Por: Francisco Morales
2007-12-18
La crítica que voy a presentar se concentra en un tema muy específico: la pretensión científica del marxismo, es decir, me interesa el marxismo como un conjunto de herramientas conceptuales y de explicaciones teóricas que pretenden dar cuenta de determinada realidad social. Se podría cuestionar este punto de partida argumentando que la peculiar postura epistemológica del marxismo impide separar la pretensión científica de otro tipo de pretensiones, específicamente de la pretensión política de transformar el mundo, pero mi intención es discutir justamente la validez de dicha postura epistemológica. Así pues, mi ponencia va a girar alrededor de la pregunta de cómo debemos entender la ciencia –ciencia social, en este caso– y en qué medida las teorías marxistas promueven u obstaculizan la construcción de una comprensión científica del mundo social.
Claro está, una crítica al “marxismo” es una cuestión escabrosa, pues, como ustedes conocen, no existe en realidad el marxismo, sino diversos autores llamados marxistas, entre los cuales pueden existir diferencias no poco importantes. De modo que cualquier crítica que se haga de trabajos específicos se expone al riesgo de ser desechada con el argumento de que tales trabajos solo son una versión del marxismo, y no necesariamente la correcta. Aun cuando quisiéramos limitarnos a Marx nos encontraríamos con problemas, pues existen diversas lecturas de su obra, y la cuestión de cuál es el verdadero Marx requiere entrar en discusiones exegéticas, en las cuales no me quiero meter.
Voy a concentrar mi crítica, entonces, en el tema específico que mencioné antes: la negativa a diferenciar la pretensión de conocer el mundo de la pretensión de transformar el mundo, o, en términos más sencillos, la negativa a separar ciencia de política. Este podría considerarse un leitmotiv de los diversos autores que se consideran marxistas, si no de todos, por lo menos de la mayoría. Y ciertamente lo podemos encontrar también en Marx (por ejemplo, en su muy famosa tesis XI).
En términos simplificados, la postura marxista es la siguiente: el científico social no puede ni debe renunciar a un compromiso político por la justicia social. Sus perspectivas teóricas necesariamente estarán determinadas por intereses, de modo que la pretendida neutralidad científica no es más que una falsa conciencia que más bien contribuye a ocultar determinada postura ideológica. Es imposible desligar a la ciencia de su contexto social, no existe la ciencia pura separada de valores sociales y de objetivos prácticos. Así pues, es mejor asumir conscientemente un compromiso político y construir una ciencia que reconozca abiertamente su intención de contribuir a una transformación de la sociedad. Ahora, ¿cuál debería ser esa opción política? Si somos fieles a la herencia de Marx, no hay dónde perderse: se trata de asumir una posición dentro de la lucha de clases, según la forma que ésta adopta en la sociedad capitalista, y denunciar la explotación de clase y contribuir así a la emancipación humana.
El indudable atractivo de esta postura radica en que nos alienta a mantener y a cultivar nuestros sentimientos políticos y nuestros juicios de valor sobre las injusticias sociales. Más aún, elimina la idea de que la ciencia es una tarea fría, alejada del mundo social, y refugiada en una intelectualidad ascética, y le otorga, por el contrario, estatus de activismo político e incluso le da al científico social cierto carácter heroico. Todo esto es inmensamente atractivo para cualquier persona.
La crítica que voy a exponer no pretende cuestionar el fundamento de este atractivo: la inclinación hacia posturas políticas que pretenden contribuir con la justicia social. Esta inclinación es absolutamente legítima y simpatizo completamente con ella (aunque se podría discutir si la apuesta de Marx por la lucha de clases y por la revolución proletaria es la mejor forma de impulsar la justicia social, pero ese es otro asunto). Acepto, además, que la ciencia social puede, e incluso debe, contribuir a lograr que estos objetivos políticos se cumplan de la mejor manera. No obstante, en oposición a la tesis marxista de la indiferenciación entre ciencia y compromiso político, voy a defender la tesis de que no puede hacerse ciencia adecuadamente sin la existencia de valores autónomos, propiamente científicos, y que la mejor forma en que la ciencia social puede aportar con la política es apostando por el ideal de una ciencia objetiva y autónoma.
No quiero decir con esto que el marxismo deba ser excluido de la ciencia social. Los diversos trabajos marxistas, y especialmente la obra de Marx, han contribuido enormemente en la comprensión del mundo. No es gratuito que la obra de Marx sea tan influyente en las ciencias sociales. Por ejemplo, la importancia que en el marxismo se otorga a las relaciones económicas para comprender las formas de organización social, o el papel de los intereses de clase en la política, son aportes fundamentales. No pienso que las teorías marxistas nos brinden una comprensión completa y satisfactoria de la sociedad, pero sí pienso que nuestra comprensión de la sociedad sería mucho más deficiente si no fuera por las teorías marxistas. En este sentido, el estudio del marxismo y, sobre todo, de la obra de Marx, es completamente pertinente y del todo vigente.
Ahora bien, a pesar de que considero que muchos aspectos de las teorías marxistas deben ser tomados en serio en la construcción de una ciencia social, sostengo que quedarnos con el marxismo tal cual, manteniendo la postura de indiferenciación entre ciencia y política, constituye un obstáculo epistemológico. En lo que sigue voy a argumentar por qué.
Señalé que, en oposición a la perspectiva marxista de indiferenciación entre ciencia y política, la ciencia social, como cualquier ciencia, necesita apostar por la objetividad. Esto precisa de una aclaración. De ninguna manera afirmo que la ciencia sea una actividad aislada del resto de la sociedad, tampoco creo que exista la ciencia libre de valores, y tampoco creo que sea posible una objetividad en el sentido vulgar del término, es decir, como un conocimiento que refleje de manera fiel objetos independientes de las construcciones teóricas. Semejante perspectiva es solo una caricatura de la objetividad científica y hacemos muy bien en desecharla.
