sobre sus espaldas la doble tarea que encierra ese término, como si se tratara de las dos caras de una misma moneda: por una parte, la relativa a la acción y al efecto de extrañar, en cuanto esto significa desterrar, confinar o expulsar a alguien; y, por otra, la acepción que tiene que ver con el proceso de añorar, evocar, echar de menos algo como fruto precisamente de la expulsión sufrida.

Fueron alrededor de 270 desterrados o deportados de la Audiencia de Quito, 1767, los llamados a exaltar, a revalorar a la Audiencia, en cuanto única e incomparable, en cuanto perfectamente individualizada, distinta de otras regiones o países americanos o europeos. Todos tuvieron que pasar sustos y carreras a lo largo de un tormentoso viaje que para algunos concluyó con la muerte en plena travesía y para otros con la vida pero en situación de confinamiento, lejos de la patria, en Alemania algunos y la mayoría en Italia. Ninguno de todos ellos logró volver al Ecuador. Pero una vez afincados en Italia los jesuitas nativos, si bien eran relativamente pocos en relación a los jesuitas extranjeros que habían trabajado en Quito: alemanes, italianos, españoles, todos ellos reconstruyeron a su patria desde la distancia.

En esta perspectiva de acordarse y rememorar la patria o de hacer memoria de lo vivido en la Audiencia de Quito, los jesuitas del extrañamiento cumplieron un papel importante para la conformación de la identidad nacional. De los 408 volúmenes que aún quedan en la Biblioteca Nacional: Eugenio Espejo, 58 volúmenes fueron escritos por los desterrados y en ellos late manifestaciones de su vida en la Audiencia, de los trabajos que desarrollaron, las asignaturas que enseñaron, los personajes con los que trataron y los momentos e historias en que participaron. En obras de más de 600 páginas cada una se transcriben numerosas cartas que ellos dirigieron a sus amigos y familiares como una serie de poesías que encierran la nostalgia sufrida al recordar a las aves, al sol, a los arroyos y a las flores de la Audiencia. En definitiva, quien creyera, en el exilio, a través de la nostalgia y la añoranza se valoró y se revivió, incluso con más fuerzas las costumbres, los valores, los personajes y la presencia misma de todo aquello de que se les había privado. Salir fue una forma de regresar con especial intensidad; de revalorar y enseñar a valorar lo dejado a la fuerza.

De modo similar a como en <>> y <> se hizo presente la historia y la geografía, los perfiles y los contornos de la Audiencia, cobró especial vida la Región Amazónica, en <>, obras que describe las experiencias vividas desde el descubrimiento del Río Amazonas, el origen y nombre de sus diferentes afluentes, pasando por el proceso de formación y asentamiento de los pueblos indígenas, la fundación de las nuevas ciudades, los alzamientos indígenas, hasta los idiomas y las costumbres de los nativos en cuanto a sus sistemas de salubridad, alimentación, trabajo, vivienda, etc. También apuntalaron estos esfuerzos de construcción de la identidad de la Audiencia la producción literaria y poética de; al igual que los abundantes comentarios, discursos e informes de Fray Gaspar de Villarroel. Era todo un imaginario, un conjunto de metáforas, analogías, poesías, símbolos y descripciones creadas por la literatura local las que concurrieron a despertar y consolidar en la élite ilustrada un sentimiento de identificación con la Audiencia y de valoración de la misma, que posterior y gradualmente se extendió a la mayoría de la población, al menos de sus principales ciudades.

La Sociedad de Amigos del País.
Un cuarto actor, decisivo en la compleja tarea de construcción de la identidad de la Audiencia, fue el conjunto de socios protectores y de número de la Sociedad de Amigos del País y junto a ellos de su órgano de expresión: Primicias de la Cultura de Quito.

A fines de 1789, se lanzó la propuesta de conformar esa Sociedad, germen de una cruzada de transformación integral de la Audiencia por la participación de hombres competentes que enfrentarían cada uno de los vacíos y deficiencias que afligían a la Audiencia. Las sólidas relaciones de amistad y confidencia que mantenía Espejo con algunos representantes del ala progresista de la aristocracia criolla y terrateniente aseguraban la viabilidad del proyecto. El Discurso supo integrar dos dimensiones: la de crítica fundamentada al sistema colonial y la de propuestas alternativas, mediaciones ambas de una estrategia que integraba el imaginario general, los símbolos, los intereses y los caminos a seguir por este grupo tanto en su forma de ver la realidad circundante como de enfrentarse a ella.

