Hay que partir distinguiendo y reconociendo que efectivamente vivimos un proceso de cambio de época (independientemente del desenlace del mismo, que en definitiva depende de la capacidad de acción colectiva de la humanidad en su conjunto), no sólo en Ecuador sino en el mundo. En este contexto, considero que en las elecciones del próximo domingo 26 de abril se enfrentan realmente -y vienen haciéndolo por lo menos desde hace dos años atrás-, dos posiciones político-ideológicas, dos concepciones éticas, dos intereses económicos, dos proyectos de sociedad, dos generaciones, etc., que están representadas por dos contendores: Rafael Correa y el resto.
¿QUIENES SON EL RESTO? o LA OPOSICIÓN A CORREA
LOS “RETRO”
En primer lugar, y constituyendo el grupo más voraz y peligroso, se encuentran los RETRÓGRADOS, es decir el conglomerado de los potentados “nacionales” y transnacionales, cuyos dolosos manejos económicos; abusivos y corruptos ejercicios de poder; inmorales conductas grupales e individuales; etc., han sido descubiertos -o en la actual jerga sociológica “visibilizados”-, están puestos en cuestión, y han comenzado a ser sancionados, eliminados y corregidos por el gobierno liderado por Correa, con la aprobación y apoyo de las dos terceras partes de la población; aprobación y apoyo corroborados en las últimas 4 0 5 contiendas electorales.
Este es el grupo que implantó la “partidocracia” -“orden” regido por la corrupción y la inequidad en todas sus formas-, y que ha posibilitado, sobretodo en las dos últimas décadas, el “bienvivir” de auténticas mafias, en desmedro del buen vivir de la mayoría de la población; BUEN VIVIR que acertada y felizmente fundamenta la Constitución vigente, orienta la construcción de un orden social sano para todos, y exige la reeducación y, si es del caso, el castigo de quienes aún pretenden mantener su “bienvivir”, atreviéndose incluso, y cínicamente como es su proceder, a creerse y autoreclamarse cristianos.
Hay que aclarar que este grupo no incluye a todos los empresarios, pues muchos de ellos, que actuaron apegados a las normas legales y morales, también fueron excluidos y perjudicados por el sistema “particrático”.
Pero no sólo integran el grupo RETRO, los inmorales incrustados en todos los grandes sectores económicos. También están otros, de menor cuantía, que se sumaron al “orden partidocrático” y lo aprovecharon para “negociar” y alcanzar privilegios grupales, familiares y/o individuales,-salvo contadas excepciones-, a nombre de los derechos y la equidad, y cuya revelación fue realizada y está siendo corregida por el Gobierno liderado por Correa. (“sacrificados”, y sagaces, “servidores públicos” del Banco Central, Petroecuador, etc. -que se “automerecieron” múltiples canonjías, por su complicidad con el statu quo-, y también elementos de otras instituciones, cuyos funcionarios se autobautizaron de obreros, y lograron “reivindicar” y “conquistar” la sindicalización, nada más que para saciar sus apetitos pancistas y abusar de las rentas estatales, aceptando la “ética” implantada por la “partidocracia”. (Adicionalmente, suplantaron al verdadero movimiento obrero que hoy, debido a ello, en buena medida también a la “caída del muro”, y a otros factores, tiene escasa presencia organizativa, deficiente representatividad y nula conciencia clasista.)
Estos elementos, (antiguamente bien llamados kikuyos) dueños aún del poder subrepticio en algunas instituciones públicas importantes, aparte de ser opositores a Correa, constituyen el principal obstáculo y son los que actualmente boicotean la aplicación de las profundas reformas y racionalización que requiere la institucionalidad estatal, a través de la cual deben y pueden superarse las perversiones sociales implantadas por el regimen partidocrático, y consecuentemente impedir que la Constitución se convierta en letra muerta.
En este grupo también caben varios dirigentes “populares” viciados por la partidocrocia y que aún mantienen liderazgos autocráticos, espurios y hacendatarios en algunos sectores sociales y regiones.
Saben que el gobierno de Correa ya ha demostrado su voluntad de cambiar esta realidad, y pretenden con su oposición que ese proceso no continúe, pues perjudica sus mafiosos intereses.