La objetividad, en efecto, implica una verdad que es independiente de nuestras prenociones. Los críticos de la idea de objetividad afirman que no existe ninguna verdad que pueda ser conocida sin la intervención de nuestras construcciones conceptuales. Lo cual es muy cierto. La verdad en sí no existe, y, por lo tanto, tampoco existe la objetividad en sí, pues tal creencia solo podría fundamentarse en un empirismo ingenuo. Pero eso no quiere decir que la idea de verdad no cumpla un papel en nuestro conocimiento, incluso en nuestro conocimiento cotidiano, y con mucha mayor razón en el conocimiento científico. Considero necesario rescatar y defender el concepto de verdad, pero debemos entenderlo bien: la verdad en sí misma no existe, pero, en cambio, sí existe el ideal de verdad, y ninguna ciencia funciona sin este ideal. A esto es lo que se refiere Popper cuando dice que en realidad no tenemos ningún criterio para establecer la verdad, pero que nos dejamos guiar por la idea de la verdad como principio regulador[1]. Y este principio regulador es necesario para la objetividad, que no consiste más que en una orientación ética hacia la crítica, como lo plantea Popper: “la objetividad de la ciencia radica en la objetividad del método crítico; lo cual quiere decir, sobre todo, que no hay teoría que esté liberada de la crítica…”[2]
Por esta razón afirmaba que no es cierta la idea de que la ciencia esté libre de valores, pero no exactamente por la imposibilidad de separarla de intereses sociales, sino por el hecho de que la actividad científica misma se basa en ciertos valores, de los cuales el valor fundamental es el ideal de verdad. Más aún, no puede existir ciencia a no ser que consideremos a la verdad no como hecho sino como ideal, pues el momento en que creemos que la verdad ha sido alcanzada definitivamente, tenemos una teoría dogmática. Gracias al ideal de verdad somos capaces de poner constantemente bajo crítica, tanto teórica como empírica, a las teorías científicas. La ciencia requiere de una ética propiamente científica, fundamentada en valores autónomos.
Esta tesis no es mera especulación, sino que es evidente en la práctica científica misma. Sin duda, el ideal de objetividad no siempre se cumple, todo el tiempo se lo está violando, como ocurre con cualquier ideal ético, pero toda persona que haya hecho alguna investigación con pretensión de objetividad, por pequeña que sea, se dará cuenta de que la riqueza de una investigación se encuentra en que ésta sea capaz de cuestionar nuestros presupuestos teóricos, de modificar lo que creíamos saber sobre la realidad, y enriquecer así nuestra comprensión del mundo. Una investigación que lo único que hace es confirmar aquello de lo que ya estábamos convencidos de antemano no tiene mayor mérito.
Puesto que la ciencia depende de una opción de valor, es erróneo considerar a la investigación científica como fría. Difícilmente existirían científicos si es que no existiera cierta pasión por la ciencia; esto también lo reconoce Popper: “Sin pasión la cosa no marcha, ni siquiera en la ciencia pura. La expresión “amor a la verdad” no es una simple metáfora”.[3] Pero estos sentimientos tienen una orientación distinta de los sentimientos políticos, y buscan objetivos muy diferentes.
El marxismo se interesa fundamentalmente en valores políticos –y, por lo tanto, en pasiones políticas– específicamente aquellos relacionados con los intereses de clase en su relevancia para la emancipación humana. Esta postura se presta a posibles desviaciones de la labor propiamente científica, originadas en la tendencia a interpretar los fenómenos sociales desde la perspectiva que previamente nos impone el compromiso político, y que, dada la naturaleza de ese compromiso, difícilmente estaremos dispuestos a poner en duda. En otras palabras, cuando la investigación científica es al mismo tiempo activismo político, es poco probable que esa investigación sea capaz de cuestionar aquellos presupuestos en los que se fundamenta nuestra postura política. El ideal de objetividad es tan difícil de cumplir, que mantener la indiferenciación marxista resulta del todo inaceptable.
Voy a mencionar un ejemplo: la teoría del valor-trabajo –que Marx toma de la economía política clásica– pretende explicar cómo es posible el intercambio de mercancías y al mismo tiempo constituye una denuncia de la explotación de clase en la sociedad capitalista. Pero resulta que esta teoría puede ser criticada a partir de observaciones empíricas: nuestros intercambios en el mercado nunca se hacen sobre la base del “tiempo socialmente necesario” para su producción, sin mencionar la dificultad que en la práctica existe para determinar ese “tiempo socialmente necesario”. Claro que Marx diría que esta observación empírica se queda en las “apariencias” de la esfera de circulación; pero aun si discutiéramos en el plano completamente abstracto y apriorístico en el que se maneja la teoría del valor-trabajo, podríamos proponer mejores soluciones lógicas al problema del valor, como lo hace, en efecto, la teoría neoclásica de la utilidad marginal.
No pretendo entrar en detalles sobre este ejemplo, mi intención es ilustrar que una teoría que está sometida a fuertes cuestionamientos tanto empíricos como teóricos difícilmente va a ser abandonada por los economistas marxistas, a no ser que estén dispuestos a renunciar a ella no solo como teoría científica sino también como fundamento de sus convicciones políticas. Cualquier posible apertura crítica en relación con la teoría del valor-trabajo se verá obstaculizada por la carga valorativa implicada en el compromiso político de la teoría.
Así pues, no habría ningún problema con una teoría marxista que utilizara sus herramientas teóricas como hipótesis, o, como las llama Popper, como conjeturas. Pero el compromiso político que se encuentra detrás de la mayor parte de teorías marxistas hace muy poco probable que se acepte verlas como meras conjeturas. La práctica política se mueve a partir de compromisos ideológicos y de firmes convicciones; en ciencia las firmes convicciones –otras que no sean la fe en el ideal de verdad– se oponen a la objetividad crítica y obstaculizan el progreso científico.
Ahora bien, la tesis de que la actividad científica posee sus propios valores no implica que la ciencia pueda desligarse de otro tipo de valores. Como afirma Popper, “es imposible excluir intereses extracientíficos de la investigación científica. Lo que es posible e importante y confiere a la ciencia su carácter peculiar no es la exclusión, sino la diferenciación entre aquellos intereses que no pertenecen a la búsqueda de la verdad y el interés puramente científico por la verdad”.[4]
Sin duda, existen importantes relaciones mutuas entre la actividad científica y la extracientífica, y en el caso de las ciencias sociales, la ciencia es, en efecto, inseparable de los problemas sociales y de las opciones políticas. Los problemas de investigación planteados en ciencias sociales a menudo tienen su origen en problemas sociales prácticos, por ejemplo, la preocupación que puede tener algún investigador por la desigualdad económica. E incluso pueden estar determinados a partir de una postura ideológica y política, por ejemplo, la apuesta por una revolución obrera, como es el caso de Marx. Pero lo crucial es diferenciar el momento de la investigación científica de los momentos de ética social y de práctica política. No existe ninguna razón para que un científico social no tenga convicciones sobre el bien y el mal en la sociedad de su tiempo, y nada impide que adopte determinada postura política y que incluso sea activo en política, pero cuando hace investigación científica debe hacer investigación científica, independientemente de los valores que pueda tener en otras facetas de su vida. Los estudiantes de ciencias sociales que están interesados en participar activamente en política encontrarán mucho más provecho en obtener conocimientos con pretensión de objetividad, que puede que cuestionen sus convicciones políticas, pero también les otorgarán una orientación crítica y un sentido de responsabilidad.