La Sociedad pretendía, como se expresa textualmente al inicio de sus Estatutos: <<... procurar, por cuantos medios fueren posibles, a la Patria y al Estado su conservación, restablecimiento, y progreso feliz en todas sus líneas>>. Mas si la misión última era tan amplia, los objetivos inmediatos tampoco eran cortos e intentaban igualmente resolver todo género de dificultades. Así, por ejemplo: el propósito de la primera comisión era fomentar, perfeccionar y mejorar todo lo correspondiente a los ramos de la agricultura y economía rústica; la segunda tenía por objeto la enseñanza de las ciencias y artes instructivas y análogas a los oficios de nuestros artesanos, especial­mente a los de la agricultura, metalurgia, fábrica de telas de lana y algodón, pintura y escultura; la tercera debía velar por los ramos principales de la industria, el comercio del reino, los obrajes,...la última estaba llamada a promover todo cuanto pudiera contribuir al buen gobierno e ilustración del público.

Así, en el extremo final de la producción de Espejo, en su discurso para el establecimiento de una “Escuela de la Concordia”, se realizó una síntesis entre aspectos referentes al quehacer científico, a la renovación cultural y literaria, a la información, a la generación de símbolos y a la difusión de conocimientos útiles, tareas a las que suma importancia asignaron los ilustrados y a los aspectos que guardaban relación con mejoras de carácter económico-social y resolución de problemas productivos inmediatos. En otros términos, el interés por la naturaleza y su estudio sistemático fue parejo con el espíritu de aplicación del conocimiento y la utilización de los recursos naturales. Así se terminó de elaborar el más completo ‘proyecto de renovación o reforma’ de la Audiencia de Quito, en aquellos tiempos.

Los barrios de Quito

Otro actor clave en el intento de despertar y fundamentar los sentimientos patrios, los lazos de sangre, el amor a la tierra natal fueron los lectores del flamante periódico. Básicamente se trataba de dos tipos de lectores: por un lado los miembros de la sociedad y los criollos ilustrados que nunca fueron muchos; y, por otro, las gentes poco ilustradas de los barrios de Quito, estos últimos bajo una dinamia diferente pero no por ello menos importante.

Sería incompleta una visión de este segundo tipo de actor sin tomar en cuenta sus formas de expresión: hojas volantes, pasquines, graffitis, tonadas, disturbios y levantamientos que no se expresaron a través de cánones formales: libros o artículos académicos sino en los muros, las plazas y las calles, pero que sirvieron para apuntalar el proceso de conformación de una conciencia nacional. A través de pasquines fijados en la oscuridad de la noche y de hojas volantes repartidas clandestinamente se hizo presente la voz de los barrios de Quito, si cabe el término, de los ‘plebeyos’.

No se ha rescatado aún con la profundidad que lo amerita este tipo de discurso y sus prácticas y estrategias, pero no cabe duda que su función fue clara y coadyuvó a conformar la conciencia nacional. Los barrios de Quito que contaban ya a su haber con una larga tradición de levantamientos, siendo los más notables los realizados con motivo del estanco de aguardiente y el establecimiento de las aduanas: se organizaron para la lucha a través de estos medios. El “Convite de San Roque a los demás barrios”, logró “Juntar como quince mil hombres de todas clases y colores, hicieron zanjas y cortaduras muy profundas en los caminos, formaron trincheras en las calle, agujeros en las casas para disparar desde ellas (…) Fundieron cañones con las campanas de las iglesias, hicieron pólvora y balas hasta con las pesas del reloj de la torre, que eran de plomo, y dispararon cohetes llenos de púas y alfileres envenenados y en fin, no perdonaron medios ni arbitrios para hacerse temibles y respetables”. Seguramente la dinámica de conformación de la conciencia popular era diferente, y se nutría sobre todo de demandas generadas por la desatención a necesidades básicas, pero además lo que irritaba al pueblo de Quito, lo que agotaba su paciencia era la dominante altivez de los europeos, su codicia insaciable, su insolencia y sus abusos escandalosos, caldo de cultivo de una conciencia de ruptura del régimen español.