La pretensión del grupo Retro es consecuentemente restaurar el “orden” que les ha beneficiado, y que ha comenzado a derrumbarse. En síntesis, y figurativamente, intentan retomar la conducción del tren de la historia, para meter retro y estacionarlo en el desvencijado pasado. Tal cual lo hicieron con el tren físico que puso en marcha Alfaro. Para ello utilizarán todas las artimañas a las que están acostumbrados o puedan utilizar.
LOS “ULTRA”
El segundo grupo de oposición, aunque minoritario, y que se ha sumado prácticamente al primero, estaría situado en el polo opuesto, constituido por los ULTRAREVOLUCIONARIOS, de naturaleza aparentemente “izquierdista”, y cuya oposición se sustenta en creer -o mejor dicho justificar su oposición y participación electoral (en realidad su foto en los carteles, pues no han planteado alternativas sustentadas y convincentes), aduciendo que el Gobierno liderado por Correa no es suficientemente radical, no ha cumplido lo que ofreció, que se está “derechizando”, etc.
Retomando la figura anterior, este grupo, por haber ayudado a empujar el triunfo de Correa, está convencido que tiene derecho a la conducción del tren, que el conductor les pertenecía, y que se debe meter primera (máxima potencia) y a la vez alcanzar velocidad (recorrer en “cuarta”), lo cual es posible que pueda ser pensado por un niño o por alguien que desconoce el funcionamiento real de un artefacto de este tipo.
Dando muestras de sus inconsistentes propuestas, precaria experiencia, y encubiertas ambiciones; y, sobre todo, cegados o desorientados por la prevalencia del misticismo, mitificación, dogmatismo, y/o egocentrismo, no toman en cuenta la configuración del terreno, la carga que lleva el tren, el estado y capacidad del vehículo, y demás; como tampoco de las condiciones atmosféricas o ambientales existentes en cada momento del avance. Incluso, les lleva a olvidar que es necesario parar en algún momento, ignorando que el no hacerlo puede causar la fundición de la máquina.
Esta forma de pensar no es nueva en la historia. Casi siempre ha aparecido en procesos de significativo cambio social, habiendo sido ya identificada como “infantilismo”, y específicamente, en este caso concreto, poder diagnosticar que este grupo adolece de “ultrismo, enfermedad infantil del izquierdismo”, parafraseando la acertada caracterización realizada en su tiempo por uno de los grandes e históricos dirigentes de la Revolución Rusa, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin.
La importancia socio-política de este grupo se asienta en la posibilidad de arrastrar consigo a valiosos sectores populares, especialmente étnicos) y de clase media, algunas de cuyas legítimas reivindicaciones aún no han podido ser atendidas en los dos escasos años de gobierno.
LOS “RESEN”
Para completar el escenario socio-político electoral descrito cabe distinguir también un sector, cuya oposición podría ser caracterizada como visceral o emocional, integrado por pequeños grupos, y sobre todo familias e individuos, que siendo, o considerándose, de izquierda, que efectivamente han liderado o participado protagónicamente en algunas o muchas luchas sociales, (no sólo nacionales), han sido, o han venido siendo, reconocidos como tales, pero que, sin embargo, se oponen a Correa incitados por el resentimiento, sea porque este ha eclipsado y dado al traste, en algunos casos, con sus aspiraciones presidenciales; no han sido convocados o el nuevo líder no ha requerido su auto-preciado apoyo, o no son parte del equipo conductor. Esta situación los ha inducido a autogenerar un escenario sicótico conformado por la presencia del injustificado olvido o falta de reconocimiento de su vieja militancia y sacrificio, así como por un intencionado desconocimiento de su predestinación y capacidad revolucionarias, por parte de Correa y de su gobierno.
(La verdad sea dicha. Muchos de ellos, por mucho dedicarse a subvertir el “orden” instituido, o a desarrollar su capacidad de “negociación” con el “enemigo de clase”, parece que olvidaron pensar, prefigurar y prepararse para asumir los retos que plantearía la construcción de la nueva sociedad ecuatoriana, como lo exige el presente momento, y por lo tanto se sienten excluidos del proceso)
Como es obvio, su ego-oposición los ha llevado a centrarse en la identificación de los individuos que vienen colaborando con el gobierno liderado por Correa, quienes habrían cumplido ese papel, -o efectivamente lo ejercieron-, en el regimen “partidocrático”. Para ellos, aparte de sentir que estos constituyen los usurpadores de su aspirada participación y aporte genuinamente revolucionarios, su presencia definiría la naturaleza “reaccionaria” del gobierno.