La relación que señalábamos entre valores extracientíficos y el origen de los problemas de investigación corresponde con la idea de Max Weber, quien afirma que la selección del problema de investigación no proviene de la realidad misma sino de los valores subjetivos del investigador. Sin embargo, dice Weber, esto no quiere decir que la investigación en las ciencias sociales solo pueda tener resultados subjetivos. Lo que varía según las personas es el interés del objeto de investigación; qué se convierte en objeto de investigación, qué merece ser estudiado está determinado por las ideas de valor del investigador y de su época. Pero en el modo de su uso, el investigador está ligado a las normas de pensamiento y a la pretensión de validez universal de la verdad científica. Con los medios de nuestra ciencia, dice Weber, nada tenemos que ofrecer a quien no juzgue valiosa esta verdad.[5]
En su conferencia La ciencia como vocación, Weber establece la característica propia de la ciencia moderna en términos de racionalización y desencantamiento (desmagificación), y la contrasta con la ciencia de los filósofos griegos y la ciencia de los artistas del Renacimiento:
La ciencia griega, nos dice Weber, centrada en la importancia del concepto, pretendía que una vez que se encontrara el concepto de lo bello, de lo bueno, del alma o de cualquier otra cosa, también podría encontrarse su verdadero ser, “quedando así abierto el camino que permitiría enseñar y aprender cuál es el modo justo de comportarse en la vida y, sobre todo, de comportarse como ciudadano. Para el heleno, cuyo pensamiento es radicalmente político, todo depende, en efecto, de esta última cuestión decisiva, cuya investigación constituye el sentido más hondo de la ciencia”[6]. La ciencia del Renacimiento, en cambio, destacó la importancia de la experiencia, pero el conocimiento verdadero era al mismo tiempo el conocimiento de lo bello. “Para los artistas experimentales del tipo de Leonardo y de los innovadores musicales, la ciencia significaba el camino hacia el arte verdadero, que para ellos era también el de la verdadera naturaleza.”[7]
En contraste, en la ciencia moderna ya nadie pretende “que los conocimientos astronómicos, biológicos, físicos o químicos pueden enseñarnos algo sobre el sentido del mundo o siquiera sobre el camino por el que pueden hallarse indicios de ese sentido, en el supuesto de que exista…”[8]
Con la racionalización y desencantamiento de la ciencia, Weber está refiriéndose a la actitud que Popper califica de diferenciación. En efecto, podemos cuestionar al marxismo por mantener una actitud aún no plenamente racionalizada del conocimiento, en el sentido de que pretende, en una misma tarea, ofrecer conocimiento objetivo sobre el mundo y defender determinada opción política respecto del mundo. Es decir, en el marxismo no están adecuadamente diferenciados dos problemas que Weber califica de perfectamente heterogéneos: 1) la constatación de los hechos y la determinación de la estructura interna de los fenómenos sociales; 2) la respuesta a la pregunta por el valor de esos fenómenos, y dentro de ella, cuál debe ser el comportamiento político en la sociedad.[9] Según Weber: “una ciencia empírica no puede enseñar a nadie qué debe hacer, sino únicamente qué puede hacer…”[10]. La orientación de la ciencia, para Weber, consiste en ordenar conceptualmente la realidad empírica de un modo que pretenda validez como verdad empírica, y esta orientación se distingue de “una argumentación que se dirija a nuestros sentimientos y a nuestra capacidad de entusiasmarnos por fines prácticos concretos”.[11]
Volviendo al ejemplo de la teoría del valor-trabajo, como ya dije, la actitud indiferenciada del marxismo se demuestra en que este análisis al mismo tiempo pretende hacer dos cosas: 1) ofrecer una explicación sobre la naturaleza del intercambio de mercancías; y 2) demostrar objetivamente la existencia de una explotación oculta detrás del sistema de intercambio de mercancías. A partir de aquí queda perfectamente resuelta la cuestión de cuál es nuestro deber político: la única opción política válida es la vía revolucionaria, la que apuesta por el eventual derrumbe del sistema económico desde sus bases. El mito histórico de la lucha de clases queda científicamente justificado.
La teoría marxista, con todo lo ilustrada y moderna que es, mantiene todavía algo de magia: nos libra de nuestras ilusiones a la vez teóricas y políticas, es decir, nuestras falsas concepciones sobre la realidad son al mismo tiempo un engaño ideológico para ocultar la naturaleza intrínsecamente injusta del capital, y una distracción de nuestra verdadera misión histórica. Por ello es que la lectura de El Capital, si bien puede resultar fascinante por su brillante construcción teórica, es mucho más fascinante en razón de que nos puede hacer sentir como personas liberadas de una caverna de ideología burguesa, tras lo cual nuestras opciones políticas están claramente definidas y nuestra vida misma puede adquirir sentido.
Alguien podría objetar que la fundamentación científica de la opción política es solo una interpretación posible de la teoría marxista. Existe otra: la teoría marxista, por ejemplo, la teoría del valor-trabajo, explica el mundo desde determinada perspectiva de clase, es decir, desde el punto de vista proletario. Esta versión más relativista es distinta de la anterior, pero se fundamenta igualmente en la indiferenciación entre la verdad y el bien. En la primera interpretación de la teoría marxista, la moral depende de la ciencia, de modo que la opción política queda científicamente demostrada; en la segunda interpretación, la ciencia depende de la moral, de modo que la teoría queda políticamente justificada. En cualquiera de los dos casos, estamos demasiado cercanos a un mundo mágico en el que la necesidad de encontrar un firme sentido a nuestra existencia manda por sobre todas las cosas.
No afirmo, por cierto, que no debamos buscarle un sentido a nuestra existencia, esa es una inclinación inevitable en cualquier ser humano y es perfectamente legítima. Pero sí sostengo, con Weber, que mal hacemos en tratar de encontrar ese sentido en la ciencia social, pues probablemente ella cumplirá ese papel de manera muy deficiente y decepcionante, pero, ante todo, estaremos privando a la ciencia de su sentido propio.