EUGENIO ESPEJO
Pero el actor que desplegó al más alto nivel los planteamientos sobre las maravillosas condiciones naturales y humanas de la Audiencia, tanto de su cielo, clima, minas, manufacturas, productos agrícolas y ganaderos,... al igual que sobre las virtudes y cualidades extraordinarias de sus habitantes: orfebres, artesanos, agricultores e intelectuales fue, sin lugar a dudas, Eugenio Espejo, que al mismo tiempo que asumió esta perspectiva la transformó y la llevó en una dirección fecunda.

En relación al espacio físico sus descripciones son notables.”No hay cielo más claro y sereno que el de Quito”, decía. También son constantes las alusiones a la "gloria quitense", gloria que el resto del mundo no se atreve todavía a creer pueda reposar en los quiteños: "esto es, que haya sublimidad en vuestros genios, nobleza en vuestros talentos, sentimientos en vuestro corazón y heroicidad en vuestros pechos". Aspectos todos que debían conformar el "orgullo nacional", segunda fuente de la pública felicidad” Son reiteradas, igualmente sus anotaciones sobre el Arte Quiteño y la habilidad de nuestros orfebres y artesanos. También resalta a las figuras sobresalientes de Pedro Vicente Maldonado, hombre respetado en Londres por sus observaciones histórico-geográficas; de Miguel de Santiago, artista de la madera y el mármol; de Caspicara y de Cortez, notables en la pintura sobre la tabla y el lienzo; de Mariano Villalobos, descubridor de la canela,...

Eran los primeros pasos de un proceso que terminó por hacer del arte y las artesanías un producto con marca propia: la Escuela Quiteña, que expresaba una forma de ser y existir peculiar y por ende diversa a la de otras regiones, y que además de ser factor de identidad, en las épocas de crisis ayudó a paliar la falta de recursos con la riqueza que generó la venta de su exuberante producción. ¿"Cuál -se preguntaba Espejo-, en este tiempo calamitoso, es el único más conocido recurso que ha tenido nuestra Capital para atraerse los dineros de otras provincias vecinas? Sin duda que no otro que el ramo de las felices producciones de las dos artes más expresivas y elocuentes: la escultura y la pintura".

Este reconocimiento y revaloración de la Audiencia tiene fácil comprobación en el título de varias de sus obras: El Nuevo Luciano de Quito, Primicias de la Cultura de Quito, "Defensa de los Curas de Riobamba, Memorias sobre el corte de Quinas, obras que marcan toda una etapa de la filosofía ecuatoriana.

Además, estas obras encierran el mayor caudal de información que se podía haber acumulado en aquel entonces para reconstruir la historia de la Audiencia, de sus instituciones y de sus actores en sus facetas principales. Igualmente, la crítica al sistema de salubridad, a la situación económica y social y a las costumbres vigentes encierra la más detallada descripción de la Audiencia en cuanto a estas áreas.

En otras palabras, tanto en las páginas de la vasta obra de los ilustrados cuanto en la fecunda producción del arte y las artesanías quiteñas reposan múltiples y excelentes descripciones de valoración de la vida en la Audiencia; de afirmación de sus usos y costumbres, casas y plazas; de reconocimiento de la magnificencia de sus templos, pórticos, calles, fuentes, iglesias, capillas, recoletas, monasterios, ciudades y campos.

En tiempos de abundancia de la Audiencia se plasmó y adquirió forma todo tipo de empresas, desde aquellas de naturaleza física regidas por la arquitectura, las artesanías y las ingenierías; pasando por las de compra, venta y enriquecimiento, muy propias de la economía y el mercado; las de expansión hacia la selva amazónica, como también aquellas de carácter social o político, cuyo lugar de debate era el Cabildo, hasta arribar a las de naturaleza lúdica, que se hacían presente a través de su espléndido paisaje andino, de su intenso sol en verano, de sus densas granizadas de marzo y abril y de sus nevados, o las de carácter educativo, cultural o religioso de sus universidades, colegios y bibliotecas que proliferaron en esas décadas y que no podían faltar, ya que llevaban a su máxima expresión a todas las anteriores empresas quiteñas.


La estategia ilustrada

Con la crítica global y las propuestas de reforma quedó todo listo para avanzar hacia la estrategia requerida para la fase final del proceso: el asalto al poder.