Sin dejar de tener razón en algunos casos, el resentimiento les impide, por una parte, ver la dirección que lleva el tren y su avance, independientemente de la presencia oportunista o inocua, -en algunos casos también útil-, de unos cuantos infiltrados (que efectivamente si los hay, incluso camuflados con vestimenta izquierdista); y, por otra parte, tampoco pueden mostrar su real posibilidad de “meter el hombro”, o “contribuir con un granito de arena”, para acelerar (si la consideran que está muy lenta) y/o mejorar la dirección (si estiman que no va en el sentido correcto); desempeñar con eficacia los retos prácticos que conlleva el proceso de cambio; menos aún, demostrar que puedan encargarse de la conducción, mediante el planteamiento de soluciones o alternativas creativas y viables.
En síntesis, se sienten y están atrapados por un “glorioso” pasado, irreconocido o desechado; una presencia incomprendida o “ninguneada”; y, consecuentemente, tampoco pueden pensar en participar de un futuro posible y mejor.
Algunos de ellos, sin querer reconocer su síndrome sicopatológico y menos aún explicarlo socialmente, han caído en el “autismo”, como bien lo definió el Presidente, y que según la psiquiatría es un “síntoma esquizofrénico que consiste en referir a su propia persona todo cuanto acontece a su alrededor”.
Como es de suponer, dentro de cada uno de estos grandes grupos existen subgrupos que se diferencian por tener algunas características particulares, y también singulares.
LA OPCIÓN CORREA
Pero no sólo la condición de descomposición y discapacidad que distingue a la oposición me llevan a respaldar y votar con conciencia, voluntad y fe por Rafael Correa, y selectivamente por la mayoría de candidatos de la lista 35 (en razón de los camuflados e infiltrados), sino también, y sobre todo, cuenta en la decisión su genuino, notable, lúcido y consecuente liderazgo, que ha logrado constituir un equipo solvente, honrado y eficiente (salvo excepciones, que con seguridad serán corregidas en su debido momento); y ha plasmado en realidad varias de las inveteradas y sanas reivindicaciones, planes y aspiraciones de la mayoría de los ecuatorianos, entre los cuales me cuento.
Considero además que la falta de rendición de cuentas de los gobernantes, instaurada por la partidocracia, encubierta por la inestabilidad y premiada por la impunidad, debe terminar, para poder avanzar hacia un mejor derrotero, como lo está llevando a efecto el Presidente Correa.
Para ello también es necesario que volvamos a confiar, a reconocer la sinceridad, comprobar la rectitud y la capacidad, premiar el esfuerzo, aceptar la justificación del error, y sobre todo, proponerse uno mismo realizar el esfuerzo de participar creativamente en el proceso de cambio, en y desde el sitio que nos encontremos, ejercitando además el derecho a la libre expresión, en forma idónea; sabiendo, además, que el reto es mayor, pues la oposición será más intensa y perversa, en tanto y en cuanto continúen concretándose los cambios.
De esta manera cumplo con el derecho y deber de expresarme para decir que no encuentro, al momento, mejor opción electoral que la liderada por RAFAEL CORREA, y que comprendo que es necesario y conveniente para el Ecuador apoyar su permanencia, avalada por las ejecutorias de sus dos años de gobierno, que son trascendentes, múltiples y en diferentes ámbitos, y que sólo pueden ser reprobadas y desconocidas por “RETROS”, “ULTRAS” y “RESEN”, a ninguno de cuyos grupos me siento pertenecer.
Creo en el lema que ha escogido para su gobierno: “mentes lúcidas, corazón ardiente y manos limpias”, y creo también que el Presidente estaría dispuesto a adoptar la famosa consigna de Eliécer Gaitán (con el cambio que exige en la actualidad uno de los derechos humanos fundamentales) cuando dijo:
Si avanzo, seguidme….
Si retrocedo, empujadme….
Si os traiciono, condenadme (a).
(a) Gaitán dijo aquí, en 1948: ¡ matadme !)
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