En conclusión, si bien, como ya he dicho, las teorías marxistas suponen un gran aporte para la construcción de la ciencia social, el marxismo en general posee un importante obstáculo epistemológico por su negativa a separar ciencia de política. El obstáculo radica en que no diferencia la búsqueda de la verdad de la búsqueda del bien, y eso impide la aparición de valores propiamente científicos y de un momento de investigación propiamente científico, distinto de los momentos de la filosofía política y de la acción política. En el marxismo confundimos fácilmente nuestras ideas respecto a cómo es la sociedad con nuestras ideas respecto a cómo debe ser la sociedad, y cuando el bien y la verdad están confundidos, tanto nuestras teorías sobre el mundo como nuestras posturas políticas están protegidas ante la crítica, pues si nuestra misión política se considera demostrada científicamente, toda postura contraria tenderá a despreciarse de antemano como “ideológica”, y si nuestra teoría objetiva se justifica por una misión política, el ideal de verdad carecerá de importancia.
[1] K. Popper, Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1983, p. 276, 277
[2] K. Popper et al. La lógica de las ciencias sociales, Grijalbo, México, 1978, p. 12
[3] Ibíd., p. 19
[4] Ibíd.
[5] M. Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu, Buenos Aires, 2001, p. 73, 99
[6] M. Weber, El político y el científico, Alianza, Madrid, 2003, p. 204, 205
[7] Ibíd., p. 206
[8] Ibíd., p. 207
[9] Ibíd., p. 214
[10] Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, p. 44
[11] Ibíd., p. 47
Entiendo que esta publicación es muy anterior al día de hoy, pero recién hoy pude encontrarla y leerla. Soy estudiante de Cs. Económicas y la verdad comencé a tratar de entender un poco mejor las ideas que presenta Marx, pero la verdad que no es tarea fácil y en lugar de entender se presentan mayormente dudas al respecto, pero hay una en particular que me impacto y que por la interpretación que hago de la misma no me permite mirar con buenos ojos los trabajos de Marx por una cuestión subjetiva seguramente y quería comentarla para ver si me da otro punto de vista, y para esto cito textualmente una frase del mismo Karl Marx, "La vida tiene un sentido, luchar por la revolución, la libertad y el socialismo, LA FELICIDAD ESTÁ EN LA LUCHA". La última parte que remarqué es lo que mas me impacto, si bien Marx presenta que en la realidad existe una lucha constante de clases, ¿Es posible adoptar y seguir un modelo político, una ideología que imponga la idea de una lucha constante entre los miembros de una sociedad?, ¿Es correcto que los miembros de un pueblo sientan la felicidad en la lucha constante?, ¿La confrontación constante en búsqueda de la igualdad entre las clases sociales encontrará algún dia su final en el modelo Marxista?. Para terminar quiero aclarar que no soy indiferente a las diferencia evidentes que existen, eso es una gran verdad, pero a lo que voy es que tampoco estoy en desacuerdo con una lucha por la igualdad, pero si disiento con que esta lucha sea constante, pero el problema que para lograr la igualdad según mi entender necesariamente esta lucha deberá ser constante, porque el logro de la igualdad entre los ciudadanos es una utopía, desde ya muchas gracias por el artículo me pareció muy bueno, saludos cordiales.
ResponderEliminarNo pretendo responder a tus preguntas, lo que si te puedo decir es que pensadores modernos indican que no debemos sacrificar nuevas generaciones en pos de un dogma sea este el marxista o cualquiera nuevo que viniere.
ResponderEliminarHola "karlmaynarsmith". La frase que citas de Marx expresa el particular compromiso político (y a la vez existencial) que tenía Marx, y que muchos probablemente lo comparten. Corresponde con aquello que Max Weber llamaba "ética de la convicción", es decir, la orientación de ser consecuente con un ideal, sin importar las consecuencias. Es una especie de entrega religiosa a un ideal, independientemente de las condiciones reales de cumplir ese ideal. Claro, Marx pensaba que la lucha de clases y su eventual solución estaban históricamente justificadas, pero está claro que Marx estaba confundiendo realidad histórica con sus propios ideales y postulados de fe. Ese es justamente el gran problema del marxismo, como lo explico en el artículo.
ResponderEliminarDesde una perspectiva realista, las luchas sociales son una realidad, y han sido una constante en la historia humana. Y no existe ninguna razón para pensar que vayan a desaparecer. Y no solamente la lucha de clases, que era un caso importante en la época de Marx, pero no es el único y no necesariamente el más relevante en la actualidad.
Ahora, que el fin o al menos la paulatina reducción de las luchas sociales sea algo éticamente deseable, nadie lo niega. Que sea posible es otro asunto. Saludos. Francisco M.
Bueno, en realidad el marxismo, nos dice que debemos de ver todo con ojo critico, el mismo marx dijo, yo no soy marxista, y a lo que se refiere con la lucha, es pues que en algunos momentos usted como yo, sentiremos la pegada del capitalismo, una crisis o si somos pobres, sufriremos el capitalismo verdadero, entonces en ese momento tu unica satisfaccion sera, primero el reconocer que tus problemas no son hechos por ti, sino por la politica economica, si trabajas y estudias no es porque dios te dijo que lo seas, o porque te puso una prueba, es porque con tu sufrir otro, tu jefe directo o indirecto gana, goza y se enriquece a costa tuya, ahora diras, peor recibo mi salario, y si es lo justo porque no te alcanza para vivir y solo estudiar y a otros le basta y sobra, cuando ocurre y tu llegas a la conclusion aquella tu unica alegria sera el luchar, porque tu sabes que la unica forma de vivir mejor es tumbar el sistema que te oprime, seras feliz porque sabes que no solo tu te emanciparas sino a todos, al niño de africa, al tipo que se volvio borracho por falta de dinero, o al que se suicidio.
ResponderEliminarY el segundo, que nos dice que no hay que sacrificarnos en pos de dogmas, pues bueno, hoy nos sacrificamos con el dogma del "se feliz, vive bien alegrate, rie, si tienes problemas anda con tus amigos, esfuerzate, trabaja mas" y solo favorecemos a los que ya tienen poder
soy licenciado de economia, filosofia marxista-leninista y derecho de la universidad habana de cuba,y a su ves profesor y puedo asegurar lo siguiente:
ResponderEliminarustedes no han leído ni el titulo de las obras marxistas, no han leído ni un gran carajo,
me corto el huevo izquierdo a que ustedes en su vida leyeron de lleno a marx.
Pues córteselo con confianza, profesor!