Se estableció así un claro vínculo entre denuncia-crítica-abolición del sistema y anuncio-construcción de uno nuevo. En otras palabras, la dinámica de la denuncia condujo al movimiento ilustrado, con igual tesón al puesto en la tarea de ruptura y crítica, a diseñar y dibujar las líneas del futuro de la Audiencia hacia lo cual había que encaminarse a la brevedad posible. Por ejemplo, Espejo fue el primero en proponer un programa integral de cultura ilustrada en la Audiencia de Quito y en abrigar las esperanzas reformistas de que el perfeccionamiento del país, gracias a la iluminación de la razón en las artes, las letras y las ciencias, traería aparejando inevitablemente mejoramiento en la agricultura, comercio, producción, costumbres e instituciones y más instancias de la Audiencia, como si la vida histórico-social se plegara dócilmente a los dictados de la razón científica y como si esta pudiera penetrar y modificar tan fácilmente el curso de aquella.

Para finales del XVIII las puertas se abrieron de par en par a la discusión sobre los nuevos planes de salvación e identidad de la Audiencia, y fue en el campo de los derechos humanos, de las obligaciones y responsabilidades ciudadanas, de las nuevas formas de acción política, de la libertad e igualdad entre peninsulares y criollos en que se juzgó había que depositar las esperanzas de días mejores. Era la voz de los criollos que hegemonizó el proyecto y se daban así los primeros pasos orientados hacia una diferente legitimación y organización del gobierno, el mismo que debía descansar en la soberanía popular, en los derechos ciudadanos o del hombre. Dejaron de ser suficientes los lazos de vecindad, el habitar en un lugar o aquellos que surgen de la sangre, la religión o de compartir el pasado, el tener una historia común e incluso aquellos que brotan de repudiar la situación vigente -identidad en clave de vecindad-. Se hizo necesario un proyecto que expresase las nuevas necesidades y movilizase la capacidad de imaginar un futuro diferente y construir un nuevo sistema de vida y relaciones –identidad en clave ciudadana-.

Seguramente quien mejor expresó y condensó este nuevo mensaje de ‘identidad ciudadana’ fue Bolívar para quien: <>.

Ahora bien, a una propuesta de tal envergadura no podía faltar una visión de la historia que hiciera del futuro un referente vivo y posible de alcanzar. Lo peculiar de este modo de concebir el cambio histórico, radicó en retomar y readaptar el tradicional esquema lineal del tiempo, que establece un momento de opresión seguido por un momento de liberación a través de los pasos de superación o ruptura de la situación vigente. En otros términos, la reconocida concepción escatológica del judaísmo y del cristianismo, con sus tres momentos básicos: el Éxodo, la ruptura y el arribo a la Tierra Prometida, se trasmutaron en una concepción del progreso - modernización, acentuadamente laica e iluminista. En esta forma la dinámica ilustrada, en clave de secularización, coronó y asumió, a través de las modernas ideas de progreso, soberanía, contrato social, lucha política e Independencia, las esperanzas de redención en términos de una utopía secular. El ‘paraíso’ pasó a buscarse en este mundo y el ‘cielo’ a ubicarse en esta ‘tierra’, proceso de secularización que se impuso a lo largo del siglo XIX y gran parte del XX. Con justa razón, más de un autor ha señalado que los ilustrados pecaron de exagerado optimismo, pues no siendo más que "cuatro", -el acta de constitución de la Sociedad suscribieron veintinueve personas- sus pretensiones fueron descomunales.

LOS HERMANOS ESPEJO Y LA NUEVA IDENTIDAD

Herederos directos de los nuevos paradigmas ya ciudadanos, diseñados básicamente por Eugenio Espejo, fueron sus hermanos: Manuela y Juan Pablo, su cuñado José Mejía y más amigos y discípulos: Miguel Antonio Rodríguez, Juan de Dios Morales, Antonio Ante, Luis Quijano, Mariano Merizalde, amigo y vecino que fue asesinado el 2 de Agosto,… quienes elevaron o levantaron las banderas e ‘ideas fuerza’ a niveles de altura sorprendentes. La familia Espejo junto a los lazos naturales o espontáneos que genera la sangre, el parentesco o la vecindad supo unir los anhelos ciudadanos por reconstruir la Audiencia y construir una República, lazo este último a veces más fuerte que el primero.

