Hoy quisiera escribir sobre el tema del nombre de Dios, el aborto y el matrimonio gay en la Constitución.
Estoy convencida de que una vez más, la oposición ha querido manipular el asunto para intentar desestabilizar el proceso constituyente y al actual gobierno.
Por esa intención, es necesario escribir con urgencia.
Me ha parecido adecuada la actuación de los asambleístas de Acuerdo País y del Presidente de la República al no enredarse en la discusión de los temas arriba señalados.
Hace falta difundir la idea de que la Constitución es un conjunto de normativas muy generales. Es necesario aclarar que la generalidad de las normativas de las Constituciones es lo que garantiza su permanencia.
Por tanto, hay que estar alertas para no caer en la provocación de algunos periodistas que nos animan a ser fundamentalistas.
Estoy convencida de que una vez más, la oposición ha querido manipular el asunto para intentar desestabilizar el proceso constituyente y al actual gobierno.
Por esa intención, es necesario escribir con urgencia.
Me ha parecido adecuada la actuación de los asambleístas de Acuerdo País y del Presidente de la República al no enredarse en la discusión de los temas arriba señalados.
Hace falta difundir la idea de que la Constitución es un conjunto de normativas muy generales. Es necesario aclarar que la generalidad de las normativas de las Constituciones es lo que garantiza su permanencia.
Por tanto, hay que estar alertas para no caer en la provocación de algunos periodistas que nos animan a ser fundamentalistas.
Lo curioso es que, si excluyera el nombre de Dios e incluyera normas sobre el aborto y el matrimonio gay, la nueva Constitución sería fundamentalista.
¿Por qué, si esos asuntos parecen propios de un Estado laico moderno? Pues porque también el Estado laico moderno puede ser fundamentalista.
Uno de los motivos por los que unas ideas se vuelven fundamentalistas es porque un grupo minoritario muy convencido de ellas, una secta, pretende imponerlas a la mayoría de la población.
Uno de los motivos por los que unas ideas se vuelven fundamentalistas es porque un grupo minoritario muy convencido de ellas, una secta, pretende imponerlas a la mayoría de la población.
Entonces, en el Ecuador actual, las personas que están convencidas de que la Constitución debe excluir el nombre de Dios e incluir el aborto y el matrimonio gay, deben tener cuidado de no actuar como secta en nombre del Estado laico. Si la mayoría de ecuatorianos quiere que el nombre de Dios esté en la Constitución, allí debe estar. Los temas del aborto y el matrimonio gay tendrán que seguir siendo discutidos por la sociedad y sólo si la mayoría lo desea, se incorporarán a leyes secundarias, pues la Constitución debe mantener su carácter de normativa muy general.
¡Cuidado pues con los fundamentalismos a principios del siglo XXI y cuidado con dejarse manipular!
Afirmar que los asambleístas de Acuerdo País y el Presidente han dado prioridad al triunfo electoral y han cedido en principios y convicciones, y decirlo críticamente, es una clara manipulación política. Los principios y convicciones los mantienen las personas. No hay que tener exactamente los mismos para acordar sobre el tipo de país que queremos. Y la política debe ser un espacio de concertación. Así es el siglo XXI, afortunadamente.
1 comentario:
Si el sustento de la democracia fuera lo que una mayoría le impone a una minoría, viviríamos en la dictadura de los muchos.
Es necesario entender que los derechos individuales del ciudadano no pueden someterse a la imposición de la mayoría sino a como lo que un individuo está representado en el marco jurídico, EN ese contexto si todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos. Si dos ciudadanos iguales ante la ley pueden casarse, pueden también casarse otros dos ciudadanos iguales ante la ley sea cuál fuere su sexo, no?
Coincido con tu punto de vista de generalización en una constitución. Pero no estoy de acuerdo en que luego la mayoría puede hacer lo que le de la gana con las minorías. EL reconocimiento de los derechos de las minorías en el Ecuador son los que han llevado al país a este proceso político. La nueva constitución debe garantizar que los derechos de todos los ciudadanos se respeten egalitariamente, y eso no es posible si el marco jurídico puede cambiarse al gusto y cantar de la mayoría.
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