ResponderEliminarEl marxismo es una teoría, que si bien es cierto hace aportes importantes para el analisis social y comprensión de algunos elementos intervinientes, es y seguirá siendo eso una teoría.
ResponderEliminarHay quienes insisten en asumirla como la única vía para acceder al
"buen funcionamiento social", de ser así, es un dogma que pierde su caracter cientifico, y sus desviaciones son expresadas en las actitudes privadas de humildad en aquellos que lo profesan.
La verdad solo viene de dios, no de conjeturas de hombres, por más brillantes que puedan paracer.
Perdón, pero lo que acabas de decir muestra desconocimiento sobre lo que es una teoría.
EliminarLo último carece de sentido alguno. Es como decir que la verdad solo proviene de Rama, de los unicornios o de Shangó y las demás potencias africanas. No es absurdo, digo?
Si existe Dios entonces hay una verdad, si no existe entonces no hay verdad.
ResponderEliminarSi P entonces Q
EliminarSi no P entonces no Q
Es una tautología
Si existe Sauron entonces existe el mal
Si no existe Sauron entonces no existe el mal
Claro que tanto tu premisa como la mía no pueden probarse.
Saludos. soy cubano, profesor universitario, casi marxista y no pongo en riesgo mis partes intimas.
ResponderEliminarDe forma general considero que para entender el marxismo debemos ser conscientes de que:
Primero: Desde su nacimiento es un "complejo de ideas". En dicho complejo encontramos tesis, conceptos e incluso teorías que serían valiosas para la filosofía y para muchas ciencias sociales que nacían en el contexto en que se desarrolla el marxismo clásico.
Debemos comprender además que el marxismo se desarrolla como producto de un activismo político y es el intento por desentrañar una realidad: “El sistema capitalista".
Por ende: conclusión parcial uno .Es muy fácil encontrar entremezclado conceptos, teorías propuestas metodológicas de alto valor para las ciencias sociales con las creencias, valores, aspiraciones y sueños de quienes ansiamos y estudiamos POR VARIAS VÍAS: políticas, intelectuales, científicas construir una sociedad superior socialmente hablando al capitalismo.
Pero analizando el objeto de la crítica que se realiza en este artc por Morales. Su crítica, me parece tiene una fuerte carga ideológica y se podría pensar que más bien le da la razón a Marx (y yo a él con esta expresión) Pero sobretodo sus argumentos me recuerdan el problema de los paradigmas científicos, el de internalismo vs externalismo y el de la neutralidad de la ciencia, que han sido abordados SUFICIENTEMENTE por los estudios sobre ciencia tecnología y sociedad o estudios CTS.
Todos ellos interrelacionados como los argumentos de la crítica de Morales. Me limitare a exponerle la solución más aceptada al tema de la neutralidad de la ciencia.
¿Es la ciencia neutral?
A la ciencia hay que entenderla como proceso ( búsqueda de la verdad) y como resultado(conocimiento). La conclusión más aceptada a la que arriban estos estudios es que la ciencia como resultado siempre será neutral (2+2=4 sirve a negros, blancos, marxistas y otros) pero como proceso no lo es (Por qué la proporción de científicos que estudian los problemas de salud del primer mundo: obesidad eje. supera la de los que investigan los males del tercer mundo aun cuando se trate de males que afectan a un mayor número de personas.
Concluyendo: Nadie busca la verdad científica con cañones. Por ello no discrepo con morales cuando plantea “que no puede hacerse ciencia adecuadamente sin la existencia de valores autónomos, propiamente científicos” sólo que yo añadiría “sin olvidar que factores políticos, culturales etc influyen quiérase o no, concientícese o no”.
La ciencia se hace con los métodos y procedimientos universales reconocidos por la “comunidad científica” a la que para pertenecer debes aceptar los paradigmas establecidos en ella y que a su vez se subsume a un orden político económico en fin social establecido que condiciona el hacer científico. Por ende ningún científico debe ser tan ingenuo de pensarse libre.
¿Entonces, estaba tan errado Marx cuando nos arenga a transformar el mundo y no sólo a contemplarlo?¿Cuándo nos motiva a reflexionar -desde el siglo XIX- que la actividad científica se interrelaciona con la política?
Por suerte Morales simpatiza afectivamente con la propuesta de Marx.
A Marx, Habermas, Aristóteles a Milton Friedman, a las teorías sociológicas económicas antropológicas, psicológicas hay que entenderlas ubicándolas en el contexto histórico concreto en que nacieron, analizando sus conexiones históricas (al que no lo sepa utilizo categorías y análisis marxista)
Mi correo diorkis2011@yahoo.com
suerte
Saludos. soy cubano, profesor universitario, casi marxista y no pongo en riesgo mis partes intimas.
ResponderEliminarDe forma general considero que para entender el marxismo debemos ser conscientes de que:
Primero: Desde su nacimiento es un "complejo de ideas". En dicho complejo encontramos tesis, conceptos e incluso teorías que serían valiosas para la filosofía y para muchas ciencias sociales que nacían en el contexto en que se desarrolla el marxismo clásico.
Debemos comprender además que el marxismo se desarrolla como producto de un activismo político y es el intento por desentrañar una realidad: “El sistema capitalista".
Por ende: conclusión parcial uno .Es muy fácil encontrar entremezclado conceptos, teorías propuestas metodológicas de alto valor para las ciencias sociales con las creencias, valores, aspiraciones y sueños de quienes ansiamos y estudiamos POR VARIAS VÍAS: políticas, intelectuales, científicas construir una sociedad superior socialmente hablando al capitalismo.
Pero analizando el objeto de la crítica que se realiza en este artc por Morales. Su crítica, me parece tiene una fuerte carga ideológica y se podría pensar que más bien le da la razón a Marx (y yo a él con esta expresión) Pero sobretodo sus argumentos me recuerdan el problema de los paradigmas científicos, el de internalismo vs externalismo y el de la neutralidad de la ciencia, que han sido abordados SUFICIENTEMENTE por los estudios sobre ciencia tecnología y sociedad o estudios CTS.
Todos ellos interrelacionados como los argumentos de la crítica de Morales. Me limitare a exponerle la solución más aceptada al tema de la neutralidad de la ciencia.
¿Es la ciencia neutral?
A la ciencia hay que entenderla como proceso ( búsqueda de la verdad) y como resultado(conocimiento). La conclusión más aceptada a la que arriban estos estudios es que la ciencia como resultado siempre será neutral (2+2=4 sirve a negros, blancos, marxistas y otros) pero como proceso no lo es (Por qué la proporción de científicos que estudian los problemas de salud del primer mundo: obesidad eje. supera la de los que investigan los males del tercer mundo aun cuando se trate de males que afectan a un mayor número de personas.