La historiografía ecuatoriana aún no ha dado la debida valoración al mensaje ilustrado en cuanto conformador de la identidad ciudadana. Veamos, con riego de simplificación, el proceso de superación de la identidad vía vecindad por la conformación de este nuevo referente estratégico de identidad de los quiteños, centrado en la conquista de la ciudadanía y los ‘derechos ciudadanos’ que terminó por englobar y orientar los esfuerzos que en adelante implementó el movimiento ilustrado.

Manuela y Juan Pablo Espejo, fueron figuras claves en esta fase del proceso, pero han sido olvidadas, excluidas a pesar de su valor e importancia. A ella, en cuanto mujer, se le cerraron las puertas y terminó cubierta por el manto del “olvido”. Era mujer y a la mujer, en aquella época, no le estaba permitido entrar a recintos que pertenecían con exclusividad al hombre. Por ejemplo: la universidad, la política, los estudios, el trabajo, la prensa, la literatura,… El otro hermano de Eugenio fue varón, pero se le acusó de devaneos con una mujer y la historiografía tradicional perdona todo menos a este tipo de asuntos. Contra diversas figuras de la historia se han utilizado los rumores e imputaciones de carácter sexual a fin de minimizar su valer e instigar así a su descrédito y denigración.

Erophilia y la lucha por los derechos de la mujer y los derechos ciudadanos.

La Carta Magna sobre aspectos de género e identidad fue desarrollada a inicios de los años noventa del XVIII. En este texto, una mujer –Erophilia- expresa que se ve obligada a pronunciarse y replicar ya que en las páginas del flamante periódico no solo se incurría en una clara minus-valoración de las mujeres sino además en una solapada exclusión de ellas del mundo de las ciencias y el arte. El periódico cerraba a la mujer las puertas de acceso al conocimiento por el mero hecho de ser mujer. “En Quito, decía Erophilia, no alcanza la mujer a descubrir la sublimidad de las ciencias y todos sus misterios y solo los hombres son los que penetran y manejan ese ámbito”. En otras palabras, la mujer cargaba a sus espaldas con una centenaria desventaja. Además, como nota final añadió que la publicación “olvidaba y echaba fuera de sus consideraciones el ser y la naturaleza de la mujer”; que “explicaba el talento de observación sin tomarla en cuenta”; que “el bello sexo no figuraba delante de su entendimiento, y éste se ha vuelto de bronce, apático y enteramente ajeno de la sensibilidad respecto de aquel”. “Ah! qué funesto linaje de indolencia!”.

Con el correr de los años este texto se convirtió en una especie de ‘Declaración de Principios’, no solo por ser la primera publicación en que se mostraba de forma expresa al público, sin tapujos, la desigualdad que se vivía en las relaciones entre hombre y mujer, sino también por la fundamentación o argumentación que se hacía a favor de relaciones de equidad de género y, al mismo tiempo, por el radical repudio a ese mundo de discriminación y exclusión vigente. A través de Erophilia llegó la hora de poner punto final a ese cúmulo de vergonzosos errores y desaciertos; rebelarse contra esa “servil timidez de las quiteñas”.

Pero Manuela no solo fue pionera en aspectos de género, también lo fue en la defensa de los derechos ciudadanos. Ell, sin el más mínimo temor a la máxima autoridad y a sus poderes, basada en el legítimo derecho ciudadano a la defensa y en el respeto a la integridad de las personas inició un “Alegato”, contra Luis Muñoz de Guzmán, Presidente de la Audiencia, en palabras suyas.

Mas lo maravilloso no fue solo la defensa de su hermano, la defensa de su sangre, sino también la perspectiva con que supo asumir la lucha por su hermano, la crítica que desarrolló contra los procedimientos y autoridades del gobierno y de la justicia que no permitían el florecimiento de los derechos de las personas en estas tierras. <>. Juan Pablo y el plan de emancipación de España.

Con la ‘valoración de lo propio’ y el despertar del ‘orgullo nacional’; así como también con la visión de la nueva patria o tierra prometida, alcanzable en la medida en que se desarrolle el ámbito ciudadano, se superaba a la dinámica de vecindad sin negarla o destruirla sino integrándola al proceso de insurgencia. Por supuesto, la descripción de un proceso tan complejo en forma sumaria no es suficiente. Al momento no podemos seguir de cerca ese apasionante y rico proceso, pero Juan Pablo Espejo constituye un arquetipo, uno de los mejores testimonios o ejemplos del mismo.

