Por: Nancy Ochoa
Hoy creo que el proceso social, histórico y político que se inició en el Ecuador con las últimas elecciones presidenciales, el referéndum y las elecciones para la Asamblea Constituyente, es irreversible.
Esta creencia me tranquiliza porque formo parte de muchos ecuatorianos que, desinteresadamente en lo personal, no queremos que la política siga como era antes, es decir, una política inestable, porque los grupos de poder representados por los partidos políticos, enquistados en las instituciones del Estado, como el Congreso y la Función Judicial, y apuntalados por una burocracia corrompida; lograban desestabilizar a los gobiernos hasta el punto de derrocarlos, pues ellos también formaban parte de esa misma política.
¿Por qué creo que este proceso es irreversible? Porque la inestabilidad política anterior ya no es tal gracias a la legitimidad que proporciona la Asamblea Constituyente. La Asamblea está apoyada por una corriente ciudadana mayoritaria que ya no quiere que vuelva la política anterior. Todavía hay bastante gente que desearía encontrar los medios para derrocar al actual gobierno, que no escatiman esfuerzos para ello, así sean medios poco éticos: llamadas a los cuarteles, compra de conciencias, etc. Pero yo creo que ya no tienen posibilidad de triunfar. Si estos sectores defensores de la política anterior, lograran derrocar al actual gobierno (por ejemplo, la clase media alta quiteña reunida en la avenida de Los Shyris como si fueran los anteriores “forajidos”), yo me habría equivocado. Habrá que ver…
Otra razón por la cual creo que este proceso es irreversible es que la polarización como medio para debilitar al gobierno, ahora no funcionaría. Creo que si se polariza la lucha política, como ocurrió en Venezuela antes de que la oposición perdiera el referéndum revocatorio, esa polarización fortalecería al gobierno, como sucedió con Chávez. Después de ese referéndum la oposición se convenció que deben oponerse a Chávez a través de medios democráticos, es decir, más o menos transparentes, haciendo una política dentro del cambio para proponer un modelo diferente.
Aquí da la impresión de que tienen que actuar así. Por ejemplo, para que el discurso de Nebot tenga éxito, éste debe producirse en el marco democrático, dentro del proceso de cambio, sólo para hacer notar los rasgos del actual gobierno que considere equivocados, es decir, buscando rectificaciones, u oponiéndose al estilo del presidente. Puede presentar un modelo de país diferente, con el fin de empezar a convencer a la ciudadanía de que ese modelo será mejor en el futuro. No en este momento. Está por verse si la gente le perdona su militancia social cristiana y cómo compartió el poder en el régimen de Febres Cordero. Pero también podría aparecer un líder más confiable.
Por último, hay otros elementos sueltos que de igual manera fortalecen al actual gobierno: el alto precio del petróleo, el debilitamiento de la economía estadounidense, la corriente de izquierda predominante en América del Sur. ¿Por qué? Precisamente porque nuestros países tienen procesos sociales, históricos y políticos similares aunque no idénticos, por lo cual la irreversibilidad de los cambios parece imponerse en toda la región.
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7 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo con lo que has escrito. Lamentablemente, y para que este proceso irreversible continue, todos debemos poner el hombro, y es ahi donde hay reacciones de ciertas personas o grupos. Queremos que haya cambios pero muchos no queremos hacer nada para que ello suceda. "Mientras no se metan conmigo, todo esta bien" que ironico.
No estoy seguro de si la condición de "irreversible" haga que este proceso sea positivo. Como argumento en contrario, se me ocurre que la democracia debe fortalecer la capacidad de revertir (y, de ser el caso, también de subvertir!) cualquier orden. En la práctica, veo como hechos democráticamente (si es que no éticamente) cuestionables la forma en que se constituyó la Asamblea Constituyente (¡aunque parezca paradójico!), usando las tres armas muy poderosas de la vieja y repudiable "partidocracia" -o, si se quiere, del antiguo régimen-: el voto "en plancha", los métodos cuantitativos de distribución de escaños y la propaganda gubernamental. Si no se destierra estos métodos, aunque quizá irreversible, el método no nos llevará a nada mejor. Solamente a otros protagonistas -más afectos a la otra mano- de una misma práctica corrosiva. Por otro lado, el que los "plenos poderes" se hayan usado para forzar -si es que no violar- el Estatuto aprobado para la conformación y el funcionamiento de la Asamblea, es también por lo menos democráticamente cuestionable.
Felicitaciones por el blog.