Concluyendo: Nadie busca la verdad científica con cañones. Por ello no discrepo con morales cuando plantea “que no puede hacerse ciencia adecuadamente sin la existencia de valores autónomos, propiamente científicos” sólo que yo añadiría “sin olvidar que factores políticos, culturales etc influyen quiérase o no, concientícese o no”.
La ciencia se hace con los métodos y procedimientos universales reconocidos por la “comunidad científica” a la que para pertenecer debes aceptar los paradigmas establecidos en ella y que a su vez se subsume a un orden político económico en fin social establecido que condiciona el hacer científico. Por ende ningún científico debe ser tan ingenuo de pensarse libre.
¿Entonces, estaba tan errado Marx cuando nos arenga a transformar el mundo y no sólo a contemplarlo?¿Cuándo nos motiva a reflexionar -desde el siglo XIX- que la actividad científica se interrelaciona con la política?
Por suerte Morales simpatiza afectivamente con la propuesta de Marx.
A Marx, Habermas, Aristóteles a Milton Friedman, a las teorías sociológicas económicas antropológicas, psicológicas hay que entenderlas ubicándolas en el contexto histórico concreto en que nacieron, analizando sus conexiones históricas (al que no lo sepa utilizo categorías y análisis marxista)
Mi correo diorkis2011@yahoo.com
suerte
"¿Es correcto que los miembros de un pueblo sientan la felicidad en la lucha constante?, ¿La confrontación constante en búsqueda de la igualdad entre las clases sociales encontrará algún dia su final en el modelo Marxista?"
ResponderEliminarLo fundamental en Marx cuando se habla de lucha es que se trata de una lucha específica: la lucha de clases. La lucha "constante" hace referencia a la actuación de los oprimidos y los explotados en lucha contra los explotadores y opresores hasta que se llegue a un momento en que se logren abolir las clases sociales, y por lo tanto se de una igualdad material que permita una libertad material real. Nadie puede decir de antemano en el marxismo que es posible llegar a esta abolicion de las clases sociales, pero podemos apostar a esa interpretación, dado que tantas otras nos harían tirar totalmente la toalla o renunciar a las contradicciones principales y fundamentales del sistema capitalista en que vivimos (entre trabajo asalariado y capital). Entonces, nadie puede saber si el comunismo es una finalidad histórica necesaria, sin embargo asumir esto como posible es necesario para poder llevar adelante la lucha de clases por la igualdad y la libertad material.
"si bien, como ya he dicho, las teorías marxistas suponen un gran aporte para la construcción de la ciencia social, el marxismo en general posee un importante obstáculo epistemológico por su negativa a separar ciencia de política. El obstáculo radica en que no diferencia la búsqueda de la verdad de la búsqueda del bien, y eso impide la aparición de valores propiamente científicos y de un momento de investigación propiamente científico, distinto de los momentos de la filosofía política y de la acción política."
ResponderEliminarEn realidad, lo que sucede en el marxismo no es esto que parece tan evidente a la luz del positivismo (la no separación de Bien y Verdad, o mejor dicho de ciencia y política). Sino que al contrario, lo que es un ardid teórico es la posición positivista: nos enfrascamos en nuestra idea de valores científicos, y aún aceptando que existen valores científicos (que no pueden separarse de valores sociales, y que si aceptamos aunque sea parcialmente el marxismo -como en esta nota- sabemos que se encuentran enterrados en el barro de lo social), pero aún así ignoramos las consecuencias que estos valores encierran para la propia ciencia (seguimos investigando en la teoría económica neoclásica -aún cuando todos los papers e investigaciones aclaran que no testean-, seguimos pensando en la naturalización del poder establecido en el derecho -aún cuando sabemos que eso no es natural y corresponde a elecciones culturales y de dominación de clase-, vamos de los polos filosóficos racional a irracional, del posmodernismo al positivismo -aún cuando sabemos que estas teorías se encuentran marcadas por una no crítica del orden social establecido.) Entonces digamos nuevamente: el ardid teórico positivista en el cual se sutenta la idea de que el marxismo no separa ciencia de política es que en realidad es el positivismo el que separa la ciencia de la política de una forma que no tiene realente un sustento empírico ni epistemológico posible (de ningún nivel). Esto es, que básicamente, aceptando la teoría marxista (aunque sea con timidez) deben cambiarse los postulados epistemológicos fundamentales (separación de ciencia y política, de política y economía, etc.) y comenzar a ver dialécticamente las relaciones establecidas entre cada una de estas cuestiones.
La posición popperiana es ampliamente miserable con el marxismo y hasta hoy en día, ninguna epistemología crítica puede sustentarse sobre el popperianismo (el psicoanálisis es considerado pseudocientífico, el marxismo también...). Entonces, siguiendo los postulados del "Ideal de verdad" y el "Método" que garatizarían que el camino está libre del barro y la sangre de la historia y la sociedad, podríamos llegar (según el positivismo) a separar la ciencia de la política (y sin embargo tenemos cuestiones clarísimas que se reflejan en el sentido de la relación entre unas y otras tales como que se investigan muchísimo más curas para enfermedades de las clases medias-altas que para enfermedades que afectan a clases bajas), entonces díganme claramente: cómo es que la ciencia se libera de la política (y no hablemos de Verdad y Bien, que son cosas que no necesariamente fundamentan ni la una ni la otra).
El psicoanálisis sí es pseudocientífico. La neurología ha derrumbado muchos de sus supuestos. La economía liberal, por otro lado, hace críticas muy flacas al marxismo, cuando no coquetea, de plano, con la pseudociencia.
Eliminar"En el marxismo confundimos fácilmente nuestras ideas respecto a cómo es la sociedad con nuestras ideas respecto a cómo debe ser la sociedad, y cuando el bien y la verdad están confundidos, tanto nuestras teorías sobre el mundo como nuestras posturas políticas están protegidas ante la crítica, pues si nuestra misión política se considera demostrada científicamente, toda postura contraria tenderá a despreciarse de antemano como “ideológica”, y si nuestra teoría objetiva se justifica por una misión política, el ideal de verdad carecerá de importancia."