Seguramente fue González Suárez el primero en ofrecer detalles sobre “las expresiones de Juan Pablo que favorecían las ideas de libertad”, sobre sus “proposiciones sediciosas y perjudiciales a la quietud de Estado” e incluso sobre un detallado “plan de emancipación”. Junto a su hermano Eugenio, él habría llegado a “concebir y difundir la idea de la emancipación política del Nuevo Continente, para fundar en las colonias gobiernos independientes, bajo la forma republicana y netamente democrática”.

“El plan de emancipación de Quito y el establecimiento de un Gobierno nacional e independiente, abrazado con entusiasmo por Juan Pablo, incluía, rupturas de la más diversa índole. Planteaba, por ejemplo: expulsar a las autoridades españolas y suplantarlas por nacionales; transformar en asunto de gobierno y no de fe la abolición del sistema monárquico; reemplazar a las autoridades eclesiásticas españolas por nativas; robustecer los vínculos establecidos ya con los patriotas de Santa Fe de Bogotá; fijar término a la permanencia de los jueces, ya que quienes administraban ineficientemente la justicia debían ser reemplazados de inmediato; reformar las costumbres de vida de los religiosos; echar mano de los Caudales de las Reales Cajas para repartirlo a los pobres y que lo mismo se haría con los caudales de los ricos, para que todos fueses iguales; disponer de los pertrechos que reposaban cerca de la Biblioteca, en el cuartel en que se custodiaban las armas del Rey, que eran el refuerzo con que contaban los Espejo para sus ideas; exigir libertad como un derecho de las personas y no una herejía; sostener que el Rey no es padre sino un tirano, y pedir un hijo a su padre la libertad no es pecado.

Estas y otras imputaciones muestran que para los realistas existía un peligroso plan de levantamiento de las colonias y que claramente los Espejo y su grupo eran los Autores y jefes de tal “Conspiración”. Eran los primeros aprestamientos para la batalla que una década después hubo de darse.

EL CAMINO HACIA LA

Anocheció en la mitad del día

Sin embargo, el camino hacia la Independencia de España estuvo sembrado de abrojos de diversa índole. A finales de 1792 abandonó la Audiencia el Obispo Pérez Calama, en el mes de diciembre de 1795 falleció Eugenio Espejo y en la primera década del siglo XIX la dinastía de los Borbones llevó al imperio a su colapso final. Napoleón Bonaparte, aprovechando las disensiones entre el Rey y el Príncipe heredero, logró en Bayona que se le entregara la corona y, poco tiempo después, su hermano José I. hizo su entrada triunfal en Madrid. Posterior­mente, el Emperador puso sus ojos, por encima de España, en su inmenso territorio colonial, mientras que, en Hispanoaméri­ca, el vacío de poder y la debilidad de la "madre patria" abrieron amplias posibilidades a los insurgentes, acelerando los planteamientos ‘autonomistas’ y posteriormente los de ya claro cuño ‘independentis­ta’.

En tal perspectiva, el rápido colapso de la Sociedad de Amigos del País cerró un ciclo, pero sirvió a su vez para abrir las puertas de otro. Además, con el fracaso de la Sociedad se marcó la línea divisoria entre la "colaboración" y la "ruptura" con el régimen colonial, inicio del proceso independentista, pues a partir de la disolución de la Sociedad, el movimiento ilustrado o por lo menos algunos de sus líderes, se vieron forzados a admitir, no sin dificultad, que las puertas que habían "soñado" abrir a fin de impulsar la renovación de la Provincia, se estaban cerrando herméticamente una tras otra, destruyendo todo el optimismo de años anteriores y haciendo cada vez más fuerte el sentimiento de que no había más salida que la subversión por el medio que fuese. Era ya hora de pensar y diseñar un ‘proyecto de ruptura’ con la madre patria.