Juan Ponce Martínez
La legitimidad de la asamblea no solo mantiene en marcha el actual proyecto de gobierno y reestructuracion institucional, sino tambien promociona un sentimiento de confianza en la agencia del estado, que a su vez es esencial para que un futuro estado de derecho sea viable. Lo que falta es un apoyo ciudadano proactivo a la labor de la asamblea. Hasta que nosotros no nos demos cuenta del peso e importancia del actual proyecto de la asamblea, este no va a garantizar la estabilidad gubernamental ni la profunda reforma que esperamos.
No estoy seguro que el proceso socialista en nuestro querido país Ecudor sea irreversible tan solo fundamentado en imposiciones al mejor estilo de la tan criticada partidocracia, para muestra la falta de espacio e importancia para valiosos criterios de dos asambleistas de AP que han tenido que retirarse voluntariamente a cambio de no claudicar con su conciencia y compromiso con el encargo que el pueblo les confirio.
Anónimo
Gracias, Juan Ponce, por tu comentario.
Yo veo la situación histórica a largo plazo y por eso, me parece que era necesario, un nuevo proyecto que deberá traer estabilidad política, al fin. Sin estabilidad institucional, no puede progresar el Ecuador. Eso nos conviene a todos.
No doy tanta importancia a los detalles de procedimiento que tú ves. Puedes tener razón.
Creo que la estabilidad es indispensable, por eso lo de "irreversible", pero claro eso no quiera decir que no se presenten nuevas etapas históricas en que haya que revertir y subvertir. Actualmente el gobierno ecuatoriano está tratando de subvertir un orden establecido que se resiste a cambiar. Pero yo creo que con oposición malintencionada y todo, el proceso de subversión actual tiende a tener éxito.
También recibí a un alumno tuyo en estos días. Gracias por tenerme en cuenta para esa entrevista. Nancy Ochoa
Hola Nancy. Su comentario del lo irreversible del cambio de época ecuatoriano es real. Existen errores en el gobierno de Correa, es cierto, pero también es cierto que los privilegios de los de siempre se están terminando; y, aunque muchos ecuatorianos todavía estén incrédulos de nuestro nuevo rumbo. este se sigue simentando con beneficios recibidos en la educación, salud, vivienda...
No tiene de qué agradecerme, Nancy, al contrario, gracias a usted, también por la calidad de respuestas en la entrevista que le hiciera mi estudiante.
El largo plazo parece ser la única perspectiva filosóficamente válida para analizar el presente. Ahora bien, en el largo plazo, ¿es más democrática -y, por ende, preferible, más deseable, más apetecible- la irreversibilidad o la capacidad de revertir (o, incluso -insisto-, de subvertir!) cualquier proceso por parte de la ciudadanía...? Agudizando la contradicción -y, por ende, mi observación- podría decir (y desear) que lo único irreversible debería ser la capacidad de revertir o subvertir, o invertir, cualquier (todo) proceso social. Pero la forma de manejo y consolidación del poder en esta coyuntura histórica por parte de este gobierno y "su" congreso (esta Asamblea de su propiedad), más allá de algunos aciertos en la dirección del cambio, me parece que apuntan a una consolidación (es decir, a la irreversibilidad) única y exclusivamente de su propio proyecto político. Todavía no veo, por ejemplo, que se promueva como interlocutores válidos a grupos, sectores, instituciones o individuos de una "nueva" generación pero que discrepen con el oficialismo; todo lo contrario -al más puro estilo del seudolíder más representativo, felizmente hoy caduco y senil (pero que no ha perdido su poder) del antiguo régimen partidocrático- todo el que discrepe, en particular con el Presidente, es descalificado, atacado, agredido y vilipendiado, cuando no perseguido... Así, por supuesto, se garantiza que el proceso sea "irreversible", y, seguramente, se conseguirá este fruto... ¿Vale la pena sacrificar la capacidad de disentir, y el derecho a hacerlo -y a ser escuchado- por el bienestar de la irreversibilidad? No lo sé pero, personalmente, no estoy dispuesto a hacerlo; solamente en ese sentido "se meten conmigo". Pongo el hombro en toda forma de defensa de la libertad, de la creatividad, de la responsabilidad, rebelándome contra toda "estabilidad" -que me huele a muy fascista- capaz de coartar opciones alternativas, e incapaz de escuchar, en el mínimo ejercicio de la tolerancia -una de las virtudes fundamentales de la democracia- al que opina distinto.
Cordialmente,
Juan Ponce Martínez
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