ResponderEliminarEn el marxismo jamás se confunde lo que es con lo que debe ser: estos dos estados se relacionan dialécticamente. Sin embargo en el popperianismo sí que se confunde lo que es con lo que debe ser: Popper dice que la ciencia debe tener independiencia del terreno de los intereses sociales (en algún sentido cuando releemos esta cuestión de los valores autónomos está planteando autonomía de esto mismo), pero esta validación de la ciencia positivista es normativa: cuando vamos a la realidad nos damos clara cuenta de que no testea. En ningún momento es posible despegar ciencia de política, y eso porque la ciencia hoy en día es una institución y no exclusivamente una disciplina. Y como institución, la ciencia (con la palabra de la verdad por detrás) puede validar acciones político-económicas y socio-históricas (y así tenemos el neoclasisismo en economía, centros de investigación médica al servicio de empresas multinacionales, de agencias gubernamentales, etc., institutos de revisionismo históricos que acomodan la realidad a una lectura oficial que valida los actos políticos y demás, teorías de justificación de la desigualdad, etc.)
Espero sus respuestas, saludos cordiales.
Buenos los comentarios de Psilosofía, me alegro encontrarme con una buena refutación. Comparto algunas observaciones (como se notará, este artículo ya tiene sus años). Es verdad, el popperianismo y posturas similares son posturas normativas y no reflejan adecuadamente lo que en realidad es la ciencia, sino un "deber ser", un ideal. Pero tampoco es satisfactoria la teoría marxista de la ciencia, o en general todas aquellas tesis que pretenden comprender a la ciencia a partir de algo más, de algo externo que la regula de algún modo, de alguna "estructura fundamental" o "determinante en última instancia".
ResponderEliminarEvidentemente, la ciencia pertenece a la sociedad y, en ese sentido, es inseparable de esferas de innegable influencia como la economía y la política. Sin embargo, del hecho de que muchos productos científicos --particularmente de ciencias sociales-- puedan ser utilizados para intereses políticos o de otro tipo NO SE INFIERE que la ciencia sea un mero reflejo de esos intereses. Afirmarlo sería negar cómo opera la ciencia en la realidad. La ciencia moderna está diferenciada del resto de esferas sociales, eso es justamente su novedad histórica (lo cual no significa que esté "separada" --no confundir las dos cosas).
Y esto incluso es válido para el marxismo: ¿o acaso es lo mismo el marxismo teórico, académico, y el ideológico, el de la práctica política? La postura de que en el marxismo la relación entre juicios de hecho y juicios de valor es "dialéctica" funciona muy bien como postura teórica, pero no "testea". La integración entre conocimiento y práctica política es también un mero planteamiento normativo, una apuesta ética.
En fin, las distinciones de tipo crítico/conservador simplemente resultan demasiado estrechas, demasiado simplistas, para dar cuenta de algo tan complejo como la ciencia moderna, y, en general, de la sociedad moderna. El mundo no se divide en los buenos y en los malos, en los revolucionarios y en los defensores del sistema. Y la historia de la humanidad NO es la historia de la lucha de clases.
Saludos. FM
"Pero tampoco es satisfactoria la teoría marxista de la ciencia, o en general todas aquellas tesis que pretenden comprender a la ciencia a partir de algo más, de algo externo que la regula de algún modo, de alguna "estructura fundamental" o "determinante en última instancia"."
ResponderEliminarClaramente la sociedad determina las investigaciones científicas, el desarrollo de la ciencia, hacia donde va. Esto SUCEDE, no es más que la explicación fáctica de lo que está de hecho. El marxismo apuesta a que en una sociedad comunista este desarrollo de la ciencia no se dé por el lado de los intereses del capital sino por las necesidades humanas de conjunto alrededor de las prioridades establecidas por los consejos o asambleas de conjunto.
"Evidentemente, la ciencia pertenece a la sociedad y, en ese sentido, es inseparable de esferas de innegable influencia como la economía y la política." Cuando decimos que es inseparable por lo tanto anulamos necesariamente todas las aspiraciones de individuación y supuesta autonomia de la ciencia en el sentido popperiano dentro de la sociedad capitalista actual. ¿Por qué? no desde luego porque <> descubrimientos o investigaciones científicas puedan servir como instrumentos de la dominación capitalista. Sino porque la relación que se establece en el sentido del desarrollo de las fuerzas productivas (ciencia, tecnología, industria, etc...) viene modulada (esto significa que adquiere la forma, el formato, la adecuación sistémica) a los intereses del capital, constituyendo claramente una barrera para dar respuesta a las necesidades humanas de conjunto: de nuevo te digo por qué no se erradica el cólera de todo el mundo y se investiga la cura para el cancer? En términos de cantidad de gente muere más gente de enfermedades atrasadas que ya tienen cura en el primer mundo y no se aplicaron a paises coloniales y semicoloniales que justamente son explotados por los otros. Tu respuesta es cínica (en un sentido filosófico) y se postula del siguiente modo: "YO SÉ MUY BIEN QUE LA CIENCIA ACTUAL SE ENCUENTRA DETERMINADA POR LAS CONDICIONES POLÍTICAS, SOCIALES Y ECONÓMICAS (Imperialismo, explotación y capitalismo), PERO AÚN ASÍ LA CIENCIA PUEDE SER AUTÓNOMA EN SENTIDO POPPERIANO PORQUE DE ESTAS CONDICIONES Y SUS EJEMPLOS CONCRETOS NO SE INFIERE QUE LA CIENCIA SEA REFLEJO DE LAS RELACIONES SOCIALES" Claramente el marxismo no apuesta a una <> o por lo menos no un reflejo inocente de espejo plano: la relación que se establece es por la determinación en última instancia, una forma dialéctica: la ciencia permite modos diferentes de desarrollo económico (el desarrollo de las fuerzas productivas es condicion de posibilidad para el sustento de un futuro comunismo) pero aún así en última instancia son las relaciones sociales las que permitirán el pasaje a desarrollos tecnológicos que superan dichas relaciones sociales y económicas.
"La ciencia moderna está diferenciada del resto de esferas sociales, eso es justamente su novedad histórica" Cierto, como la política y la economía, son diferentes, son discursos diversos, sin embargo no existe un deslindamiento de sus relaciones en el plano práctico de la sociedad.
ResponderEliminar"La postura de que en el marxismo la relación entre juicios de hecho y juicios de valor es "dialéctica" funciona muy bien como postura teórica, pero no "testea". La integración entre conocimiento y práctica política es también un mero planteamiento normativo, una apuesta ética." Esto no es cierto en absoluto: el marxismo extrae todo su conocimiento de la práctica sintetizada en forma teórica, es la estructura que sigue el mismo psicoanálisis. Esta relación es dialéctica y testea claramente, no existe marxista alguno que no se dedique al estudio de las condiciones políticas para poder operativizar su práctica (no implica que no existan profesores y académicos que enseñen marxismo pero no por eso sean marxistas). En este sentido el marxismo es claro y no cabe más que citar la Tesis XI sobre Feuerbach de Marx para poder releer todo lo dicho hasta recién a la luz de ella: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata (además) es de transformarlo".