Bolívar decía: << … el destino de la América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; (…) lo que antes las enlazaba, ya las divide, más grande es el odio que nos ha inspirado la Península, que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes que reconciliar los espíritus de ambos países. (…) Al presente sucede lo contrario: la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esta desnaturalizada madrastra>>. En otro célebre texto, el Libertador señalaba: <>. En pocas palabras, para finales del siglo XVIII todo conducía a la ruptura con la ‘madre’ patria transformada ya en una ‘desnaturalizada madrastra’

El retorno de los godos y chapetones

Lastimosamente, con la vuelta de España al régimen absolutista del restaurado Fernando VII, el triunfo de la Santa Alianza y el reagrupamiento de las fuerzas monárquicas, el avance revolucionario de agosto de 1809 se vio obligado a retroceder. La reacción realista, una vez recibido el apoyo de la mano militar, lanzó una ofensiva de tal envergadura que logró reconquis­tar los territorios perdidos. En pocos años y en algunas regiones a los pocos meses, a las victorias de los patriotas les sucedie­ron las derrotas. Cayó Chile, Nueva España, Guatemala, Quito, Perú... A finales de 1815, en la mayor parte del territorio liberado volvió a restablecerse la administración colonial.

A partir del año diez, el movimiento ilustrado se vio obligado no solo a desafiar el destierro, el asesinato, la persecución y la muerte de centenares de sus hombres y a divisar como se iban diezmando sus dirigentes y simpatizantes a todo lo largo de su territorio y de los virreinatos cercanos sino también a reformular o revisar profundamente su ideario centrado en vinculaciones de carácter territorial y nacional – espacial e histórico, por un nuevo tipo de vinculación de carácter predominantemente ciudadano. Por supuesto, este nuevo paso dislocaba los planteamientos anteriores y obligaba a forjar un nuevo concepto de lo político, como ya sea ha señalado.

Al parecer desfallecía y se desangraba por los cuatro costados, un movimiento que tuvo el arrojo necesario para enfrentar con lucidez la renovación de todas y cada una de las principales áreas y actividades de las colonias, desde la reforma del "mal gusto" o los "caracteres de la sensibilidad", pasando por la modernización de la filosofía, teología, educación pública, hasta llegar a exigir la transformación de la agricultura, minería, manufacturas y, final­mente, de la misma estructura política. Pero concomitante a este proceso se aceleró la toma de conciencia de la urgencia de los valores ciudadanos, ligados estos de modo esencial con la construcción a futuro de una democracia republicana. Proceso tan englobante habla a las claras de una situación de cambio que si bien no logró el éxito deseado en primera instancia, sin embargo dejó en su haber y para un futuro no muy lejano una fiebre revolucionaria, una ilusión lo suficientemente aguda como para marcar con su sello, de modo duradero, al antiguo cuerpo social y político que logró afectar en su corta primavera.

CONCLUSIÓN: VECINOS Y CIUDADANOS

Bajo tan compleja y remozada perspectiva de identidad ciudadana, el Reino y la Audiencia de Quito fueron vistos como espacio geográfico; como espacio con historia propia; como espacio educativo, en cuanto lugar de cultura y formación del hombre; como espacio político, en cuanto polis a construir; e incluso como escenario propicio al amor, al riesgo, a la aventura, al ejercicio de los derechos ciudadanos de igualdad y libertad, dimensiones todas ellas y otras más que había que rescatar y asumir, especialmente en el sistema educativo, para construir el país que se requería. Era la propuesta de una nueva forma de vivir en Quito tanto los aspectos de vecindad como los de ciudadanía. Se trastocaban y se transformaban viejas y queridas concepciones ante la irrupción de los nuevos planteamientos políticos.

No alcanzaron muchos de los ilustrados a ver la tierra prometida: A los hombres que cayeron en la lucha contra las caducas estructuras coloniales, no les fue dado, en su primer asalto al poder, rematar la obra, pero seguramente lograron avizorar el sentido, las dimensiones y perspectivas de su ardua, gigantesca y descomunal empresa, pues eso explica su capacidad para arrostrar tan numerosas y terribles dificultades que renacían al igual que una hidra a la que trataban de minar cada una de sus cabezas, sin éxito definitivo. Esa conciencia inmanente, que dio forma a un nuevo humanismo en estas tierras y, en consecuencia, a una nueva visión de la vida y del futuro de la Audiencia, de acentuado carácter antropocén­trico, torna comprensible, al menos en parte, las dramáticas luchas de esas últimas décadas del S. XVIII y primeras del XIX.