"El mundo no se divide en los buenos y en los malos, en los revolucionarios y en los defensores del sistema. Y la historia de la humanidad NO es la historia de la lucha de clases." No existe un binarismo, no significa que sean categorías estáticas, son dinámicas y flexibles, pueden cambiar dependiendo de los roles que asuman los actores sociales pero claramente en el terreno del conocimiento existen límites que los científicos tienen para elaborar conocimiento puesto a disposición del anticapitalismo para llegar a una sociedad materialmente igual.
A la luz de la Tesis XI nuevamente veremos que lo importante del conocimiento es qué modulación adquiere, por esto es importantisimo fomentar la fundación de centros de investigación independientes de capitales privados y públicos que se dediquen a la investigación en términos de transformación de la sociedad y no en una mera "esfera aislada/autónoma" que se abstrae de lo que pasa todos los días en las calles del mundo (y lugares donde ni hay calles). Una ciencia con conciencia. En este sentido debemos ser claros también: el marxismo no es un dogma (y quien lo lleve adelante de este modo no podría llamarse marxista) sino un modo de producción de conocimiento que se pone a disposición del cambio del sistema capitalista a partir de la crítica de sus propias limitaciones internas. Lo que se llama una crítica inmanente. Y lo de que la historia no es la historia de la lucha de clases: no veo argumento tuyo en favor de esta negación.
Reformulo la idea. No hay fundamento, otro que un añejo presupuesto ontológico, para sostener que la sociedad posee "estructuras fundamentales" que "determinan en última instancia". Y no hay fundamento, otro que una --respetable-- apuesta ética convertida en teleología, para asegurar que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Algo hay de verdad en las observaciones del marxismo, pero la realidad de la sociedad es mucho más compleja. En ese sentido, cuando se trata de dar cuenta de una sociedad altamente compleja como la moderna, los viejos presupuestos marxistas se convierten en obstáculos epistemológicos.
ResponderEliminar"No hay fundamento, otro que un añejo presupuesto ontológico, para sostener que la sociedad posee "estructuras fundamentales" que "determinan en última instancia"."
ResponderEliminarBueno, pero eso no es un argumento porque en última instancia solo descalifica la posición ontológica del condicionamiento/determinación ontológica por ciertos principios (el trabajo) por ser añeja, sin justificar por qué se equivoca. Habrá que meterse con la propia argumentación interna del marxismo y decir por qué no es el trabajo, o el modo de subsistencia social lo que en última instancia determina el conjunto de la sociedad y todo lo que la estructura.
Las complejas relaciones sociales no se niegan en esta tesis sino que permiten su comprensión a partir de dichas relaciones (que ya de por sí son bastante complejas) No se niega la existencia de determinaciones ideológicas, antropológicas, culturales, psíquicas, etc...
Por otra parte, lo mismo sucede con la historia como historia de la lucha de clases, habrá que entrar en el argumento y decir por qué no concuerda con la realidad internamente.
Al ser éstos los fundamentos de la teoría y no sencillamente argumentos secundarios no se los puede juzgar externamente. Es como decir: el inconciente es una idea vieja y obsoleta, (pero en qué no concuerda internamente? por qué es falso en términos reales?).
La cuestión ética en el marxismo parte de la crítica de la porpia ética burguesa: es lo que se llama una crítica inmanente. Señala los límites del sistema capitalista para poder llevar adelante la ética que promueve desde su inicio: igualdad, libertad y fraternidad. El comunismo nace como aquel sistema que, partiendo del capitalismo, trasciende los límites que éste tiene para llevar adelante su propia ética.
Para contradecir estas cosas no bastan análisis externalistas sino que habrá que meterse dentro de las tesis y contraargumentarlas en su propia lógica.
Para "meterse dentro de las tesis y contraargumentarlas dentro de su propia lógica" sería necesario aceptar los presupuestos de los que parte la teoría. El marxismo parte del axioma (que no posee fundamentación, por eso mismo es un axioma) de que lo "histórico concreto" es sinónimo de "relaciones sociales de producción". El marxismo asume una metodología (típicamente decimonónica) que se interesa en buscar los fundamentos, el ámbito primigenio y privilegiado que nos permita comprender la lógica de, en este caso, la historia humana. La apuesta por los fundamentos materiales dio lugar a una teoría con importantes aciertos, pero esta misma apuesta determinó las limitaciones inherentes de la teoría marxista (que, como cualquier teoría, posee sus limitaciones), y que se hacen especialmente evidentes al momento en que la teoría marxista trata de aplicarse a ámbitos que van más allá de su ámbito de interés privilegiado, por ejemplo, cuando trata de dar cuenta de la política o, en este caso, de la ciencia.
ResponderEliminarEl marxismo ha sido recurrentemente cuestionado por su reduccionismo economicista (tanto en sus versiones muy simples como en versiones más sofisticadas), y esto no es una casualidad. El marxismo es una excelente teoría de las relaciones sociales de producción, pero este "fundamento" no es el único punto de partida posible para la teoría social, y no necesariamente el mejor cuando se trata de dar cuenta de aspectos sociales distintos a los económicos productivos.
No tiene mucho sentido seguir, ya he expuesto bastante por qué el marxismo sigue siendo hoy el mejor paradigma de comprensión social para la transformación radical y revolucionaria de la sociedad. En última instancia se reduce a eso: reforma o revolución.
ResponderEliminarTe dejo un link para que puedas leer otros autores que te puedan aportar más herramientas y con más detalles.
http://www.toposytropos.com.ar/N3/pdf/gruner.pdf
http://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf
Un saludo y suerte.
Siempre me ha parecido "perversa" la manera en que el Marxismo "salta" del plano de la teoría al de la acción. Para ilustrar mis sensaciones con respecto a esto se me ocurre el ejemplo de la "quimioterapia" para tratar el cancer que, para acabar con las células cancerosas, acaba también con las sanas, dejando un organismo debilitado que, generalmente y después de una supervivencia corta y bastante penosa, irremediablemente muere. Los experiencias históricas del marxismo aplicado a la realidad social, no pueden ser más concluyentes.
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