Para concluir, valgan las palabras de Miguel Antonio Rodriguez en honor a los héroes del 2 de agosto: “Sí, quiteños, amar a la patria es virtud; servirla, obligación. Pero ¿qué es morir por la patria? Es morir por estimar la felicidad ajena como propia y despreciar la felicidad propia como inútil. (…) Es, en una palabra, ser superior a sí mismo y al resto de los demás hombres”.

La Quitología fue concebida como una cátedra informal no académica y está sustentada por Ulises Estrella desde el año 1990. Su interés primordial es propiciar un acercamiento a la ciudad y a sus signos, símbolos, mitos, tradiciones, expresiones artísticas e historia de diferentes épocas y culturas que se han fusionado en la actualidad y que necesitan ser entendidas para que el ciudadano cuente con guías sobre su noción de identidad. Este trabajo fue preparado para este proyecto de la Casa de la Cultura: <>. Mi reconocimiento a las observaciones y la crítica de Sara Palacios, Verónica Falconí, Ulises Estrella, Francisco Proaño y José Barrera, equipo responsable de este proyecto.

Eugenio Espejo, Primicias de la Cultura de Quito, (Edición de 1944), Imp. Del Ministerio de Gobierno. p. 66.
Primicias de la Cultura de Quito, (1944), Avisos Interesantes. p. 41
Ídem, pp. 92-93.
Federico Hegel, Lecciones de Filosofía de la Historia: El Nuevo Mundo, (1970),España, Ediciones Zeus, pp. 105-110.
Jaime Breilh, “Espejo epidemiólogo: nueva lectura de sus ideas científicas” En: Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro (editores), Eugenio Espejo: su época y su pensamiento, (2008), Quito, Corporación Editora Nacional – Universidad Andina Simón Bolívar. p. 179.
Cfr. Los jesuitas del extrañamiento, Ob. Cit. p. 38-ss.
Cfr. Biblioteca Ecuatoriana Mínima: “Historiadores y Cronistas de las Misiones”, (1960), Quito. Edt. Cajica, 506 pp.
Cfr. Biblioteca Ecuatoriana Mínima: “Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos”: Antonio de Bastidas y Juan Bautista Aguirre”, (1960), Edt. Cajica, 516 pp; “Fray Gaspar de Villarroel, Siglo XVII”, (1960), Edt. Cajica, 520 pp.
Carlos Paladines: Ob. Cit., pp. 200 - ss.
Cfr. Levantamientos de 1717-1725-1734-1747-1765-1779 y 1809-1812,
María Antonieta Vásquez ha iniciado investigaciones en esta línea aún poco cultivada. Cfr. Luz a través de los muros” (2005). Citado en Hojas volantes y pasquines sediciosos, Plegable por el Bicentenario. Edt. Municipio de Quito, 2008.
Ídem, pp. 64 y 73.
Escritos de Espejo, T. I, p. 84.
Cfr. Alfonso Ortiz, “Arquitectura monumental del Centro Histórico de Quito”, en: SERIE QUITO, Centro histórico de Quito, problemática y perspectivas, Edt. Dirección de Planificación del I. Municipio de Quito, 1990, Pg. 141.
Citado por: Hans – Joachim Köning, “Símbolos nacionales y retórica política en la Independencia”. En: Problemas de la formación del Estado y de la Nación en Hispanoamérica, (1984) Edt. Inter Natriones – Bonn, p. 402.
Eugenio Espejo, Primicias de la Cultura de Quito, Carta de Erophilia al editor del periódico sobre los defectos del No. 2.
Cfr. Carlos Freire, Eugenio Espejo y su tiempo,(1997), Quito, Edc. Abya-Yala, p. 43,
Carlos Freire, Op. Cit. Pg.. 43.
“Compendio de los puntos vertidos por el Presbítero Don Juan Pablo Espejo en dos conversaciones tenidas en la habitación de Doña Francisca Navarrete, que van en los mismos términos y voces que las profirió según que así se halla sentado con juramento en el Gobierno de esta Real Audiencia”, en: Carlos Freile, Eugenio Espejo: Precursor, Ob. Cit. p. 62-ss.
Simón Bolívar, Carta de Jamaica y Carta de Bolívar a Francisco Doña.